07 Oct Bahía, Tierra de novela
De Salvador a Ilheus, pasando por playas de ensueño, el periplo que regala Bahía cuenta mucho acerca de uno de sus hijos dilectos, Jorge Amado, el escritor bahiano por excelencia que pintó su tierra como ningún otro.
Salvador es una ciudad vibrante. El repiquetear de los tambores estremece desde el Pelourinho, el pintoresco casco histórico, hasta las playas de Barra, Ondina e Itapuá. El Pelourinho, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1985, es un revitalizado polo cultural y turístico. Aquí se encuentra la Fundación Jorge Amado, un museo que funciona en la casona que fue su hogar. Desde allí, entre recuerdos del hombre que describió con fidelidad la cotidianidad de la ciudad, se obtiene una de las mejores vistas de este barrio. Además, en el Peló, como lo llaman cariñosamente sus moradores, se hallan varias de las iglesias de la ciudad que, dice, tiene tantos santuarios como días del año. Los portugueses dejaron su marca indeleble, pero los afrodescendientes son quienes marcan el pulso a fuerza de costumbres como la capoeira, antigua lucha que los esclavos supieron transformar en danza para desorientar a los conquistadores. En la transitada Praça da Sé, los capoeiristas asombran con sus piruetas imposibles.
El hito de esta ciudad, su frenético carnaval, la fiesta callejera más grande del mundo (según e el libro Guinnes de los Récords), está presente en la vasta obra de Amado, por ejemplo El país del carnaval, su primer libro, que escribió a los 18 años. Aquí también abundan los rituales, como la Fiesta de Iemanjá, dedicada a una de las orixás (dioses) más populares del panteón yoruba. Amado le rindió homenaje en Mar Muerto, una de sus primeras obras.
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La senda de Itacaré
Los surfers llegaron hace unos 15 años a la playa de Tiririca, y cambiaron sta villa pescadora y campesina para siempre. Así es la Itacaré de hoy: repleta de chicos que caminan tabla en mano, crepúsculos y lunas que se reflejan en el mar, noches de bares y mucha música. La trilha das quatro praias es un sendero en medio de la selva que conecta las playas más lindas del lugar. El trekking lleva unas tres horas hasta la playa de Itacarezinho, destino final. Luego de un inenso día de playa, la noche se enciende en la rua Pituba, el sitio ideal para disfrutar de capirinhas, caipiroskas y caipifrutas; bandas en vivo, reggae y forró (el típico ritmo nordestino), donde la diversión se extiende hasta bien entrada la madrugada.
Pero si hay un paraíso, debe ser aquí, en la bella Península de Maraú. Para llegar basta una hora de navegación desde Camamú – 50 kilómetros al norte de Itacaré- entre manglares e islas donde viven los epscadores que aún practican el oficio de manera artesanal. El barco pasa por la Ilha Grande y la mínima Ilha da Pedra Furada (Isla de Piedra Agujereada), un paraíso privado que tiene como atractivo una gran piedra con un enorme agujero en el centro. En Maraú hay playas con piscinas naturales, manglares, cocotales, lagunas de agua dulce y arrecifes de coral. Es casi una obligación llevar el snorkel y sumergirse en sus aguas cristalinas, perfectas para bucer.