Borges y Bioy Casares: un vínculo que aún desata pasiones

Borges y Bioy Casares: un vínculo que aún desata pasiones

Por María Elena Polack
Una clase de literatura universal para aclarar errores históricos. Un sinceramiento público de desencuentros privados que se sobrellevan con delicadeza desde hace décadas. Y la decisión de cerrar filas con los amigos que no pueden aclarar por sí mismos lo que ellos han vivido durante 56 años, simplemente porque han muerto hace tiempo.
Ése podría ser el resumen de la actitud de buena parte de los escritores argentinos frente a las revelaciones de María Kodama sobre lo que ella dice ahora que le decía su marido, Jorge Luis Borges, de su colega Adolfo Bioy Casares.
El 14 de octubre, Kodama concedió una entrevista a LA NACION en Nueva York y sorprendió al decir: “Bioy es el Salieri de Borges, que lo consideraba un cobarde”. Y añadir que era “un desecho humano” por revelar en una autobiografía la identidad de sus amantes.
La respuesta pública tardó diez días, aunque en la intimidad del ámbito literario provocó enojos y rechazos casi de inmediato. Hubo un gran debate sobre si correspondía darle una respuesta a la viuda del escritor, a la que no consideran parte del mundo de las letras
La controversia giraba, además, en torno de si se debían precisar algunas de sus imprecisiones sobre el vínculo de Borges y Bioy Casares, y sobre la utilización de la figura de Salieri.
Porque una cosa es la historia de Antonio Salieri y su relación con Mozart, a quien admiraba y envidiaba por quedar opacado por sus brillantes dotes musicales, y otra cuestión distinta es la obra del poeta ruso Alexandr Pushkin, que se permite sugerir su papel de envenenador.
A partir de allí, muchos han utilizado el término “ser el Salieri” de alguien notable como sinónimo de “ladrón” de su obra. Hasta León Gieco escribió una canción exitosa y pegadiza, “Los salieris de Charly”, en la que plantea: “Somos del grupo los salieris de Charly, le robamos melodías a él, ah, ah, ah…”.
El primer paso para tratar de volver a poner a los personajes en su lugar lo dieron los escritores María Esther Vázquez, Alejandro Vaccaro, Roberto Alifano, Horacio Salas, Ernesto Fernández Núñez, Nélida Pessagno, Vicente Battista, Juano Villafañe y Vlady Kociancich.
Todos coincidieron en la necesidad de desagraviar a Bioy Casares, lo que implicaba también rescatar la figura de Borges y distanciarla de las apreciaciones de su viuda.
Mientras se definían lugar y hora de la convocatoria pública, el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Alejandro Vaccaro, rechazaba institucionalmente las declaraciones de Kodama sobre Bioy Casares.
“Tildarlo de «desecho humano» y de «cobarde» es un agravio gratuito e inmerecido a quien transitó con éxito su larga vida literaria, gran parte de ella junto a su amigo Jorge Luis Borges.”
El 24 de octubre  fue el día del desagravio. Más de un centenar de autores vinculados con la SADE se reunieron en la sala Leopoldo Marechal de la Casa Leopoldo Lugones, ubicada en Uruguay 1371, de esta ciudad. Y para que a ningún asistente le quedaran dudas sobre qué había dicho María Kodama se entregaban fotocopias de la entrevista publicada por LA NACION.
Hubo tres oradores y más de un centenar de cartas de adhesión de entidades y autores de todo el país y del exterior, como el presidente de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, Jorge Reynaldo Vanossi; el Centro de Estudios Gardelianos, y la Unión Hispano Mundial de Escritores.
En su mensaje, Vanossi calificó la actitud de Kodama hacia Bioy Casares como “un ataque mezquino de quien carece de toda calidad”.
La desazón del público podría medirse con los casi cuatro minutos de aplausos de pie que ofrendaron a los dos escritores amigos al término de la ceremonia.
La exasperación de los panelistas sobre la figura de la viuda de Jorge Luis Borges podría medirse en el tiempo en que evitaron pronunciar el nombre María Kodama: los primeros 20 minutos del acto.
El presidente de la SADE, Alejandro Vaccaro, planteó que un hecho “negativo” como las declaraciones de la viuda de Borges se iba a convertir en “un hecho positivo” como era rescatar la amistad y la calidad de ambos escritores. “Ningún libro puede generar un agravio o un insulto”, planteó Vaccaro.
También admitió que hubo divergencias sobre si responderle o no a Kodama porque son muchos los escritores que consideran que la viuda de Borges “no existe” para el ámbito literario. Y comentó que había conversado con una nieta de Bioy Casares que no se sorprendió de la situación porque no era la primera vez que se refería de una manera despectiva a la figura de su abuelo.
El poeta, narrador y ensayista Roberto Alifano fue secretario de Borges entre 1974 y 1985. Con el autor de Historia universal de la infamia tradujo Fábulas de Robert Louis Stevenson, poesías de Hermann Hesse y relatos de Lewis Carroll. Y obtuvo el Premio de la Crítica Española, en 1987, por su obra Borges, biografía verbal . Por su fuerte vínculo con Borges, se permitió recordar algunas conversaciones. “Cuando empezamos a trabajar juntos, él era en realidad el maestro”, le contó Borges sobre Bioy a Alifano.
Y amplió: “Los grandes interlocutores de Borges fueron Bioy y Silvina Ocampo. Con Bioy tuvieron 56 años de amistad y buena parte de la obra de Borges está hecha por los dos. Hasta lo llamó dos días antes de su muerte, desde Ginebra, para despedirse”.
A Alifano se lo notaba tan contenidamente disgustado que hasta tuvo un acto fallido al hablar de Salieri: “Pensar que fue el que envenenó a Borges, perdón a Mozart, es un verdadero disparate. Es tener mala información y no conocer los hechos como sucedieron”.
Y advirtió: “Al querer ofender a Bioy se ofende a Borges. Si Borges aceptó la amistad de un desecho humano y de un cobarde, entonces también lo era Borges. Los muertos no tienen defensa y estas cosas, si se las deja así, se convierten en injurias”.
Casi no pronunció el apellido Kodama, pero la recordó como “una señorita que acompañó a Borges, que fue un poco la enfermera, que tiene intereses económicos y que vive de los derechos de Borges”.
Nélida Pessagno, vicepresidenta de la SADE, consideró que la actitud de Kodama “es el único recurso de quien no sabe manejar sus emociones y que se guía por una cuestión de propiedad. Apelan al agravio los seres inseguros e inferiores”.
“Borges no puede ser de nadie. Y Bioy fue reconocido por sus pares. Nosotros reivindicamos la memoria de nuestros escritores”, concluyó Nélida Pessagno.
LA NACION