23 May La histórica jaula de los cóndores
Por Eduardo Parise
A principios del siglo XX el término “reciclar” era algo desconocido para la mayoría del millón de habitantes que, aproximadamente, tenía la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, en esos años, una estructura que supo engalanar la Plaza de Mayo se iba a convertir en un gran jaulón para los cóndores que están en el Zoológico porteño. Y no sólo eso: como para demostrar que Antoine Lavoisier tenía razón cuando sostenía que “nada se pierde, todo se transforma”, esos hierros todavía siguen ahí hasta el día de hoy, en Palermo, prestando servicio.
En su origen, el templete fue colocado en medio de la Plaza de Mayo, cuando la pirámide aún no ocupaba el centro. Eso fue en 1903 y formó parte de los símbolos de las Fiestas Mayas de ese año. Estas celebraciones habían comenzado en 1811, un año después de la revolución, pero desde 1813 se realizaron en forma oficial para celebrar cada año un nuevo aniversario del nacimiento de aquel primer gobierno patrio.
La idea de instalar aquella gran cúpula metálica fue del ingeniero Jorge Newbery, el primer gran ídolo que produjo la Argentina fuera del mundo de la política. Pionero de la aeronáutica, en 1903 Newbery era Director General de Instalaciones Eléctricas, Mecánicas y Alumbrado de la Municipalidad, cargo que mantuvo hasta su trágica muerte, ocurrida en un accidente aéreo en Mendoza el 1º de marzo de 1914. La estructura entonces quedó llena de vistosas lámparas que cada noche le ponían un toque espectacular a la plaza y a sus alrededores.
Algunos investigadores señalan que esa estructura metálica había sido colocada como parte de los festejos por la visita que el presidente de Brasil, Manuel Ferraz de Campos Salles, realizó a Buenos Aires en 1900. Pero en realidad era otra cúpula similar. También se dijo que se la vio iluminada en la Plaza de Mayo en los días del Primer Centenario de la Revolución de 1810. Sin embargo, los que profundizaron más el tema sostienen que la estructura que había hecho instalar Newbery fue llevada al Jardín Zoológico en 1905.
El traslado se había realizado por pedido del naturalista italiano Clemente Onelli (1864-1924) quien vio la posibilidad de que la gran estructura se convirtiera en la Jaula de los Cóndores. En aquel momento Onelli era el director del zoo porteño y continuaba la obra de Eduardo Ladislao Holmberg (1852-1937). La idea era embellecer esas dieciocho hectáreas que aún ocupa ese paseo en Palermo.
Después de ser instalada dentro del zoológico, en la zona cercana a la avenida Del Libertador y la actual calle República de la India, la gran cúpula fue recubierta con una especie de malla, lo que la convirtió en jaula. Y dicen que, entre los primeros cóndores que la habitaron, estuvieron unos ejemplares traídos a Buenos Aires por una delegación de militares chilenos que visitó la Ciudad.
La entrada principal del Jardín Zoológico está frente a la plaza Italia, en el corazón de Palermo. Allí aún se puede ver el pórtico, una réplica en escala de un arco que en Roma recuerda la sangrienta victoria de los romanos, liderados por el emperador Tito, sobre el pueblo judío. Los que ya desaparecieron son los famosos portones de hierro que estaban sobre la avenida Sarmiento y que señalizaban el ingreso al Parque Tres de Febrero y al vecino Rosedal. Los sacaron en 1917. Pero esa es otra historia.
CLARIN