14 Jul La calma de una mujer distinta
Por Carolina Amoroso
Quien haya podido sentarse frente a frente con Halle Berry sabrá que estuvo en presencia de una mujer que no se parece a ninguna otra. Pero no sólo por la cálida calma de su voz y por su rutilante belleza (que, lejos de toda ostentación, se despliega con una serenidad absoluta). Lo que realmente distingue a esta mujer es una cualidad tremendamente humana en su mirada, una suerte de isla en su rostro que, aun cuando sonríe, deja entrever las huellas de viejas batallas.
Hace más de cuatro décadas, esta atípica mujer nacía en Cleveland, Ohio, hija de madre blanca (descendiente de ingleses) y de padre afronorteamericano que dejó la casa familiar cuando Berry tenía cuatro años, tras golpear a su única hermana y a su madre en reiteradas oportunidades. Así, la pequeña Halle y su hermana mayor crecieron en los intensos años 60 y 70 bajo el resguardo de su madre, a quien, al día de hoy, la actriz considera su heroína.
A lo largo de una carrera de más de veinte años, fue modelo, reina de belleza, Bond girl y, pese a que en sus comienzos tuvo que lidiar con algunos prejuicios ajenos, trabajó a la par de enormes actores y directores, entre ellos, Spike Lee. Luego de años de “pelear su camino” en la industria, se convirtió en 2002 en la primera mujer afronorteamericana en recibir el Oscar a la mejor actriz protagónica por su trabajo en Cambio de vida , film de Marc Forster que protagonizó junto con Billy Bob Thornton.
Algo sorprendida por la noticia de su segundo embarazo, anteayer, Berry arribó a la Argentina para presentar 911: L lamada mortal, un thriller que protagoniza junto con Abigail Breslin ( Pequeña Miss Sunshine ) y en el que interpreta a Jordan, una operadora de la línea de emergencias 911 que debe ayudar a una joven secuestrada (Breslin).
En su breve paso por Buenos Aires, la actriz se hizo presente en la avant premiè re del film, en la que se mostró muy cálida con algunos de sus fanáticos vernáculos. Ayer, en el segundo día de su visita, conversó con LA NACION y habló de su último film, del lugar de las mujeres afronorteamericanas en la industria, de su lucha porque “la celebridad” no eclipse a la actriz, de la maternidad y de la actuación como una herramienta de catarsis.
-Jordan, tu personaje en la película, es una verdadera luchadora. De hecho, las dos protagonistas son mujeres que saben dar pelea. ¿Encontrás un punto de encuentro con ella?
-Yo siento que soy una persona que ha peleado su camino a través de ciertas batallas, tanto en lo personal como en mi carrera. Trato de no ponerme en un lugar de víctima, y trato de ser proactiva y yo creo que eso es buena parte de lo que es Jordan.
-¿Cómo fue tener que interactuar por buena parte de la película con otro personaje, una joven mujer que está en una situación dramática, pero a quien no podés ver?
-Es otra manera de trabajar, es algo nuevo para trabajar y para jugar. Pero afortunadamente para nosotras, Abby [Breslin] y yo decidimos que íbamos a estar del otro lado del teléfono, no tuvimos alguien que leía los diálogos, sino que lo hicimos nosotras mismas. Aunque no estuviéramos en cámara, estuvimos al otro lado del teléfono para dar una actuación completa para la otra y eso creo que hizo una enorme diferencia.
-¿Qué te atrajo de la historia?
-Yo amo los thrillers de suspenso, es un género que amo como espectadora. Y éste tenía dos mujeres que son fuertes e inteligentes, que se hacen valer por sí mismas, que se ayudan entre sí. Usualmente, en este tipo de películas, las mujeres están en medio de una situación límite y llega un hombre a salvarlas. Pero en esta película, estas mujeres se salvan ellas mismas. Eso realmente me inspiró.
-Cuando recibiste el Oscar, dijiste que ese suceso era algo más grande que vos, que esa noche una puerta se abría para las mujeres de color. Una década después, ¿creés que, finalmente, obtuvieron el lugar y el reconocimiento que se merecen en la industria?
-Creo que lo estamos obteniendo. La evolución es lenta, pero creo que cuando veo los roles que las mujeres de color, y no sólo las mujeres negras sino las mujeres de color en todo el espectro, han podido interpretar y las cosas que han podido hacer tanto en cine como en televisión, creo que las cosas están cambiando y lentamente nos estamos volviendo un poco más “incoloras” en el sentido de que el color no nos está definiendo ni nos está frenando para hacer lo que queremos hacer. Y eso se siente muy bien.
-Vas a ser mamá por segunda vez, ¿te sorprendió la noticia?
-¡Sí! Estoy feliz, no era una noticia que esperaba, pero es emocionante.
-¿Cómo se modificó tu actriz con la maternidad?
-Bueno, en todo lo que hago ahora parto del lugar de ser madre. Es algo tan enorme en la vida de alguien y te define en cierta medida y cada rol que hago ahora parto de ese lugar, no a propósito, pero es quien soy ahora, entonces, no hay forma de escaparse. Mi sensibilidad viene de ese lugar y este rol fue natural para mí porque, siendo madre, me pude relacionar totalmente con la horrenda situación en la que se encuentra el personaje de Abby Breslin.
