Carlos Vives: “encontramos nuevos patrones para la música tradicional”

Carlos Vives: “encontramos nuevos patrones para la música tradicional”

Por Marcelo Fernández Bitar
A veinte años del impacto continental de hits como “La gota fría”, Carlos Vives insólitamente no ha presentado sus discos en la Argentina. Solamente cantó frente al público el año pasado, en la fiesta popular del 9 de diciembre en Plaza de Mayo, por el Día Internacional de los Derechos Humanos y de la Democracia. Este año, sin embargo, todo parece cambiar. Ya estuvo en el país para dar entrevistas y preparar el lanzamiento de su álbum Corazón profundo y promete venir a cantar antes de fin de año.

–Ya hay dos temas nuevos sonando en las radios y en Internet. ¿Qué podés anticipar del resto?
–¡Van a encontrar muchas sorpresas!. Nosotros trabajamos a partir del vallenato y la cumbia, tomando el camino de dejarnos tocar por todos esos ritmos que teníamos ahí en el Caribe, y así se han dado cosas muy interesantes con la cumbia, como el porro, que es el encuentro de la cumbia y el jazz, con orquestas de los años ’40 y ’50, como Lucho Bermúdez. En el disco me da por tocar esos sonidos, y entonces vas a encontrar cosas costumbristas muy alegres. También vas a hallar cosas muy nostálgicas, porque nos habita un tango permanente, que asoma en mis arreglos de acordeón. Yo heredé un poco esa nostalgia de la música tradicional del regreso al lugar amado, dejado u olvidado. En algunos temas vas a encontrar ese mensaje del “vuelvo” porque es algo que siempre lo tengo allí. Y vas a encontrar cosas muy playeras y muy alegres, como una canción que hicimos a Cartagena y especialmente a una corriente musical que hay allí que se llama “la champeta”, que es esa soca antillana que se quedó en esos barrios negros.
–Se te ve entusiasmado y contento con el resultado.
–Sí. Estoy muy contento, porque al final hace unos ocho años que no grababa un disco, aunque había trabajado y escrito canciones para otros artistas. Pero ese poco de ausencia me dio la oportunidad de ver en perspectiva el trabajo que había hecho, y vi que al final había sido muy experimental, algo que no estaba establecido y que había que inventar y reescribir. Entonces este disco fue como pensar en todo ese trabajo que habíamos hecho y todo ese afán, pensando en qué haría hoy y qué no haría hoy.
–¿Cómo es que manejás el concepto o la temática de un disco, donde a veces hacés versiones de “clásicos de provincia”?
–Nosotros empezamos a trabajar en esto porque encontramos para la música tradicional nuevos patrones, y eso se dio porque los grupos en que trabajaba en Bogotá eran muy inspirados en los Beatles o el rock argentino. Había bateristas y percusionistas del Caribe como al enfrentarse con un blues de repente rompían el patrón y metían cumbia. Y el guitarrista eléctrico que venía de un patrón tradicional de un rock empezaba a seguir al baterista cumbiero y empezaba a hacer un patrón nuevo. Esas fueron las bases de empezar a soñar con un nuevo sonido para nuestra música. Yo lo llamé “el rock de mi pueblo”, y la gente me dijo “¡Tú no eres rock, el rock es Mick Jagger!” y yo les contesté que no me comparen con Mick Jagger sino mídanme al lado de mis conjuntos de vallenato y ahí verán que somos los rockeros del pueblo. Ese concepto nos marca el camino y hasta mi muerte, hasta que me vaya, esa va a ser mi búsqueda. Este disco trae mucho de eso, ahora más claro y más limpio. Es un aprendizaje. Este disco yo lo siento mucho más limpio en ese aspecto. Mucho más claro.
–¿Qué decía en esa época la gente que te rodeaba, cuando les hablabas de grabar vallenatos?
