Cazador de ideas

Cazador de ideas

Por Julia Gonzalez
Prolífico escritor y compositor, el uruguayo Leo Maslíah dice que, a pesar de sus cuarenta años de carrera, aún no tiene idea de cuál es el motor inspirador de su grotesco y particular universo artístico.
No sé”, responde lisa y llanamente el músico y escritor Leo Maslíah cuando se le consulta acerca del origen de su inspiración, como librando al azar esa chispa que lo convierte en uno de los cantautores, monologuistas y escritores con un sentido del humor inteligente que hace, no sólo reír, sino también reflexionar al público. Dedicado en partes iguales a la música y a la escritura, el uruguayo tiene alrededor de cuarenta libros publicados y la misma cifra en discos editados. Basta imaginarlo entonces todo el día componiendo o pescando algún pensamiento para dejar que su pluma simplemente se explaye. “Las ideas ya son en sí mismas literarias o musicales, o las dos cosas combinadas; o teatrales, ya que se me dieron cosas también en ese lenguaje con el que escribí y dirigí una decena de obras, algunas de las cuales son frecuentemente representadas por distintos elencos en varios lugares. Algunas ya vienen bastante elaboradas, quizá inconscientemente, a través de los años, y otras requieren mucho trabajo para llegar a algo comunicable”, se sincera el músico.
Tras haber editado en los últimos años los libros de relatos “Cuentos de Pompeyo”, y “Fábulas, parábolas y paradojas”, Maslíah volvió con su propuesta de irónico humor a los escenarios porteños y se presentó en Rosario.Y a pesar de ser un autor de los llamados “de culto” y con casi cuarenta años presentándose en los escenarios, el músico encuentra dificultades a la hora de difundir su obra por ser un artista que no pertenece a los productos de consumo masivo.
Sin embargo, sigue componiendo y trabajando en cosas nuevas, “pero nadie va a saber diferenciarlas de las que no lo son”, dispara. A casi cuarenta años de su debut en los escenarios, el músico sigue girando con varios proyectos, como La Orquestita, una formación instrumental que hace arreglos de músicas de distintos autores; y el dúo con Lucía Gatti, con quien grabó “Cantanotas”, a partir de su incorporación a la banda de Masliah.
¿Que recordás de tu debut en el escenari en 1978?
En ese año debuté “oficialmente” cantando y tocando canciones, pero cuatro años antes había comenzado ya como instrumentista, ejecutando la parte solista de un concierto para órgano y orquesta de cuerdas de Haendel. De ese debut cancionístico te puedo contar que fue en el marco de un recital compartido con Juan Peyrou y Luis Trochón, que ya tenían una trayectoria en la canción popular. Fue en un local de la Cinemateca Uruguaya en el subsuelo del cine Pocitos y cuando llegué me acuerdo que con Ricardo Casas, que ahora es realizador de documentales y productor de Divercine, que formaba parte de Cinemateca desde hacía poco tiempo, barrimos el lugar y acomodamos las sillas para cuando llegara el público.
¿De dónde surge ese humor que usas en tus canciones y monólogos?
¿Se puede decir de dónde surge cualquier tipo de expresión artística? Yo creo que se puede decir algunas cosas en el plano del surgimiento de corrientes artísticas, o cosas
así, pero explicar por qué un individuo determinado sale con cierta cosa específica, es terreno del psicoanálisis o de la neurología del futuro, pero no de alguien que no se haya dedicado a estudiar paciente y concienzudamente su propia mente o la de quienes hayan generado aquello de cuyo surgimiento se quiere conocer el origen.
¿Cuál es el proceso de escritura?
En mi caso hay varias líneas distintas. Algunas novelas las escribí como si las estuviera leyendo, o simplemente viviendo en su mundo y enterándome a cada momento de lo que iba pasando. Otras, así como muchos cuentos o textos sin una forma rotulable, obedecen a algún tipo de plan, que puede ser argumental o consistir en la decisión de usar cierto tipo de recurso formal.
¿Tenes algunas reglas o normas a la hora de escribir un libro?
Creo que es importante señalar que yo no escribo libros, sino cosas de distintos tipos que después son publicadas en libros, o no. Digamos que las reglas o normas que establezco son de cada trabajo, de cada emprendimiento, a veces pueden ser abandonadas por el camino o sustituidas por otras, pero no genrales en el sentido de que abarquen todo lo que escribo.
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