18 Nov Diane Keaton, entre la bulimia y Woody
Por Patricia Kogut
“Sé que esta entrevista solamente ocurre porque una vez fui Annie Hall en el cine. Fue el papel más importante de mi vida, una oportunidad increíble que Woody Allen me dio, y el fundamento de mi carrera”, afirma Diane Keaton.
Sin embargo, agrega, “es el presente lo que me interesa, y hoy el personaje más cercano a mí es el de Alguien tiene que ceder (2003), una mujer madura como lo soy actualmente”.
Huir del presente puede ser una sabia decisión, pero fue para hacer las paces con el pasado que escribió Ahora y siempre, autobiografía que la Editorial Objetiva lanzará la próxima semana.
El libro trae una conmovedora mezcla de textos extraídos de los 85 diarios dejados por su madre, Dorothy Keaton Hall, muerta en 2008, con otros de la propia actriz. Es una superposición de visiones de la vida. Hay sintonías y desajustes de tono e, invariablemente, una búsqueda de la propia identidad. El cruce de esas dos trayectorias define a Diane de la primera a la última página.
“Soy ante todo la hija de mi madre”, dice ella. “Releer sus diarios fue una experiencia dolorosa, incluso devastadora. Repensé toda nuestra relación, enfrenté fantasmas, reviví el pasado. Pude constatar cuánto se dedicaron ella y mi padre a mí, y me di cuenta de cuánto debo agradecerles por eso. Y también ver la dimensión de mi amor por ellos, profundo y verdadero. Tuve que enfrentar mi egoísmo, arrepentirme de lo que los hijos hacen cuando están creciendo, que es dejar de lado a los padres para poder seguir con su vida”.
Vocaciones
Diane siempre supo de la existencia de los diarios y de la vocación de su madre de escribir textos y “adorar proverbios, citas y lemas”. Dorothy mantuvo la costumbre de desparramar mensajes por la casa casi hasta el fin, cuando fue vencida por el Alzheimer. Diane la describe como “una artista en busca de un medio de expresión”. Ella, que ya había encontrado cómo expresarse mediante el cine, descubrió otro camino artístico con esta biografía: ahora es también escritora. Actualmente prepara un libro de ensayos.
Con Dos extraños amantes, en 1977, Diane influyó en la moda usando un vestuario andrógino, ropas largas, corbatas y sombreros, una mezcla que cayó como un guante en el vocabulario feminista de las mujeres de la época. La relación con la moda no pasó. Está presente en su nueva aventura como escritora: un ensayo sobre la belleza. Lo que se gasta en la apariencia y la obsesión por la perfección son los temas del libro que prepara. ¿Será un ensayo filosófico?
“No soy filósofa”, ríe. “Es una reflexión libre. Es un desafío mayor que hacer Ahora y siempre, porque no tengo como guía las palabras de mi madre. Debo encontrar las mías”.
“Encontrar las palabras” es algo que Diane conoce bien. Fueron las palabras dichas en el diván de la Dra. Felicia Lydia Landau, una judía polaca, las que la libraron de la bulimia, disturbio que la acompañó durante cinco años después de abandonar la casa de sus padres para ir a vivir en Nueva York al comienzo de su carrera. Ni siquiera Woody Allen, su pareja de entonces, sabía lo que le pasaba. Padecía acidez, indigestión, menstruación irregular, presión baja y un dolor de garganta que no cedía.
En el libro describe los detalles: “Woody no tenía idea de lo que yo hacía en la privacidad de sus `toilettes`. Se asombraba de mi extraordinario apetito y decía que lo absorbía todo. Siempre vigilante y siempre atenta, me cuidaba para que no me descubriese”, cuenta en el libro. La analista fue sugerencia de él, quien aunque no sabía nada de la bulimia se daba cuenta de sus inseguridades. “No conseguía trabajo, tenía 25 años. ¿Qué hacer? No bastaba con ser la enamorada de Woody, una Ali MacGraw venida a menos. ¿Qué iba a pasar? ¿Debía desistir?”, se pregunta.
Tras un año de frecuentar el consultorio de la Dra. Landau, consiguió hablar: “Me meto el dedo en la garganta tres veces por día y vomito. Estoy vomitando desde hace años. Soy bulímica. ¿Está bien? No tengo la intención de parar. Nunca…”. Seis meses después paró.
“Es una enfermedad terrible, con la que lidié muy mal al principio”, dice. “El psicoanálisis me ayudó a vencerla. No solamente no le contaba a nadie lo que me pasaba, sino que estaba dispuesta a seguir para siempre con aquello. Era una glotona. Y también por completo cuando logré hablar. Le debo mucho a aquella analista, paré gracias a ella. Lo superé. Hoy tengo una alimentación balanceada, no como carne ni pescado. Me cuido. Pasó. Pero hablar fue fundamental. Es lo que recomiendo a quien esté pasando por eso”.
PASIONES. La actriz se refiere a la pasión por Woody Allen como algo que ocurrió muy naturalmente durante los ensayos de Sueños de un seductor. Fue una mezcla de ficción y realidad. “Me apasioné por Allan (el personaje de Woody), como en el texto, pero también por Woody. ¿Cómo no? Estaba apasionada antes de conocerlo, era Woody Allen… Era tan moderno, con lentes gruesos y trajes `chics`. Pero fueron sus modales los que me conquistaron, los gestos, las manos, los ojos bajos en gesto de autodesprecio”.
Woody Allen es importante en su vida hasta hoy, y no solamente en el pasado.
“Seguimos siendo amigos, muy amigos, y no lo digo de la boca para afuera”, explica. “Claro que tenemos un pasado común para recordar”.
Ventajas de la maternidad y la madurez
Con 66 años, Diane Keaton es la madre de Dexter, de 14, y Duke, de 11, ambos adoptados. En uno de los más hermosos pasajes de Ahora y siempre, Diane describe la llegada de Dexter y explica el nombre que eligió para su hija. “Quería un nombre con D a causa de su abuela Dorothy, de su tía Dorrie, y de su madre, yo, Diane. Dexter es una reducción de `dexterous`, que significa diestro, buena con las manos… Tal vez sea agraciada. Tal vez adore la música. Espero que le guste el nombre, y si no, puede cambiarlo… Creo que las personas se transforman en quienes quieren ser. En cierta forma, creamos lo que somos. Y aquí aparece un tema para la discusión: siempre hay alguien que se acerca y me pregunta “¿es su nieta?”.
Interrogada sobre las ventajas de ser madre a esta altura de su vida, hace una pausa. “Hay ventajas y desventajas”, dice.
“Hoy soy más reflexiva, tengo más experiencia, conozco mejor la vida”, razo- na. “También estoy más disponible para la maternidad que cuando estaba construyendo mi carrera, filmando mucho, viajando”.
Aunque el casamiento no está entre sus planes, resiente la falta de una pareja para educar a los hijos.
“Soy madre soltera, y no es fácil. Un hombre es esencial, ayudaría mucho para dividir las tareas y acompañarme”.
EL PAÍS DIGITAL
Posted by Mário Rozano