Un gran observador de la realidad social

Un gran observador de la realidad social

Por Mariano Wullich
Se fue Clemente, se fue Caloi. Se fue ese morocho canoso y salteño que cuando salía de sus personajes y su seudónimo era Carlos Loiseau. Pero en realidad, Caloi era otro personaje del arte, como el querido, impensable e indefinido Clemente, aquel personaje entrañable que en el Mundial de fútbol de 1982 se llevó el corazón y la gracia de los argentinos con su voz aguardentosa, con sus canciones de fútbol y su propia hinchada, la que con apenas cinco gradas convocaba a otros muñecos, a la Mulatona y a tantos millones de argentinos por televisión.
Caloi fue dibujante, humorista, poeta y, por sobre todo, un gran observador de la realidad social, como son los buenos periodistas o los artistas que con una pluma plasman en palabras o trazos la vida cotidiana con sensibilidad a flor de piel.
Su talento había comenzado a mostrarse con la gran revista Tía Vicenta de Landrú, en la época de los Lino Palacios o Picho Casadó. Y allí siguió, por la misma senda de otros: el “Negro” Fontanarrosa, Carlos Trillo, Horacio Altuna, Jorge Guinzburg y hasta el incomparable “Negro” Olmedo.
Fue una generación única y talentosa en la que se podría nombrar a Huadi, Cascioli, Meléndez y a tantos más. Pero si la gran Tía Vicenta de Landrú fue el comienzo, Caloi pasó su ingenio por muchos otros medios periodísticos: Panorama, Primera Plana, Siete Días , Editorial Atlántida o Satiricón . Por supuesto, el diario Clarín, en donde hoy Clemente llorará por última vez.
Es que fueron 40 años de Clemente en Clarín, cuando en la década del 70 nació ese fantástico personaje que terminó siendo también una estampilla del correo argentino, todo un certificado de su indudable popularidad. Por eso, Clemente recorrió el mundo: Brasil, Italia, Alemania, los Estados Unidos y hasta nuestro querido Adrogué, en donde se erige su monumento, simpático, gracioso, extraño y sin manos.
Mientras, el “Negro” Caloi publicaba más de 30 libros, entre ellos Con el deporte no se juega , Humor de Amores y Clemente 1, 2, 3?. , y muchos más.
Estos dibujantes siempre fueron locos, artistas, equilibristas y creativos, por eso a Caloi lo convocaron para hacer campañas publicitarias como las de los cigarrillos Parliament (los de la boquilla filtrónica) hasta de las alfombras La Europea.

CULTURA EN LA TRIBUNA
Por sus libros dibujados tuvo premios aquí y allá, entre ellos el Konex. Pero, recordémoslo con aquellas frases geniales y futboleras que en el 82 no incluían una sola mala palabra y Clemente le decía a la pulposa Mulatona: “¡No sea imprudente, mi Negra!”
” Mire, mire que locura/ mire, mire que emoción/ tire, tire papelitos que sos el campeón.” Pero si alguna impactó fue aquella que decía en la tribuna un Clemente negro : “Burumbumbúm, burumbúm, yo soy el hincha, de Camerún “.
Paradójicamente, el personaje suyo que tuvo más popularidad nació con la tira de Bartolo el maquinista y se les fue de las manos al motorman, porque Clemente fue singular.
Y mientras pedía “un cacho de cultura” se animaba a esos jingles que mejoraba sin guarangadas: “¡ Vea, Vea, que equipo testarudo,/ ahora a la salida le daremos un saludo !”
O la recordada, ” Ya todos saben que Alemania esta de luto,/ son todos rubios, no lo discuto “. Genial.
Y así, Clemente, ese personaje mordaz, bueno, genial, medio pájaro sin alas y humano sin brazos, se convirtió en una figura adorable de los argentinos.
Es que atrás de él estaba Caloi, ese talentoso al que ayer, Horacio Altuna, desde España, lo recordaba como afectuoso, como insustituible. Una persona muy bondadosa y sin necesidades de crispar a nadie. No le hacia falta.
Caloi nos deja la cultura que queremos, sin agresiones, malas palabras y un gran talento. Es que el era así: sereno, bondadoso y sin exabruptos.
Ayer se fue Caloi. Se fue joven, educado y sabio a la vez, pero dejó un lápiz, un papel, un atril y muchas palabras puestas en un personaje adorable que es, sin ninguna duda, él. Le dicen Clemente, se llama Caloi..
LA NACION