Un grande renace de entre las cenizas

Un grande renace de entre las cenizas

Por Rodrigo Gaitán
Expatriado, generalmente por razones políticas. Esa es la definición que la lengua española le pone al concepto de exiliado. Y si se puede hacer una analogía, eso fue lo que le pasó durante estos años a uno de los equipos más grandes del interior de la Argentina. Talleres de Córdoba fue exiliado, fue expatriado de su hábitat natural, que no puede ser otro que la Primera División del fútbol argentino. Está claro que ese es su sitio natural, tanto que la T lleva ya nueve años sin jugar en la máxima divisional, y aún así se mantiene en el puesto 21 de la tabla histórica de esa categoría.
Es sólo una analogía, pero el término acaba por cerrar perfecto en la comparación. El expatriado, por lo general, lo es por razones políticas, y los motivos que hundieron al “Matador” cordobés fueron precisamente de esa índole. En 1987, Amadeo Nuccetelli dejaba el club tras 14 años en los que llevó al Albiazul a ser conocido y respetado fuera de los límites de la Argentina. La mayoría de los dirigentes que le subsiguieron parecieron haberlo escuchado poco, o simplemente no entendieron su legado. Lo concreto es que Talleres comenzó a alternar descensos y ascensos de la Primera a la B Nacional. En el medio hubo una gran campaña con participación en Copas internacionales que, justamente, terminaría siendo el principio del fin. Talleres cayó nuevamente a la B Nacional en 2004 y para no volver más a Primera. Y finalmente tocó fondo en 2009, cuando descendió al Argentino A.
Pero se acerca la vuelta.
El lunes, tras cuatro años de competir en una categoría durísima, Talleres tenía la posibilidad de levantarse, de dar su primer paso hacia el destino final. Su entrenador, Cacho Sialle, tan gigante como el club, ya sabía de estas batallas. Los ascensos con Independiente de Mendoza y Brown de Madryn le daban la experiencia necesaria desde lo deportivo. Había que ganar un partido, el último, el único. El último para ascender y el único que se haya jugado con más de 60 mil hinchas en la historia de la divisional. Sialle puso el pecho y sus dirigidos le respondieron con creces. Tras un primer tiempo de puro nerviosismo, el gol se hizo presente a los cinco minutos del complemento. La historia, el tiempo, y el espacio quisieron que sea el Chipi Velasco el que estuviera ahí, en el área chica de San Jorge, para meter un tacazo y hacer que el Kempes se venga abajo, porque fue así, sin dudas: se vino abajo. Él la empujó, es cierto, pero atrás venía el Cachi Zelaya por las dudas. Y si la pifiaba estaba también el Tigre Bravo. Asomaban también El Pastor Bevilaqua y Maidana; el Hacha Ludueña y “El Daniel” Willington esperaban el rebote. Estaban todos. Hasta el viejo Nuccetelli, que desde el cielo la soplaba para que de una vez por todas entre.
Ese segundo, esa foto, ese instante, pasó automáticamente a la inmortalidad. Quedará, para siempre, como el gol que sacó a un histórico, a un grande, del “infierno” que le significó jugar el Argentino A.
El exiliado debe continuar su vuelta, y en la temporada 2012/2013 la escala será la B Nacional; su destino final, ya todos lo conocen.
¡Volvé Talleres! ¡Volvé!, tu gente lo merece, tu historia te obliga, y el fútbol argentino te lo reclama.
EL GRAFICO