“En Eva se resume el imaginario peronista”

“En Eva se resume el imaginario peronista”

Por Mónica López Ocón
Hoy, a las 19 hs, en la Biblioteca Nacional, se inaugura la muestra Eva Perón en los libros, con curaduría del artista plástico Daniel Santoro. La muestra coincide con los 61 años de la muerte de la mujer que se convirtió en un emblema nacional.
En la exposición el público podrá conocer y apreciar variados materiales impresos de diversas épocas centrados en la figura y trayectoria de Eva Perón, desde su etapa como actriz hasta su rol como primera dama y presidenta de la Fundación Eva Perón. Libros, periódicos, afiches, fotografías y otros impresos constituyen el material fundamental de la muestra, que se extiende a la Plaza del Lector con una serie de gigantografías trabajadas especialmente para la ocasión por Daniel Santoro. El material de la exposición proviene fundamentalmente de los fondos de la Biblioteca, de la colección del Museo Evita y del archivo personal de Roberto Baschetti, estudioso del peronismo y trabajador de la Biblioteca Nacional. “Hemos hecho un enorme trabajo de recopilación de material impreso”, afirma Santoro, que también aportó imágenes de su propia colección. Y agrega: “Todas las imágenes de la muestra están mediadas por la impresión, por eso en la figura que presenta la muestra está ese moirée, ese fuera de registro característico de las viejas publicaciones, como Mundo Peronista”.
La elección de la Biblioteca Nacional como espacio para la muestra no sólo tiene que ver con la profusa actividad cultural que desarrolla la institución, sino también con su propia historia. “La presencia de Eva Perón en el predio de la Biblioteca Nacional –explica el director de Cultura de la Biblioteca, Ezequiel Grimson– proviene de su residencia en la antigua Quinta Unzúe, mansión presidencial que habitaran Perón y Evita hasta su fallecimiento, ocurrido en una de las habitaciones de la antigua casona. El edificio cayó víctima del revanchismo de la autodenominada “Revolución Libertadora”, que demolió la residencia con el objeto de destruir toda memoria del derrocado gobierno. Algunos años más tarde, en el mismo predio se inició la construcción del actual edificio de la Biblioteca Nacional, que abrió sus puertas tres décadas después. La historia de la Biblioteca y la del peronismo quedaron así estrechamente enlazadas.”
Grimson aclara, además, que la propuesta de trabajo conjunto fue realizada por la presidenta del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón, arquitecta Cristina Álvarez Rodríguez, al director de la Biblioteca Nacional, Horacio González. Comenzó así una colaboración entre ambas instituciones que hizo posible la concreción de la muestra que ahora se abre al público. Se sumó luego la participación del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, a través de la realización de un ciclo de cine que se llevará a cabo los días jueves en el auditorio de su sede (Austria 2593) (ver recuadro).
Desde el título del catálogo de la muestra, Santoro advierte: “Nadie sabe lo que puede ser un ícono”, refiriéndose a la potencia arrolladora de la imagen de Eva Perón que, siendo un emblema de la Argentina, traspasó ampliamente sus fronteras. “La afirmación ‘nadie sabe lo que puede ser un ícono’ –le dice Santoro a Tiempo Argentino– tiene un eco spinoziano. Lo cierto es que es así, un ícono va creciendo en el tiempo, se va resignificando y nadie sabe dónde puede ir a parar. La foto de esa actriz desconocida, de esa jovencita que deambulaba por las radios se trasladó en el tiempo y se convirtió en unos de los tres o cuatro íconos políticos más importantes de Occidente. El ícono remite siempre a una construcción mitológica, toda mitología produce sus íconos y se funda, además, en hechos de la realidad. Esos tránsitos son también los que tiene todo el imaginario del peronismo, y el ícono de Eva Perón es una especie de cúspide de la iconografía peronista. Todo el imaginario peronista se puede resumir en el perfil de Eva Perón. Ahí está toda su potencia y también la puerta de salida, la apertura hacia otros campos de lo político. Paradójicamente, de pronto ese ícono que concentra toda la capacidad del peronismo también deja de ser peronista. La imagen de Eva se convierte en algo que tiene que ver con el mundo del glamour, con la ópera de Andrew Lloyd Webber, con otras cosas que ya no forman parte de la política. Pasa algo parecido con el Che Guevara, que de ser la condensación de la revolución marxista leninista de pronto pasa a ser un emblema de glamour. Al mismo tiempo, a pesar y en contra de la voluntad de muchos, el peronismo es un emblema de nuestra construcción identitaria, nos encarna a todos los argentinos, es la columna vertebral de nuestra identidad que une diversos campos como civilización y barbarie. En ese marco, la figura de Eva Perón es nuestra ninfa primordial, la que expresa todos nuestros deseos, nuestro querer ser, todo lo que amamos, nuestro ideal de belleza.”
Santoro sostiene, además, que la fuerza icónica de Eva es tal que supera la del propio Perón, quien suena como una voz que está por detrás de ella. “Cuando trabajamos en el logo de la muestra con los muchachos de la Biblioteca –explica– aparece Perón en negro. El negro es el resumen de los colores que se utilizan en la impresión, en la fotocromía. Sobre ese fondo se eleva Eva Perón con los colores plenos de la fotocromía. Es decir que su figura descansa sobre un fondo, sobre un Perón que no es representable, que no termina de anclar en un ícono. Cuando se habla de él, cada uno imagina a su Perón particular, desde un Perón fascista a un Perón Dios. En cambio, cuando hablamos de Eva tenemos dos o tres figuras. Eso es un anclaje icónico. Ella está encarnada en un ícono, mientras Perón no termina de encarnarse. En el campo religioso él sería algo así como un padre eterno. Tiene iconografía Cristo, tiene iconografía la virgen María, pero no hay una iconografía de Dios.”
Según el curador de la muestra, la iconicidad de Eva Perón se despliega en torno a cuatro imágenes que resultan tener la mayor pregnancia y que son las que circulan a lo largo de la historia en libros, revistas y afiches de propaganda, imágenes relacionadas con su accionar político. El primero de los íconos, el de mayor uso popular, se hizo conocido por ilustrar la tapa del libro canónico La Razón de mi Vida. Esa imagen es un detalle de una pintura realizada por NumaAyrinhac. Su estética es tributaria de las madonnas renacentistas.
El segundo ícono corresponde a la “Eva cabeza parlante”, la que habla desde el balcón en la que lo importante es su interacción con el micrófono, sobre el que descarga la potencia de su voz.
El tercer ícono es la Eva del cabello suelto, “el de la joven dispuesta a la privacidad del goce, una belleza soñadora y distante, que nos recuerda que ‘no por ser madre se es menos mujer'”. Esta imagen remite a Sandro Boticelli y sus venus inaugurales del Renacimiento.
Por último, está “la Eva del perfil numismático que es el de mayor contundencia icónica. La Eva de las estampillas, billetes y medallas, la Eva del bronce”.
Por su parte, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, señala en la página web de la institución en que se presenta la muestra: “La variedad iconográfica de Evita es inagotable y cada imagen abre una nueva interpretación. Fue así siempre, no una imposición de los tiempos agitados posteriores a su muerte. Pues en conjunto las imágenes asombran por abarcar la vida de una persona con significados que no pueden satisfacerse en la mera complementariedad”.
TIEMPO ARGENTINO

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