20 May Historias sin fin
Si una película es una canción, 40 años de películas son una banda de sonido. De Star Wars a El señor de los anillos, las sagas se estiran y se reestrenan a pedido del público que, en su mayoría, conoce desde hace más tiempo a los personajes cinematográficos que a sus amigos del secundario.
El sitio estadounidense de venta de entradas de cine, Fandango, da cuenta que las tres películas con la preventa más exitosa de la historia fueron la reciente Los juegos del hambre y las últimas ediciones de Harry Potter y Crepúsculo. Nadie se animaría a cuestionar que esta ansiedad no se debe a una moda o una reseña tentadora en una revista, sino que se trata de una relación entre el espectador y una historia, que tiene más de amor que de mero entretenimiento.
La autora de Harry Potter, J. K. Rowling, captó la tristeza de las miles de personas que se concentraron en el Trafalgar Square de Londres para el estreno de la última película. Y llenando el micrófono de lágrimas dijo: “Aunque vuelvan a través de las hojas o la pantalla, Hogwarts siempre va a estar dándoles la bienvenida a casa”. Todo empezó en 1997 con la publicación del primer libro, Harry Potter y la piedra filosofal, que en menos de cinco años llegó al cine. La saga captó, principalmente, la atención de los nacidos en los años 90, o quizás un poco antes, y le ganó a Internet la batalla de qué hacer con el tiempo libre. Los lectores crecieron y lloraron al lado de los personajes durante los diez años que pasaron entre el primero y el último libro, Harry Potter y las reliquias de la muerte, de 2007.
Pero ni en las películas el mundo mágico cobró tanta vida como en el parque temático de Universal Studios de Orlando, The Wizarding World of Harry Potter, abierto desde 2010 y casi exclusivo para entendidos. Se trata de un micromundo donde los fanáticos se pasean con las batas de la escuela de hechicería y toman la cerveza de manteca sobre la que tanto leyeron. Para los devotos también hay lugar en el Reino Unido: en la guía turística Lonely Planet de Londres hay más referencias a puntos que aparecen en los libros de J. K. Rowling que a locaciones beatle, y los guardias de la estación Kings Cross están tan preparados para indicar dónde está la Plataforma 9 como los habitantes del área de St. John’s Wood para mostrar el camino a los estudios Abbey Road.
El mundo según George Lucas
La idea de que una historia sobrepase el acto de sentarse a mirar la película empezó con Star Wars en 1977, que además de ser la saga por excelencia dio lugar a la explosión del merchandising. Un artículo de The New York Times de 1989 se refiere a George Lucas, su guionista y director, como quien abrió la posibilidad de generar ganancia más allá de la venta de entradas. Estima que si la entonces trilogía de La guerra de las galaxias había recaudado 2600 millones de dólares en muñecos, Batman podría acercarse con unos modestos 300 millones de dólares.
Mientras algunos se conforman con coleccionar sables de luz y miniaturas de R2-D2, los miembros de la agrupación mundial Legión 501st aseguran que no hay como construirse su propio traje-réplica de un villano de Star Wars y pasearlo para compartir la magia. Lo que se destaca de este grupo de fans que reunió más de 5000 adeptos desde 1997 es que promueve el mundo creado por George Lucas mientras realiza actos de caridad y voluntariado, como visitar hospitales infantiles y conseguir donaciones de empresas a su nombre.
Exactamente 40 años antes del estreno de Star Wars se publicó el primer volumen de El señor de los anillos de J. R. R. Tolkien, que es considerado el libro de ficción más leído de la historia en encuestas como la realizada por la BBC de Londres en 2003. A diferencia de los fans de Harry Potter, los seguidores de las obras de Tolkien siguen teniendo un motivo para ir a los cines y revivir lo leído, empezando por la primera parte de El Hobbit, que precedió la trilogía y se estrena a fines de este año. Teniendo en cuenta que estos libros son leídos hace siete décadas, animarse a adaptarlos a la pantalla grande es una hazaña épica. Desde que Peter Jackson asumió la tarea, los lectores cumplieron un papel más importante que los críticos; hasta su director confesó que se pasa horas leyendo sitios donde los fans debaten sobre cómo debería estar representada cada escena y personaje. En una entrevista que le hizo el diario inglés The Guardian en 1999, dejó en claro que no lo hace sólo por ser detallista o respetuoso, sino por estar lidiando con su propio fanatismo. Para Jackson, todo esfuerzo antes de empezar iba a valer la pena con tal de poder ver la escena de La batalla del abismo de Helm representada.
Tanto para el guionista, el director como para el que está sentado en la butaca, un éxito de taquilla es sólo un punto en el espacio, mientras una saga es una línea que avanza paralela a la vida del que la consume..
LA NACION