19 Aug Consulta, búsqueda, crecimiento
Por Luis Aubele
El tarot es verdaderamente una máquina filosófica que aparta la mente de la divagación al tiempo que le deja su iniciativa y su libertad; es matemática aplicada al Absoluto, alianza de lo positivo y lo ideal; tal vez la concepción más simple y grandiosa del genio humano”, lee Sergio Barreiro, investigador y profesor de tarot. Y sigue con la lectura: “Un prisionero, sin otro libro que el tarot, si supiera cómo utilizarlo, podría en pocos años adquirir un conocimiento universal y hablar de todas las disciplinas con cultura inigualada y elocuencia inagotable”. El autor de estas palabras es Eliphas Lévi, ocultista francés del siglo XIX. “Tal vez la imagen parezca exagerada, pero es notable lo que ocultistas y místicos alcanzaron ayudados en su meditación por las imágenes del tarot”, aclara.
Arcano sin número. Se sabe: el tarot consta de 22 arcanos mayores y 56 arcanos menores. Los arcanos mayores (la Sacerdotisa, los Enamorados, el Carro, el Sol, etc.) constituyen una serie de símbolos que revelan una estructura profunda de arquetipos, están numerados del 1 al 21 (desde el Mago hasta el Mundo) y tienen un arcano sin numeración, símbolo del misterio que el consultante aspira a resolver. Esa carta es el Loco.
Leyes de perspectiva. “El tarot genera una fascinación que parece inexplicable. Muchas personas, sin conocimiento de los símbolos, coleccionan mazos y hasta usan las imágenes como inspiración. Artistas como Dalí, Xul Solar o Gustav Klimt pintaron sus propias versiones, y es curioso observar cómo esas imágenes, que a veces contradicen las leyes de la perspectiva o que van a contramano de toda lógica formal, subyugan la conciencia humana. Todo esto sin mencionar la enorme curiosidad que despierta como práctica adivinatoria.”
Lenguaje sin tiempo. Mientras las fuentes históricas rastrean el origen del tarot en las cortes del norte de Italia del siglo XV, donde el tarot Visconti Sforza es el más antiguo que se conserva casi completo, ocultistas franceses de los siglos XVIII y XIX ubican su origen en el antiguo Egipto. Se pueden distinguir tres facetas del tarot: una es la adivinatoria, de consulta; otra es el viaje del héroe , es decir, su faceta psicológica, la búsqueda y el reencuentro con uno mismo, y la tercera es la vía de conocimiento profundo y crecimiento e integración espiritual. Así, el uso como elemento de consulta es una consecuencia importante, pero no constituye su esencia.
Música. “En un curso de tarot, donde se apunta a una aproximación seria y profunda a los símbolos de las cartas, uno de los métodos es apelar a algo que vaya más allá de la explicación intelectual, que no es suficiente para movilizar la intuición y la emoción. En mi caso, considero la música una excelente vía para trascender lo racional y tomar contacto con la energía del arcano. Por otra parte, sugiero conectarse directamente con las imágenes sin juicios previos. También, usar los arcanos mayores del diseño tradicional del tarot de Marsella”, indica Barreiro.
Símbolo del infinito. Un ejercicio de observación a partir de la carta número uno, el Mago, un caballero con un sombrero con el símbolo del infinito y una vara en la mano izquierda, que está hacia arriba, y con una moneda en la mano derecha, que está hacia abajo, y una vestimenta que intercala azul, rojo y amarillo. “El caballero está de pie y frente a elementos que parecen guardar analogía con los elementos básicos de los arcanos menores, como monedas (oros), cubiletes o cuencos (copas), un cuchillo (espadas) y una vara (bastos). Está de pie y no sentado. ¿Qué significa esto? Evidentemente denota una posición activa. ¿Qué número tiene la carta? ¡El uno! ¿Sugiere que la carta pueda referir a la unidad? ¿Qué sugiere que su ropa una colores opuestos? ¿Qué nos dice que tenga a disposición los elementos representados por los arcanos menores? ¿Qué indica el infinito sobre su sombrero? ¿Y la vara de su poder arriba y la moneda en la mano que apunta hacia abajo? Sus manos uniendo el arriba y el abajo, los nexos que establece con los elementos, y aun los colores de su ropa, todo indica que él representa el intento de volver a lograr la unidad, de materializar el espíritu (de la vara a la moneda) o de espiritualizar la materia (de la moneda a la vara). ¡He aquí un alquimista!”
Manipulador astuto. Pero el Mago tiene también una parte oscura: puede ser el guía espiritual que nos llevará al reencuentro con nosotros mismos y la otra realidad? o un astuto manipulador que sólo desea asombrarnos con sus trucos. “Encontrarlo es una elección que está en nosotros. Si sinceramente buscamos la verdad, nuestro guía será ese ser luminoso y sabio que habita en lo más profundo de nuestro interior. De lo contrario, fatalmente, siempre terminaremos deambulando por el mundo oscuro del Mago”, concluye Piñeiro.
LA NACION