02 May Redes sociales, conflictos de pareja
Los más de 43.000 seguidores en Twitter de Rosanne Cash, la cantante e hija de Johnny Cash, esperan sus ácidos comentarios sobre la vida conyugal con su esposo, John Leventhal, músico ganador de un Grammy. Pero Leventhal, conocido por los seguidores de Cash como Mr. L, no comparte el entusiasmo de su mujer por participar online.
Las relaciones de pareja son de por sí bastante difíciles, pero el auge de las redes sociales , en las que se alienta a compartir los momentos privados, los mensajes provocativos y las confesiones personales, ha creado una nueva fuente de fricción para las parejas : ¿qué parte de lo íntimo se puede compartir con el mundo? Si un integrante de la pareja no está interesado en revelar detalles de una cena fracasada o un fin de semana romántico, los mensajes en Facebook o los tweets pueden crear Irritación, vergüenza, mala comunicación y egos heridos. Rosanne Cash contó en una entrevista que una vez escribió en Twitter que su marido estaba durmiendo la siesta. Cuando él apareció en el estudio, el ingeniero de sonido estaba asombrado, ya que había leído el mensaje de Cash online . “Pensé que estabas durmiendo la siesta”, le dijo el ingeniero.
“John me llamó y estaba realmente molesto -recordó ella-. ¡No le digas a la gente que estoy durmiendo la siesta!”
Luego de unos pocos episodios de prueba en la relación, algunos cónyuges han comenzado a insistir en que sus parejas pidan la aprobación antes de “postear” comentarios y fotografías que los incluyen. Las parejas también están hablando de reglas ya desde la primera cita (una especie de acuerdo prenupcial sobre medios sociales) sobre lo que está bien compartir. Incluso los mensajes por Twitter sobre algo aparentemente inocente como la reparación de una casa puede convertirse en una lección sobre dónde poner los límites.
“Hay una negociación estándar que tiene lugar en muchas relaciones, pero hoy hay muchas audiencias que observan”, afirmó Lee Rainie, director del Pew Research Center‘s Internet and American Life Project, que explora la tecnología y la conducta humana. “Habrá momentos incómodos, incluso más, si la negociación se lleva a cabo en público.”
UN ERROR IMPERDONABLE
Entrevistas con más de una docena de parejas sugieren que los desacuerdos sobre cuánto hay que compartir en las redes sociales son comunes.
Rebecca Gray, estudiante de doctorado en la Universidad Estatal de Michigan, vive con su novio, Ernest Whiting. El pasado mes de mayo, Whiting le tomó una foto de su cara con los ojos cerrados y la boca bien abierta, embadurnada con una máscara de belleza de barro volcánico que ella había comprado en Costa Rica.
En el mes de agosto, Gray recibió una notificación en Facebook que decía que había sido etiquetada en una foto. Cuando la buscó, encontró que Whiting había tomado la foto de su computadora y la había “posteado” en su muro de Facebook. “Se me cayó la mandíbula -aseguró-. Traté de removerla, pero no pude.”
Gray le envió un mail a su novio pidiéndole que la sacara. Pero para ese entonces sus amigos y conocidos ya la habían visto. “Estaba en mi muro de Facebook”, dijo Gray. “La gente preguntó: «¿Qué es esto? ¡Es cómico!»”
Como último recurso, entró a su muro y la sacó ella misma. Esa noche, cuando Whiting llegó a su casa, Gray lo estaba esperando. “Le dije: «Has perdido el privilegio de utilizar mi computadora. ¿Qué estabas pensando?»”, recordó Gray. Whiting, por su lado, dijo que sólo quiso divertirse.
“Supongo que si lo hubiera pensado dentro de un contexto, no lo hubiera hecho”, agregó. Y es poco probable que lo vuelva a hacer. “Ella me pidió aprobar las fotos antes de subirlas, y le dije que sí”, agregó tímidamente.
MEJOR NO SABER
Muy a menudo uno de los dos integrantes de la pareja está más ansioso de compartir que el otro. Hace dos años, Jenny Luu, especialista en el cuidado de la piel, de Washington, D.C., dijo que le pidió a su marido, Jason Hamacher, músico y fotógrafo, dejar de publicar en Facebook cuando está de viaje por trabajo, porque no quería que gente extraña supiera que estaba en su casa sola.
La pareja también posee una casa de 100 años en un barrio histórico. Hace dos meses, Luu se erizó cuando su marido escribió en Facebook sobre una nueva serie de reparaciones en su techo.
Durante tres años, Hamacher había “posteado” comentarios y fotografías sobre la renovación de su casa. La acumulación de comentarios incomodó a Luu, preocupada porque sus amigos pensaran que ellos estaban alardeando. “No quiero que la gente piense que tenemos tanto dinero, que estamos llenos de plata -dijo Luu-. No quiero que la gente se sienta mal.”
Para algunos cónyuges, sin embargo, la mejor defensa es la ignorancia.
George Stephanopoulos, un ex miembro del personal de la Casa Blanca en la época de Clinton que hoy es presentador de Good Morning America, dijo que fue nombrado “el presentador que es más factible que esté ansioso por los tweets de su esposa” en la fiesta del 50 aniversario de ABC News. Está casado con la comediante Alexandra Wentworth, que tiene más de 42.000 seguidores. “Yo tengo una regla simple -dijo Stephanopoulos riéndose-. No preguntes, no leas.”
Wentworth habitualmente se contiene de enviar bromas sobre los políticos por Twitter, a pesar de que le resultó difícil de resistir durante el debate de los republicanos en New Hampshire, en enero, que Stephanopoulos ayudó a moderar. “Dulce, ¡deja de enviarme mensajes eróticos y presta atención al debate! Escribió.
“Creo que no lo vio”, dijo más tarde Wentworth. No lo había visto (Stephanopoulos tiene más de 1,7 millones de seguidores en Twitter; sus mensajes están mayormente relacionados con su trabajo). Tampoco había leído los chistes subidos de tono de su esposa sobre una mancha sospechosa en la corbata de cierto candidato. Cuando se le preguntó sobre el tema, se detuvo riendo, y dijo: “Estoy muy contento de no haber sabido sobre ello”.
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