-¿Cómo te ayudó la actuación a tramitar o a curar heridas?
-Me ha ayudado en muchas maneras. Es una experiencia catártica cada vez que interpreto un personaje. La gente no lo sabe, pero yo encuentro maneras para trabajar cosas de mi vida personal, o temas con los que estoy lidiando, o si tengo cosas que realmente quiero decir, encuentro una forma de canalizarlas en diferentes personajes.
-¿ Cambio de vida [Monster’s Ball] fue un trabajo que “cambió el juego” para vos?
– Monster’s Ball lo cambió y a la vez no lo hizo, en el sentido de que yo llegué a ese objetivo de ganar ese premio, y eso es algo de lo que estoy tremendamente orgullosa, pero no puedo decir que al día siguiente mi vida como artista fue dramáticamente distinta. Tuve que seguir luchando para conseguir buenos papeles, todavía tengo que trabajar mucho para hacer mi camino en la industria?
-En una entrevista dijiste que lo peor de la carrera que elegiste era el aspecto de “la celebridad”, porque ese aspecto eclipsa un poco a tu carrera como actriz. ¿Qué hace que sientas esto?
-Bueno, cuando yo empecé, hace veinte años, no era como es ahora. No estaba Internet, el acceso completo a todos los aspectos de la vida personal de uno. Todavía tenías la chance de realmente ser artista, y la gente sólo te veía cuando estabas en una película, o en un junket de prensa. Ahora, me ven cuando llevo a mi hija al colegio, cuando estoy cargando nafta, cuando voy al supermercado. A veces, puede ser algo sofocante vivir tu vida expuesta ante el público. Hay problemas peores, no es que estoy sentada acá llorando, pero es un aspecto del trabajo que encuentro cada vez más difícil de sortear, para poder encontrar algo de normalidad, para mi hija especialmente y ahora para mi hijo por nacer. Es algo que me tomo muy en serio: quiero que tengan una vida normal y algo de privacidad. Los niños se lo merecen. Ésa va a ser mi lucha constante con la industria.
-¿Cómo cuidás a tu hija de esa exposición? ¿Le explicás por qué sucede?
-Trato, pero se trata de algo más que de explicar. Podés explicarle, pero eso no lo hace correcto, no lo hace normal.
-Colaborás con una organización que trabaja con mujeres y niños víctimas de la violencia doméstica. ¿Qué le aconsejarías a una mujer -digamos, en el extremo sur del mundo- que está pasando por una situación similar?
-Le diría que vaya a un refugio. No sé si tienen ese tipo de refugios en la Argentina, pero le diría que salga, que pida ayuda. Creo que las mujeres, en ocasiones, sentimos que tenemos que quedarnos estancadas en esas situaciones, nos sentimos incapaces de valernos por nosotras mismas, y no somos incapaces, sólo tenemos que tener el coraje de movernos de esa situación y de salir de ella para tener una mejor vida. Sé que es difícil, pero creo que tenemos que empezar a ayudarnos a nosotras mismas.
-Te escuché decir en una entrevista que tu heroína preferida es tu madre. ¿Qué destacás en ella?
-Mi madre es una mujer muy fuerte. Ella crió dos niñas sola. Era una mujer blanca criando dos hijas de una relación interracial en los Estados Unidos de los años 60, y fue muy difícil para ella. Es una mujer muy fuerte, muy compasiva que me inculcó una gran ética de trabajo, que me sirvió muchísimo a lo largo de mi vida. Yo soy una trabajadora, trabajo duro y eso me viene de ella.
-¿Creés que eso es lo que más pesa, más allá de la suerte, el talento y la belleza?
-Yo creo que se trata de trabajar duro. Mucha gente tiene belleza, mucha gente incluso tiene talento, pero no llegan a donde deberían haber llegado en la vida. Creo que para mí fue el elemento del trabajo y la tenacidad y el nunca haberme rendido, algo que definitivamente me vino de mi madre.
-¿Cuáles son tus proyectos?
-Empiezo a rodar X-Men: Days of Future Past la semana próxima, y luego tengo algunos proyectos en los que voy a estar trabajando en 2014, luego de que venga mi bebe. Hay cosas en el horizonte.
-Hiciste desde películas independientes hasta grandes tanques de acción, ciencia ficción y suspenso. ¿Qué tiene que tener una historia para atraparte?
-Bueno, depende. Hay momentos en la vida donde hacés películas por diferentes razones y no es siempre por razones creativas, porque la actuación es también mi medio de vida, no es un hobby, es mi medio para mantener a mi familia y a mí misma. A veces, hacés cosas porque pensás: “Bueno, no hay nada más ahora y realmente tengo que trabajar, entonces voy a hacer lo mejor con esta situación”. Y otras veces, te llega un guión y decís: “Necesito hacer esto. No paga bien, va a ser en un lugar feo, va a ser grabada en un bosque lleno de mosquitos y bichos, pero tengo que hacerlo”. Simplemente depende de dónde estoy parada en la vida y cuáles son mis necesidades, si tengo la libertad de elegir por razones creativas o si estoy haciendo cosas por otras razones.
LA NACION