11 Dec Premian a tres maestros de la síntesis de moléculas
Por Nora Bär
El mundo natural ofrece innumerables sustancias potencialmente benéficas para el ser humano. Pero hay un problema: muchos organismos las producen en cantidades tan pequeñas que harían imposible su uso en gran escala.
El Premio Nobel de Química de este año se concedió ayer a tres científicos que descubrieron cómo replicar la estructura de esas moléculas en el laboratorio y la industria en forma sencilla y muy precisa.
Trabajando separadamente, Richard F. Heck, profesor retirado de la Universidad de Delaware, Ei-ichi Negishi, de la Universidad Purdue, Estados Unidos, y Akira Suzuki, de la Universidad Hokkaido, en Japón, introdujeron el uso del paladio, un metal noble, como el oro o el platino, para establecer enlaces entre átomos de carbono, el elemento básico de la arquitectura de la vida. La técnica se llama “reacción carbono-carbono catalizada por paladio”.
“Estas reacciones son fundamentales para la farmacología y la medicina -explica Oscar Varela, director del Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA-. Así pueden obtenerse moléculas más grandes con enlaces muy resistentes a la degradación. Antes de los aportes de Heck, Negishi y Suzuki, se utilizaban compuestos organometálicos, que eran muy susceptibles a la humedad, al oxígeno del aire… El hallazgo fue que se podían evitar estos problemas reemplazándolos por partículas de paladio.”
“Desarrollaron una herramienta para hacer moléculas complejas -agrega Alberto Boveris, decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA-. Esto permite producir sustancias biológicas que se aíslan de organismos vivos en cantidades ínfimas.”
Las moléculas biológicas están compuestas por un esqueleto de átomos de carbono, pero los enlaces carbono-carbono también tienen un papel preponderante en otros campos. “La síntesis orgánica se usa para cuanta cosa uno pueda imaginar -dice Boveris-: plásticos, electrónica… todo incluye carbono.”
En 1968, Heck publicó una serie de trabajos en los que describía cómo había sido capaz de vincular un anillo de átomos de carbono con otro fragmento de este elemento para obtener estireno, uno de los principales componentes del poliestireno (un plástico que se utiliza en la fabricación de envases).
De allí en más, tanto Negichi como Suzuki desarrollaron sus propias reacciones carbono-carbono catalizadas por paladio y se pudieron sintetizar cada vez compuestos más complejos. “Anualmente se publican decenas de trabajo sobre este procedimiento -cuenta Varela-. La reacción es relativamente simple y se puede hacer en escala industrial o en el laboratorio.” En 1994, los científicos pudieron replicar una gigantesca molécula utilizando la reacción de Suzuki, informa la Academia Nobel. Es la palitoxina, aislada de un coral de Hawai en 1971, que consiste de 129 átomos de carbono, 223 de hidrógeno, tres de nitrógeno y 54 de oxígeno.
En la actualidad, la técnica es un importante instrumento para la búsqueda de nuevos medicamentos en la farmacia del océano. A partir de una ascidia (también llamada “chorro marino”) de las Filipinas, por ejemplo, sintetizaron la diazonamida A, que mostró efectividad contra el cáncer de colon. “En general los compuestos vegetales y animales son metabolitos secundarios, que los organismos sintetizan en cantidades mínimas. Resulta poco práctico aislarlos de fuentes naturales. En cambio, estas reacciones permiten producirlos [o modificarlos] por síntesis química”, concluye Varela.
El descubrimiento (Infografía)
http://www.lanacion.com.ar/herramientas/galeria-infografias/infografiasEmbed.asp?nota_id=1312477&multimedio_id=37932&multimediofile_id=52472