14 Apr Electrochongo: “Siempre me gustó salir del gueto”
Por Juan Manuel Strassburger
Fok Electrochongo es la historia de un músico fisicoculturista amante del tecnopop al que le costaba encontrar un cantante para su banda. Un problema que, sin embargo, se convirtió en virtud. Porque fue lo que a fin de cuentas convenció a Juan Pablo Malvasio (o sea, Fok) a animarse dar el gran paso y dar a luz a su alter ego: esta especie de pianoman súper musculoso con un notable oído para las melodías y las letras sensibles y/o con gracia. “Al principio trataba de maquillarme y tener un look más acorde glam y de lo que se supone que es la música tecnopop ochentosa hasta que entendí que mi imagen no daba para eso”, reconoce Fok. “Ahí me dije: ‘voy a hacer esta música porque es la música que me gusta, pero la voy a cantar yo, desde mi personaje’.”
Esa decisión crucial lo convirtió en un pequeño fenómeno under (del 2008 a esta parte) y en un gran recomendado boca en boca por público que excede largamente el ambiente de la electrónica. “Puedo tocar tanto en el bar Guevara como en Ultra como en una fiesta modernosa. Siempre me gustó salir del gueto. Aunque ahora también estoy buscando conformar un público a quien pueda presentarle un show hecho y derecho”, cuenta de cara a la presentación de mañana en Ultra.
La buena recepción que logra Fok entre no habitués al género tiene lógica: sus canciones, construidas a base de teclado y pistas de ritmo, tienen el sonido de Erasure, Pet Shop Boys, pero también las líneas melódicas del Charly García de los años ochenta, y letras que atrapan por lo identificables y graciosas. “Para mí las letras no pueden quedar al azar. A mí me gusta mucho Soda Stereo y si bien Cerati decía que no le daba mucha importancia a las letras, lo cierto es que era un gran hacedor de frases. Quizás desde un lugar más estético o escultural, pero igual te hacía frases maravillosas. Y yo del mismo modo trato de escaparle a lo común. O al menos exagerarlo.
–¿Cómo fueron las primeras reacciones cuando te presentaste como Fok?
–Tomé el nombre del nick que usaba en las salas de chat. Y al principio hubo de todo: algunos entendían, a otros les chocaba y otros se reían. Por suerte, de a poco, las que prevalecieron, fueron las canciones, que terminaron gustando. Lo que fue más difícil por ahí fue convencer al ambiente de la electrónica, que a veces es muy solemne y les costaba ver que yo no era un paracaidista que caía de la nada.
–No te tomaban en serio…
–Claro. Y lo que pasa es que en el fondo, lo que hago, es en serio. Yo manejo una manera propia de sacar obra, componer, hacer shows. No es Los Sultanes. O El Símbolo. Y podría haberlo hecho, eh. Me llegaron ofertas que me vendrían bien para mi economía (risas). Pero no sería yo, no estaría conforme.
–¿Y cómo te tomó el ambiente de los gimnasios?
–Bien. Muchos saben lo que hago. Se lo toman con simpatía. Ahí se escucha mucho heavy, electrónica, y ochentas. Y la banda de sonido de Rocky.
–¿Es curioso o tiene mucho que ver que la sensibilidad provenga de alguien que cultiva el fisicoculturismo?
–Sí, me parece que hay una sensibilidad propia de ese ambiente. Miralo a Rocky, su historia, no es casualidad.
–Por ahí en esa cosa reservada esconde una gran sensibilidad…
–Es cierto, una gran sensibilidad contenida. Porque hay mucha sinceridad en el fisicoculturista. Porque vos elegís ser así en contra de muchos prejuicios y cánones sociales que existen. Por eso, cuando ves a un fisicoculturista que está siendo sensible, es real.
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