27 Jun Volkswagen anunció que deja de producir la Kombi
Por Marli Olmos
Si tuviera la suerte de sentarse al lado de un alto ejecutivo de Volkswagen, casualmente, durante un viaje en avión, el brasileño Ademir Cardona Paim dice que no perdería la oportunidad de decirle que la empresa está completamente equivocada al decidir cerrar la producción de Kombi a final de año.
Con sus 20 años de experiencia en el servicio de arreglos, alquiler y venta de piezas para ese modelo, Ademir se siente obligado a advertir al fabricante sobre esa equivocación. Sin embargo, aunque tuviera la suerte de encontrar al propio presidente de la compañía automotriz, difícilmente sus argumentos ayudarían a revertir la decisión.
Para Ademir, propietario de la Cia das Kombis, empresa de Porto Alegre, no es correcto imaginar que el modelo está superado por no atender la ley que exigirá airbags y frenos ABS a partir de 2014. “Ese es el vehículo que el país precisa”, dijo. No quiere saber nada sobre la posibilidad de probar modelos de otras marcas o la posibilidad de que la propia Volkswagen lance un sustituto del vehículo producido en el país desde 1957.
Por ahora, todos pierden en la relación costo-beneficio. Es posible comprar una Kombi nueva por R$ 46.000 o R$ 48.000. Furgones con capacidad similar son mucho más confortables, pero cuestan el doble.
Principal argumento de ventas entre las décadas del 60 y 70, el uso del vehículo de trabajo para pasear con la familia el fin de semana fue también el principal apelo de las campañas publicitarias de Kombi en la época en que el modelo más antiguo en producción en el país precisaba publicidad.
Guiar una Kombi es como viajar en el pasado para la jubilada Vanda Baptista. Cuando era niña, su padre utilizaba el mismo tipo de vehículo para trabajar y pasear. Durante la semana transportaba la madera de la empresa de parquets, en la que trabajaba. Los fines de semana, extendía la lona sobre el vehículo, hacía algunos nudos con la cuerda y estaba listo para el campamento. Durante el día, la familia disfrutaba los asados. Por la noche, la Kombi servía como dormitorio para todos.
Actualmente, Vanda y su marido viajan los fines de semana a bordo de una Kombi a las sierras gauchas (de Porto Alegre) para realizar cabalgatas. Adaptado, el vehículo tiene incluso una heladera y asientos que se transforman en camas.
Hace poco tiempo, Vanda decidió comprar una Kombi igual a la que usaba su padre cuando era niña. Encontró un modelo 1966 con la misma pintura, en dos colores: rojo y blanco, en el estilo llamdo “pollera y blusa”. Decidió contratar el servicio de Cia das Kombis, de Paim, para una reforma general. El clásico de la década del sesenta, en los mismos dos colores, también sirvió como inspiración para que Volkswagen lanzara una serie especial, con visual retro, en conmemoración de los 50 años del vehículo, en 2007.
Las vidas de buena parte de los fanáticos de Kombi están repletas de recuerdos del pasado. Muchas personas continúan vinculadas al vehículo por motivos sentimentales. Un antiguo taller mecánico en la Rua do Glicerio, en el centro de San Pablo, tenían una Kombi vieja para prestar socorro. Cuando algún cliente llamaba por teléfono para contar que el auto se había quedado, iban al lugar a bordo de la Kombi el mecánico, herramientas y el hijo del dueño del taller, Heródoto Barbeiro, que hoy es presentador de la TV Record.
Barbeiro ayudó a su padre en el taller durante la infancia y adolescencia y decidió comprar una Kombi vieja cuando aprendió a conducir. Tuvo siete u ocho, todas viejitas. Sin embargo, no es solo por nostalgia que el presentador sigue al volante del furgón. Desde que compró un terreno en una reserva ambiental en Serra do Mar, percibió que más que nunca precisaba un vehículo robusto. La Kombi comenzó a formar parte de la vida de Heródoto, que se acostumbró a llevar pasajeros en el trayecto hasta Taiacupeba, distrito de Mogi das Cruzes, los fines de semana.
La Kombi que Heródoto dirige es la más nueva que tuvo. Es un modelo 2008, es decir, producido después que Volkswagen cambió el motor refrigerado a aire a un flex refrigerado a agua. Como el presentador utiliza el vehículo para pasear, es raro verlo con ese auto en el canal, lo que llevó a un trabajador de seguridad de Record a no abrirle la puerta de acceso al estacionamiento reservado a los presentadores cuando llegó en ese auto. Después de insistentes bocinazos decidió orientar al chofer. “Entre por el fondo”, le dijo, y segundos después se dio cuenta de que Heródoto estaba en el auto.
“Tome cuidado para que nadie se acerque a mi auto”, le dijo, con ironía, Heródoto al hombre de seguridad.
Ese no fue el único episodio particular. El presentador fue una de las tantas víctimas de los famosos incendios de Kombis en el pasado. Tampoco es fácil para un famoso tener un auto así. “¿Usted tiene una Kombi?”, le preguntó, indignado, el dueño de un auto elegante que estacionó a su lado para subir a la balsa que conduce a la playa de Guarujá, en San Pablo. El hombre terminó sacándose una foto con Heródoto al lado del vehículo.
El presentador es de los que prefieren sacar el banco del medio para facilitar el transporte de cosas. “Cargué hasta un sofá”, recuerda.
El modelo estándar, que tiene asientos para acomodar a ocho pasajeros más el chofer, es el más vendido entre los volúmenes mensuales que giran en torno del total de 1.900 unidades por mes, o 33% del segmento de furgones en 2012. La versión concebida para transportar personas es la elegida también para los que utilizan el vehículo solo para cargar cosas. Marcos Leite, gerente de ventas de Amazon, concesionaria de Volkswagen de San Pablo, dijo que mucha gente compra la versión con asientos justamente para no mostrar que la utiliza para transporte de objetos.
Pero algunos prefieren la versión furgón, toda cubierta, sin asientos, hecha para el transporte de una tonelada de carga. Ese es el estilo de transporte usado por pequeños comerciantes, como el paulista Ernesto Zanette.
Ernesto siempre tuvo Kombi, que utiliza para viajar a Mogi Mirim a buscar el eucalipto que le sirve para calentar sus dos saunas, uno en Guarulhos y otro en Penha. Como la Kombi, también el sauna familiar, es un producto en extinción, asegura Ernesto. Pero mientras existan amantes de saunas que concurran a los establecimientos asiduamente, siempre habrá un amante de la Kombi listo para llevarle toallas limpias, bromeó. Para Ernesto, el vehículo que utiliza en su empresa “es para conducir con calma”. Esa característica evitaría, según los fanáticos del modelo, la preocupación con equipamientos de seguridad más sofisticados como airbags y ABS.
Independientemente de los motivos, quien disfruta del estilo Kombi no sabe lo que hará cuando el vehículo deje de producirse. Una legión de huérfanos de ese ícono se dice desamparada. Ademir afirma que estaba preparándose para invertir en la ampliación del negocio. Pero ahora, espera ver si Volkswagen aporta alguna novedad. Heródoto piensa en comprar una más nueva para poder disfrutarla más tiempo. Vanda tiene planes de mantener por mucho tiempo su modelo 66. “Aprendí a dirigir en una Kombi; es parte de mi historia; es como viajar en el tiempo”.
EL CRONISTA