28 Aug Un equipo muy serio
Máximo Randrup
Acaso motivado por la buena señal reciente, en la que diversos conjuntos pequeños se consagraron en el ámbito local, Colón siente que éste puede ser su momento. Suele empezar de primera el equipo santafecino: gana, gusta, se aleja. Luego, con el transcurrir del tiempo, se cae, trastabilla, comienza a perder. Parece que Colón aprendió la lección de su pasado: cree que ésta puede ser la llave que transforme sus viejas intenciones, que suelen caer en saco roto. Anoche, con una digna actuación, robusta desde la solidez y con algunos picos prometedores, como el pibe Mugni, superó a Estudiantes, en La Plata, por 2 a 1. Y está primero, arriba de todos, sellada la cuarta fecha del incipiente torneo Inicial.
Qué tiene, qué le falta. En realidad, es una formación jovial, con promesas de buen pie y una sólida estructura global. Roberto Sensini prefiere el toque, la circulación y la explosión… cuando actúa como local. De visita, lejos de Santa Fe, tal vez se transforme en una versión más cautelosa, algo apática por momentos y sin la tenencia del balón. Sin embargo, cuando olfatea a la presa, no falla. Tiene personalidad para vestirse de fiesta y para luchar en la batalla.
Mugni es su bandera, respaldada por hombres de experiencia, como Pozo, como Moreno y Fabianesi, como Bastía, como Prediger. Experiencia al servicio de las nuevas generaciones, que asoman y piden pista, todas con el sello de las interesantes divisiones menores. Tiempo al tiempo: a Colón no le sobra nada. Aunque algo mucho mejor le acontece: tiene lo justo y necesario para no bajarse las medias.
Estudiantes desconcierta un poco. Gana de visitante y pierde de local. Del 1-0 a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro a la derrota de anoche, en su casa, ante su gente. No tuvo a Román Martínez, es cierto, pero tampoco tuvo fútbol ni potencia ofensiva. Con la pelota en buena parte del desarrollo, pero con timidez para llevar a cabo sus buenas intenciones. Este León no es el rey del bosque: le faltan liderazgo y voz de mando.
Colón lo esperó, en casi todo momento. Y cuando entendió el mensaje, avanzó con fuerza, velocidad y criterio. Como en aquel gran pase de Prediger a Caire, el defensor que llegó al fondo de la cancha con sorpresa y una buena definición. Se desesperó Estudiantes, aunque tuvo su premio a tanta insistencia durante la parte final, luego de un buen circuito ofensivo, finalizado por Carrillo, un chico de la casa con vocación de red.
Sin embargo, Estudiantes no lo remató. No tuvo puntería. Tampoco, capacidad defensiva, ya que la última línea, compuesta por tres defensores (Angeleri, Ré y Desábato), ofreció una dosis de ventaja inusual en Primera. Una doble mano en el área (primero, Auzqui, luego, Desábato), permitió un penal para Colón, a cinco minutos del cierre. Moreno y Fabianesi, un volante con mucho gol (66 goles en 393 partidos de torneos de AFA), marcó el tiro con la clase de los grandes. Lo celebró con su tradicional pose de Torero, tal su apodo, a pesar de que tuvo un pasado efectivo en Estudiantes.
El León es un equipo desinflado. Colón, el líder, es una formación alimentada por una buena dosis de optimismo. Esa que mueve montañas.
LA NACION