Llevarás mi nombre…

Llevarás mi nombre…

Por Agustina Fernández
El director de culto estadounidense David Lynch escribió y dirigió para Dior Lady Blue Shanghai, un fashion film que tiene a la francesa Marion Cotillard como protagonista y a John Galliano como director de arte. Fiel a su impronta surrealista, de paisajes oscuros y delirante belleza, contó una historia de amor con una cartera como pieza misteriosa y fundamental. Y dio en la tecla porque acertó en la elección del elemento depositario de nuestros deseos.
Ocurre que las mujeres, simplemente, amamos las carteras. Y su elección nos define. Para el día, la noche, la de batalla, de temporada, la heredada, el hallazgo, la que pensamos para toda la vida. Petaca, baúl, cruzada, bolso, de mano? Cada una tiene la suya, aquella que la identifica y muy probablemente remitirá de inmediato a su dueña en caso de ser olvidada.
Aunque la propia, literalmente, la que lleva nuestro nombre, son unas pocas privilegiadas las que pueden alardear de su posesión. Ellas son mujeres maravillosas, talentosas, vanguardistas, íconos que han inspirado a las grandes firmas de moda del mundo, hasta tal punto que les han dedicado una cartera.
Jane Birkin es una de ellas. Actriz y cantante británica, radicada en Francia desde la década del sesenta. A sus casi 70 años sigue siendo bella, carismática y nos sigue deleitando con su chanson. Madre de dos it girls, Charlotte Gainsbourg y Lou Doillon, ha sido homenajeada por Hermès con la Birkin Bag. Y la historia que suele contarse de su creación es colorida: ella viajaba en un avión cuando se la cayó todo de su bolso. Al lado estaba sentado el presidente de Hermès, que le ofreció diseñarle un bolso a su medida. Entonces, ella le bocetó su cartera ideal.
Pero ésta no es la única personificación de sus creaciones que hizo Hermès. También está la Kelly Bag, famosa por ser el objeto con el que la princesa Grace Kelly ocultó su embarazo ante la prensa en 1956. Lo cierto es que la cartera era una clásica creación de la firma desde hacía años, pero pasó a conocerse a partir del uso que la entonces princesa de Mónaco le dio y el hecho de que la haya adoptado como su cartera de cabecera.
Jacqueline Kennedy, luego conocida como Jackie O, fue primera dama de Estados Unidos y una figura fundamental de moda de su época y las que le siguieron. Inmortalizó no sólo un diseño de vestido que lleva su nombre, sino también un modelo de cartera que dos de las grandes casas de moda, Gucci y otra vez Hermès, produjeron rindiéndole tributo. Gucci la llamó Bouvier y Hermès, Trim.
La Isabella Rossellini bag, de Bvlgari, es otro mito convertido en cartera. Clásica, compacta, de mano, con un cierre-joya en cruz como único elemento decorativo es la pieza que la hija de Ingrid Bergman diseñó en colaboración con la marca italiana de artículos de lujo.
Alguien que no podía pasar por esta vida sin dejar una cartera con su nombre fue Diana, la princesa de Gales, más conocida como Lady Di. Amante de Dior, su marca fetiche la homenajeó con el bolso Miss Dior. Este diseño de textura tipo matelassé, que se va aggiornando con el tiempo, tiene una versión en piel de cordero, otra en cuero y hasta en tweed con flecos.
La ex primera dama de Francia Carla Bruni, modelo, cantante y actriz, otro estilo patentado bajo las más refinadas consignas, fue musa del francés Roger Vivir para una de sus carteras, la Carla bag.
Un diseñador que suele hacer bolsos homónimos de sus amigas es Marc Jacobs. Ocurre que sus amigas son celebrities de alto rango, como la modelo Jessica Stam, la cantante Rihanna o la actriz Julianne Moore.
Y hay más: la it girl indiscutida, la inglesa Alexa Chung, tiene su bag de Mulberry, y hasta Pippa Middleton obtuvo su cartera de Modalu. Por supuesto, de ícono a chica del momento hay una gran distancia y esa diferencia se nota no sólo en el precio, sino también en la calidad.
Al final del corto de Lynch para Dior, Marion Cotillard se arrodilla frente a la Miss Dior bag azul, que es lo único que le queda de un amor que se fue, la abre y saca una rosa. La iluminación y la música tiñen este momento con un halo sagrado, justo cuando ella se lleva la cartera al pecho y la abraza.
LA NACION