02 Aug El último acto del gran provocador
El escritor y dramaturgo norteamericano Gore Vidal murió ayer, a los 86 años, como consecuencia de una neumonía, en su casa de Hollywood Hills, en Los Angeles. Una verdadera institución de la literatura norteamericana y mundial que dejó un legado personal y político de magistral factura.
Menos conocido en el extranjero que Norman Mailer o Truman Capote, se destacó por su gusto por la provocación, pero principalmente por una cultura y una capacidad de trabajo excepcionales. “Al final de su vida, Vidal […] se consideraba el último representante de una especie, y sin duda tenía razón”, subrayó ayer The New York Times en su nota de despedida.
Hijo de un oficial de la fuerza aérea norteamericano, nieto de un senador y primo del ex vicepresidente Al Gore, Eugene Luther Gore Vidal, quien a los 14 años se hizo llamar simplemente Gore Vidal, había nacido el 13 de octubre de 1925 en la academia militar de West Point, en el seno de una familia patricia.
Tras el divorcio de sus padres, su madre se casó con Hugh Auchincloss, quien desposaría luego a la madre de Jackie Kennedy. Gore Vidal se convertiría después en íntimo amigo del presidente John Kennedy y de la familia. En 1948, sacudió a la crítica de los Estados Unidos con su tercera novela, Un joven cerca del río, un sereno alegato homosexual inspirado en un amor de juventud, Jimmy Trimble, muerto en el Pacífico mientras prestaba servicio en los marines. Era millonario y famoso, y comprometido a exponer un sistema a menudo dirigido por hombres a los que conocía de cerca. Durante los días del presidente Franklin Roosevelt, uno de los pocos líderes a los que Vidal admiró, se lo habría considerado “traidor a su clase”. En cambio, para Vidal, los verdaderos traidores eran los defensores de su clase.
Vivió en Italia con Tennessee Williams y tuvo al escritor Jack Kerouac como amante. Deslizaba en sus escritos una indignación natural hacia el conservadurismo moral y sexual de la sociedad norteamericana. La identidad sexual fue nuevamente tema de su novela Myra Breckinridge, de 1968.
Descubrió París luego de finalizar la Segunda Guerra Mundial. “Después de la guerra, Francia fue el centro de la civilización”, declaró en 1999 en una entrevista a una agencia de noticias. “Entonces viví un período extraordinario, en compañía de artistas como Jean Cocteau y André Gide, entre otros.” Ecléctico, Vidal explicaba que el escaso interés del público francés por su obra se debía a que “en Francia se necesita encasillar a la gente”. Y Vidal era como escritor muchas cosas menos encasillable. “Yo hago todo lo que me divierte, pero en todos mis libros la voz es la misma”, insistió este hombre que vivió 32 años en Ravello, al sur de Nápoles, y que regresó definitivamente a Los Angeles en 2005 por razones de salud.
Escribió 25 novelas, inspiradas en la historia y en la vida política de Estados Unidos (Burr, Lincoln, 1876) o sátiras (Kalki, Duluth); una decena de ensayos; obras de teatro, y guiones para films (De repente el último verano, Ben-Hur). Su autobiografía, Palimpsesto (1996), fue traducida en varios idiomas.
Entre sus múltiples facetas, Vidal fue filmado por Federico Fellini en Roma, y también puede ser visto en Gattaca, un film de 1997. Es conocido también por su participación en intensos debates televisivos. Fue candidato sin éxito a cargos políticos bajo la bandera del Partido Demócrata en 1960 y 1982. Hostil a toda intervención norteamericana en el exterior, criticó incluso la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, posición que escandalizó en su país.
La edad no mermó su combatividad: a los 81 años criticó ferozmente al entonces presidente republicano George W. Bush acusándolo de haber llegado a la presidencia mediante el fraude electoral, y le reprochó haber agitado la amenaza terrorista luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001. En su opinión, Bush era incluso “el hombre más estúpido de Estados Unidos”. Decir y escribir frases antológicas fue otra de sus habilidades. “Fue un golpe de Estado”, declaró en 2006. “Mantener a la gente a la sombra del miedo es una gran manipulación totalitaria aprendida de las dictaduras europeas de los años 1930”, señaló sobre Bush.
Junto con Susan Sontag, Noam Chomsky y Norman Mailer, es considerado uno de los intelectuales norteamericanos más críticos con la política nacional y exterior de su país, aunque con Mailer mantuvo sonados enfrentamientos públicos. “Tiene visión de conjunto, es divertido y escribe meridianamente claro”, dijo una vez el escritor británico Martin Amis. Los teatros de Broadway anunciaron que mantendrán atenuadas las luces de sus marquesinas durante toda la semana. Este es apenas uno de los homenajes que recibirá “el gran provocador” tras su último acto.
LA NACION