29 Dec “Los hijos de”, una nueva generación de ejecutivos con apellidos corporativos
Tienen en común que sus apellidos son un clásico del mundo corporativo. Comparten una vida signada por la carrera profesional de sus padres y la ‘genética del hombre de negocios’.
Sin embargo, eligen abrirse camino en rubros distintos. Monti, Mostany, Felices, Aguado, son sólo algunos de los protagonistas de una nueva generación de ejecutivos con pasado reconocido. Christian Monti se recibió de abogado en Wharton. Si bien decidió estar lejos del mundo del petróleo en el que su padre, Roberto, ex CEO de YPF es un experto y más cerca de la pantalla grande como VP de distribución de Warner Bros Picture Internacional en los Angeles, reconoce varios puntos en común.
“La vida corporativa era lo que yo conocía del mundo. Papá en un gran traje, con muchos viajes y en una empresa en donde lo cuidaban y desarrollaban era tan sólo un recuerdo de la niñez”, admite cuando se lo consulta. Desde pequeño supo adaptarse a lo que es una vida vertiginosa, con mudanzas cada dos años.
Tal vez por ello reconoce de su padre varios consejos: entre ellos quitarse los temas angustiantes a primera hora de la mañana para que luego no interfieran en la claridad mental del resto del día, también la importancia de aprender a delegar. El caso de Tomás Mostany (37) es similar.
El hijo de Jorge Mostany, el ex presidente de Ford ocupó su primer cargo gerencial a los 24 años: fue gerente de retail para Kodak, un cargo al que accedió cuando lo volvieron a llamar de la empresa en la que había dado sus primeros pasos profesionales. Mostany hijo estaba trabajando en Ford pero decidió renunciar. Una decisión que, por entonces, no convenció del todo a su papá.
Hoy, tras ser el máximo responsable del negocio de la región de América para Global Refund, la empresa sueca instalada en la Argentina desde hace 10 años, fue promovido a Italia. En el hogar de los Mostany, los lazos corporativos echaron raíces, la familia es una verdadera cuna de ‘ejecutivos’. De hecho los otros dos hijos varones de la familia, Agustín y Santiago, también crecen en organizaciones.
Familia numerosa
El caso de Jorge Aguado hijo tiene algunos matices. Cuarto hijo de siete hermanos y el primer varón de la casa, vivió los primero años de su vida acompañando a su padre en la actividad pública como gobernador de la provincia de Buenos Aires y ministro de Agricultura. Iba con el a todos los actos y se pasaba largos ratos en su oficina, recuerda Aguado hijo, quien con 30 años es gerente de Marketing Sur Latinoamérica de Dell para el mercado corporativo, canales y gobierno.
Cuando años después su padre pasó a la actividad privada en el Grupo Macri ya no pudo compartir tantas horas con él. “El mejor consejo que el viejo me dio fue que empezara mi carrera en una empresa”, hace memoria Jorge junior. Y le hizo caso. Al salir de la universidad con el título de ingeniero industrial ya estaba trabajando en IBM. Y a los 24 años ya era gerente de Marketing de Software para Argentina, Paraguay y Uruguay, empresa que dejó en 2006.
A pesar de su vertiginosa carrera, aun conserva el rito de encontrarse a solas con su padre una vez por semana para charlar de todo un poco. El país y las empresas son tópicos recurrentes para quien hoy es presidente de IDEA Joven.
Fue la carrera de Carlos Felices la que lo convenció de que una empresa multinacional era mejor para desarrollarse. Y también fueron los consejos de padre los que ayudaron a Diego a orientarse. “En un momento, tuve la tentación de salir de la empresa para emprender un proyecto personal, cosa que me aconsejó que no hiciera por el riesgo que implicaba en mi carrera. Pero entendió que quería probar. Tuve la suerte de hacerlo, de aprender mucho, y cuando surgió la posibilidad volví a GM, previo consejo paterno”, cuenta Felices hijo, quien admira la capacidad de su padre de dejar las complicaciones del trabajo en la oficina y dedicarse a la familia y amigos en su tiempo libre.
El joven ejecutivo espera algún día lograr la amistad y el respeto que su padre generó con tanta gente. “Ojalá esté en la genética”, señala. Y confía en que después de todo se cumpla aquella máxima que sostiene que, de tal palo, tal astilla.
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