11 Jun Robo de mascotas: un delito que crece y le abre paso a la extorsión
Por Mariano Gaik Aldrovandi
Es un robo que duele más en el corazón que en el bolsillo. Hay víctimas que incluso están dispuestas a pagar más del valor comercial de lo robado. De esta manera, una mascota llega a convertirse en el señuelo que conduce a una cadena delictiva mucho más compleja.
Los perros de raza pequeños como el caniche toy, el yorkshire terrier (yorky) y el bulldog francés, se impusieron como mascotas de moda en los últimos años, sobre todo en zonas donde proliferan los edificios. Aquellos que acreditan su pedigrí pueden valer entre mil y ocho mil pesos.
Si bien no existen cifras oficiales sobre la cantidad de robos de mascotas denunciados en el ámbito local, distintas redes mascoteras, asociaciones protectoras y veterinarios estiman que todos los días al menos un perro de raza es robado en la Ciudad de Buenos Aires.
Cris Cabrera, integrante de Red Mascotera, una asociación que funciona a lo largo de todo el continente americano, estimó: “De cada diez denuncias que nos llegan por perritos buscados, dos son por robo”.
Pero la pesadilla no termina en el robo en sí. Estos hechos representan el disparador de sucesos aún más terribles. En muchos casos, los ladrones de mascotas utilizan al animal para extorsionar a sus dueños y pedir un “rescate” por una alta suma de dinero. Pero en otros, hay quienes se aprovechan de los carteles y las ofertas de recompensa para estafar a las víctimas o tender una emboscada.
“A partir del robo de mi perro, me quisieron secuestrar”, contó a LA NACION María de los Ángeles de Sa, de 37 años, quien sufrió el robo de Clodomiro, su caniche toy blanco, cuando estaba en la casa de un amigo en Don Torcuato, y lo dejó dentro de un cerco por el cual nunca podría haber escapado.
“Pegué carteles por todo Don Torcuato. Un hombre me llamó contando que tenía a un perrito igual a Clodo, con las mismas características que yo había puesto, y hasta me dijo que una pareja lo reclamaba, con lo cual yo le dije que no se lo diera, que seguro era el mío”, recordó la mujer, quien lanzó la campaña “Busco a mi caniche Clodomiro” en Facebook.
La entrega fue pautada para las 20, sobre la avenida San Martín, en una zona descampada de Malvinas Argentinas. “Fui en auto con mi novio. Cuando llegamos, apareció una camioneta ploteada de violeta y polarizada que entró marcha atrás en la cuadra anterior. El hombre que decía tener a mi perra me preguntó «por qué había ido con la poli». Le dije que era mi novio y me pidió que se vaya, y que yo me acercara a la esquina”, contó la mujer.
“Era tal la desesperación que yo tenía, que finalmente accedí. Ellos pedían que mi novio se alejara más. Ahí, él notó algo raro y volvió. Cuando yo estaba llegando a la esquina, dos hombres salieron de atrás de la camioneta y abrieron las puertas de atrás. Mi novio me subió al auto y fue por eso que pudimos escapar”, dijo María, quien luego no tuvo más noticias de aquella persona que decía tener a su perro. “Tengo ocho celulares de gente que me amenazó”, denunció.
Carla Osella, dueña de la yorky Hanna robada el pasado 21 de diciembre en el Jumbo Palermo (ver recuadro), también sufrió una situación similar. Hace dos semanas, un hombre la llamó diciéndole que tenía a su perra y que estaba en El Talar de General Pacheco.
“Llamó interesado por la recompensa y fue estirando el momento de la entrega hasta que se hizo de noche. Fuimos en dos autos con mi familia y cuando llegamos, preguntamos en una remisería cómo llegar y nos dijeron que no nos metiéramos allí. Un remisero se ofreció a ir y nos dijo que habían cuatro hombres esperando en una esquina”, contó.
“En ese momento me llamó la persona que decía tener a Hanna, preguntándonos dónde estábamos que no nos veía. Era una emboscada”, relató. “Después de esa vez no volvió a llamar.”
Silvia Anaya también fue víctima de una situación similar, pero en Santa Rosa, La Pampa. El 12 de octubre pasado, le robaron a Olivia, su yorky. “Sufrimos un engaño por parte de un hombre que sólo quería la plata de la recompensa”, relató. “Pero nunca tuvimos noticias de nuestra mascota”.
LA NACION