16 Feb El despertar salvaje
Por Liz Valotta
Sudáfrica es seguramente el mejor sitio para enfrentarse cara a cara con esa imagen añorada que se tiene del gran continente negro. La de los tigres y su seductor andar, o los búfalos en bandas atravesando la pradera, o bien la de los rinocerontes en las lagunas viviendo en la sabana tan despojada. Y para comenzar a tomar contacto con este mundo, una primera alternativa para quienes llegan al país del sur de Africa es visitar Kagga Kamma, a 260 kilómetros de la ciudad de Capetown. Se trata de un territorio seco, donde un único alojamiento llamado Bushman Lodge se abre paso entre singulares formaciones rocosas que se desperezan en medio de 5.640 hectáreas desérticas. De las excursiones que allí pueden realizarse hay dos que no tienen desperdicio. Una es la salida nocturna que va en busca de animales como ciervos, zorros y antílopes entre senderos terrosos y accidentados. La otra es a plena luz del día, y consiste en llegar hasta la cercana aldea donde mora la tribu de los bosquimanos (bushmen), una antigua raza que desde hace siglos continúa viviendo como en un principio; casi sin contacto alguno con la civilización.
El Bushman lodge cuenta con 30 cabañas que se construyeron entre colinas de piedra, y un espacio para congresos y reuniones de hasta 40 personas, acceso a Internet, un restaurante de comida tradicional y un bar. En el momento de hacer el check-in, junto con la llave el huésped recibe una linterna. Sucede que, por las noches, los generadores quizá se apaguen, y entonces la sabana africana quedará iluminada sólo por la luna.
Pero para descubrir el territorio más áspero e indómito del continente, y recorrerlo en carros de la Segunda Guerra Mundial sin puertas ni techo que se encuentran de frente con cebras, leones o jirafas, habrá que partir desde Johannesburgo, en el nordeste del país. Del aeropuerto de esta metrópoli, centro económico y financiero de Sudáfrica, parten vuelos que en una hora aterrizan en Eastgate, una de las bases aéreas más utilizadas como entrada a las reservas de esta zona. Aquí, en el llamado Lowveld, 12.000 hectáreas de monte cobijan una profusa vegetación y vida salvaje en estado puro. Esta tierra de Kapama, una de las más exclusivas reservas de Sudáfrica, se ofrece desde la esencia del continente negro con campamentos o lodges inmersos en la pradera que cuentan con un gran nivel de comodidad y servicios.
Los alojamientos desde donde los rugidos de la selva se escuchan cercanos incluyen al Kapama Lodge, pero para lograr una relación más íntima con el monte, el Búfalo Camp tiene ocho exclusivas tiendas de campaña construidas sobre postes a la altura de las copas de los árboles. Para descubrir el escarpado territorio existen dos salidas diarias, una a la madrugada y otra por la tarde, que se adentran a la sabana con rangers que delinean los mejores circuitos para recorrer según la época del año. Los safaris generalmente duran tres horas y avanzan en caravana al paso de vehículos 4X4 con asientos para nueve personas, y permanecen comunicados por radio para conocer lo que se avista desde las respectivas posiciones, maximizando así la detección de manadas o especies para observar.
Un reino de vida salvaje
Kapama se ubica vecina a la región del afamado Parque Nacional Kruger, el más grande e importante del país. En sus dos millones de hectáreas viven 147 diferentes mamíferos, 507 especies de pájaros, 114 de reptiles y 33 de anfibios, todos compartiendo un ecosistema de complejo equilibrio. Aunque puede visitarse todo el año y cada estación tiene su atractivo en particular, durante algunas épocas es posible acceder a un espectáculo que incluye árboles y arbustos en flor, y arroyos llenos de vida donde llegan animales deseosos de refrescarse.
Aunque sin alcanzar el privado confort de Kapama, el Parque Kruger también ofrece alojamiento en cabañas con techos de paja, bungalows y chalets, aparte de restaurantes, cafeterías, tiendas de artículos regionales, salas de conferencias, campo de golf y piscina. Entre los hospedajes ideales para disfrutar de excursiones en la selva figura el Protea Hotel Kruger Gate, situado junto al río Sabie y a sólo 100 metros de la Paul Kruger Gate, una de las entradas principales a la reserva.
Por otra parte, en la frontera oeste del Parque Kruger, en el corazón de la magnífica reserva Sabi Same (siempre en la provincia de Mpumalanga), el Singita es otro de esos sitios capaces de conjugar la experiencia de un safari con las más lujosas prestaciones hoteleras. Cercada por enormes árboles añejos, la elegante fachada colonial del Ebony Lodge de Singita atesora nueve suites provistas de todo lo necesario. Con un estilo más contemporáneo, el Boulders Lodge ostenta una original estética que abunda en muebles y objetos típicos de la región.
Dispuesto al servicio de los huéspedes desde el amanecer, en este resort se encuentran varios móviles capaces de transitar un accidentado territorio en el que se contemplan infinidad de plantas, además de leones, leopardos, elefantes, búfalos, jirafas, cebras, monos y rinocerontes. Para un posterior relax, el lugar cuenta con un suntuoso centro de salud que brinda completos tratamientos y masajes, así como un moderno gimnasio.
Por último, y tan sólo a 90 minutos en auto desde Johannesburgo, el Bakubung Bush Lodge se ha posicionado como uno de los alojamientos más concurridos del área, y no sólo para el turismo, sino también para encuentros de trabajo. Está ubicado dentro del Parque Nacional Pilanesberg, dueño de una exuberante vida animal que es visitada en jeep dos veces al día. El genuino y confortable ambiente de las instalaciones, un ágil servicio, pero por sobre todo una excelsa gastronomía sirvieron para enaltecer al hospedaje que suma acceso a Internet y una pileta rodeada de árboles.
EL CRONISTA