–Yo estaba firmando con una compañía de discos, y se me acabaron los contratos cuando les dije cómo iba a ser mi próximo disco. Me dijeron que no, que no estaban dispuestos. Pero mi felicidad era encontrar mi identidad, de verdad, y entonces no me importaba si no volvía a viajar o si me iba a quedar en mi casa. Nunca aspiré con irme a ninguna parte, nunca aspiré con Hollywood, nunca he soñado con eso. Me puse a soñar con que íbamos a hacer un nuevo sonido y que a lo mejor íbamos a devolverle importancia a la música popular colombiana, que históricamente ha hecho un mejor trabajo que la Cancillería. Porque la cumbia se fue por el mundo y ha sido despreciada por algunos y amada por otros. Nosotros los colombianos estamos tarde de agradecerle a la tradición oral nuestra todos los regalos que nos dejaron. Yo tomé el camino en ese momento con trabajar con todos los regalos que nos dejó la tradición oral y que me pertenecían por el solo hecho de nacer colombiano. Me sentí muy orgulloso de esa diversidad y de empezar a experimentar con ella. Y sigo ese trabajo hasta el final. Me dijeron que eso no iba a funcionar y los mismos colombianos se encargaron de llevar nuestros discos para afuera, de enamorar a la gente de nuestra música y nos llevaron por todas partes. Eso para mí no tiene precio.
–Como seguramente sabrás, algo parecido le pasó a León Gieco y Antonio Tarragó Ros con el chamamé, y luego se convirtieron en embajadores de nuestra música por todo el mundo, a pesar de los prejuicios locales.
–¡Adoro a León! Además, tuve suerte porque lo vi en vivo cada vez que tuve la oportunidad. La última fue en Los Ángeles cuando entregaron los premios Grammy latinos. Me eché un discurso y le dije a la Academia, “Estamos tarde de que ‘Muchacha ojos de papel’ de Luis Alberto Spinetta, y muchas canciones del rock argentino entren al Hall de la Fama, pero aquí está León Gieco”.
–¿Cómo llegaste a la música argentina: sonaba en Colombia o había que buscarla especialmente?
–Yo terminé el colegio y me fui a tratar de ser médico como mi papá. Luego, un día salí de la Facultad de Medicina y me encontré en la parada con la Escuela de Arte Dramático y me metí a estudiar teatro. Empecé a ir a la televisión como actor, y los estudios quedaban en una avenida muy importante de Bogotá, donde había un señor que vendía cassettes regrabados, pirateados, porque no estaban editados. Entonces conocí canciones como “En la jungla” de Cantilo y Punch (la canta), Sui Generis, Serú Girán, Zas… todo.
–¿Era una rareza escuchar eso?
–Sí. Tenía un amigo que viajaba a Buenos Aires y traía los discos y con mis amigos los grabábamos. Empezó a ser una cosa que creíamos que era de un círculo muy pequeño, pero nos estaba pasando a millones de colombianos de mi edad. Tal es así que, como yo estaba en la televisión, hicimos una telenovela que yo protagonicé que se llamaba Loca pasión, que era de una compañía de televisión muy importante de Colombia que se llamaba RTI. Era una historia de amor, y mi personaje era integrante de una banda y su novia era cantante de otra banda, así que íbamos a cazar a todos los rockeros argentinos que llegaban y los invitábamos a hacer algo en la novela, por ejemplo Miguel Mateos. ¡Logré tener a casi todos en la novela! Y como yo trabajé muchos años en esa compañía que también tenía radios, les decía que pusieran esa música, pero no querían. Y cuando se hicieron los primeros conciertos, la cosa era tan masiva que ellos se sorprendieron y yo me di cuenta que no era el único al que le gustaba. Nos criamos con el amor por esa música y por eso yo nunca tuve rock en inglés. No hablo inglés y no tengo nada contra eso, pero me eduqué en un lugar muy criollo y nativo.
–¿Cómo viene este año en cuanto a giras? ¿Vas a volver?
–Ahora sólo hice promoción. El 23 de abril lanzamos el disco completo y la idea es ya en agosto estar cantando en Sudamérica, y hacia fin de año llegar a la Argentina. Acá sólo canté en un teatro para los medios, pero nunca canté para el público. Para el Día de los Derechos Humanos fuimos a Plaza de Mayo, al concierto en la Casa Rosada, y canté ahí por primera vez para el pueblo. A mí me gusta cantarle a la gente porque nuestra música le gusta al pueblo, y nunca tuve la oportunidad de hacerlo aquí. Quiero cantar y conocer las provincias de la Argentina.
TIEMPO ARGENTINO

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