Ushuaia, cerca del fin del mundo

Ushuaia, cerca del fin del mundo

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Por Liz Valotta
A media mañana, con los primeros barcos pesqueros regresando al puerto, un afanoso grupo de gaviotas toma por asalto el descargo de las centollas todavía vivas. Vuelan en redondo, como satélites, sobre el agitado trajín de los hombres de mar, ya acostumbrados al lamento de las aves como al sonido de la orilla. Detrás, el Atlántico Sur que siempre tiene el color del cielo, algunos veleros entregados a la voluntad del viento y un desfile de picos derramados de blanco dibujan el entorno de este sitio tan cercano al fin del mundo.
Sobre la orilla del Canal de Beagle, ajena a las disputas portuarias, la ciudad de Ushuaia se sacude de la mañana helada y comienza su rutina, fría como la del puerto, pero contenida por la calidez de su pequeña zona céntrica. En Avenida San Martín, la primera calle paralela al mar y a la vista la más concurrida, comienza el ir y venir de los gorros de lana, los guantes de cuero y las sonrisas cotidianas. Esas que surgen espontáneas y que aquí se transforman en tibias bocanadas de humo blanco cuando chocan con frío.
Para entender la historia de la ciudad más austral de la Tierra, vale la pena visitar el Museo del Fin del Mundo y el Museo Marítimo. El primero, se recorre entre instrumentos indígenas, especies de fauna autóctona y hasta mascarones de proa ilustres. El segundo, ubicado en la antigua cárcel, relata entre las celdas y sus leyendas cada paso de la colonización y del crecimiento de Ushuaia.
Trepando unos cuatro kilómetros, dejando atrás los miradores y remontando el arroyo Buena Esperanza, la aerosilla que conduce al Glaciar Martial deja la bahía a los pies del cerro homónimo, ofreciendo la mejor panorámica de la ciudad.
El Club Náutico, el Muelle de los Veleros y el Puerto, son otros sitios céntricos que también suelen convocar a viajeros.
Del Parque Nacional a Tolhuin
Los colores de la ciudad se van desdibujando a medida que la Ruta Nacional Nº 3 se estira hacia el oeste y la nieve cubre todo de blanco. Las cumbres chilenas de las islas Navarino y Hoste serán las primeras en asomar imponentes detrás del Río Pipo, cerca de la estación del tren. A poco, está la entrada al Parque Nacional Tierra del Fuego.
Apretados en una topografía complicada, lengas, cohiues y ñires se retuercen estirándose hacia el cielo. La entrada a la reserva, dominada por los verdes del Bosque Subantártico, deposita ante los ojos una súbita pintura arrancada del marco que varía pero nunca acaba. El Lago Roca, la cascada del Río Pipo, Bahía Lapataia o el archipiélago Cormoranes. Hay que estar un buen tiempo en el parque, pisar el pasto ralo que renace empapado por la nieve derretida y ver bajar de la montaña alguna tropilla de caballos a orillas de algún curso de agua o sobre un tronco seco. Sobrecargar la retina con estos paisajes que parecen caerse del mapa, casi imperceptibles en el último lindero del mundo.
Si por el contrario, desde Ushuaia se toma la Ruta 3 en dirección este, el Valle de los Huskies, Tierra Mayor y Las Cotorras son el escenario de los trineos y el ski con sus respectivas variantes. Muy cerca asoma entre bosques el Lago Escondido y a unos pocos kilómetros la inmensidad del Fagnano, agitado por el viento oeste y por las incontables especies de aves que se mezclan sobre su superficie clara. Seguir hasta Tolhuin o incluso hasta Río Grande, es una experiencia que vale la pena.
El tren más austral del mundo
Sorteando ramas e islotes de nieve, el tren más austral del mundo recorre en sus casi 15 kilómetros cascadas, bosques y ríos cordilleranos, imposibles de apreciar con otro medio de transporte.
Construido en 1911 para el transporte de leña hasta la naciente ciudad, este circuito turístico rescata el último tramo de las vías originales montadas por los presidiarios, en un incesante relato vivo de la historia de Ushuaia.
Las crónicas del guardia-guía recuerdan, entre reconstrucciones de aldeas Yamanas, que hace 1500 años la zona estaba habitada por indígenas.
En tanto, el Cañadón del Toro, la Cordillera de los Andes y los picos chilenos de la Cordillera Darwin eternamente nevados construyen un escenario de ensueños.
Los meandros de agua cristalina rodeando la cascada de la Macarena, la profusa repetición de troncos secos en Los Tocones y el despunte multicolor del Monte Susana se cruzan uno tras otro frente a las vías.
En la Estación del Fin del Mundo, se lleva adelante el cambio de máquina. Aquí las posibilidades son, o continuar en micro hasta Bahía Lapataia o, en viaje directo, regresar hasta la Estación del Parque. Después de casi dos horas de excursión, la campana y un nuevo silbido de la locomotora anunciarán la llegada. z we
Datos útiles
* LAN tiene varios vuelos semanales a Ushuaia con precios que empiezan aproximadamente en los $ 1200 por tramo. Más información en www.lan.com o llamando al 0810-9999-526
* Ushuaia posee excelentes casas de comida. Sin duda el mejor restaurante es Kaupé (Roca 470, Te. 02901-422-704) cuya carta ofrece una veintena de delicatessen de mar. Otras excelentes alternativas son Tía Elvira (Maipú 349. Te 02901-424-725), especial para comer centolla; Volver (Maipú 370. Te 02901-423-977), una antigua casona con ventanas al canal; y el Refugio Tolkeyen (del Tolkeyen 2145. Te 02901-445-315/6), donde se come muy buen cordero patagónico.
* Lo más conveniente para moverse tanto en la ciudad como en las afueras es alquilar un auto. Existen diferentes agencias en el centro.
Son varios los hoteles en la ciudad. El más destacado es Los Cauquenes (www.loscauquenes.com)
* En la Oficina de Información Turística (San Martín 660) se obtiene información sobre los atractivos.
EL CRONISTA