01 May Fábricas de dignidad
Por Daniela Rossi – Fotos: Javier Heinzmann
Solidaridad, igualdad, fortaleza, necesidad. De ese combo surgió entre 2001 y 2002 el movimiento que hizo que el operario de una fábrica sea también quien decidiera las compras de materias primas, la comercialización y el plan de negocios de la fábrica. Ante la quiebra de la empresa en la que llevaban años de desempeño, decidieron volver a ponerse la ropa de fajina y hacer andar las máquinas. Volver a trabajar.
A diez años del comienzo del fenómeno, existen en la actualidad cerca de 300 establecimientos recuperados que dan trabajo a alrededor de 20 mil obreros y generan entre todas 200 millones de pesos mensuales, según el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas (MNFR).
“Se da una continuidad del fenómeno, por dos motivos: por un lado, las primeras empresas en ser recuperadas cumplieron su objetivo primordial, que es mantener las fuentes de trabajo. Por otro lado, los trabajadores saben que resignarse a que la empresa cierre no es la única posibilidad. Tienen el ejemplo a seguir”, justifica Andrés Ruggeri, sociólogo del Centro de Documentación de Empresas Recuperadas de Filosofía de la UBA.
Entre la primera –Unión y Fuerza en 2001– y la última –Indiel, el 14 de abril de este año–, pasaron años que arrojaron experiencia. El abanico de empresas agrupadas en el movimiento va desde metalúrgicas y autopartistas, hasta gastronómicas, hospitales, hoteles y gráficas. El 15% de las empresas recuperadas surgió antes de 2001, el 61% entre ese año y 2002, entre 2005 y 2007 apareció el 11% y la misma cifra de ese año en adelante, según el documento “Las empresas recuperadas en la Argentina. Tercer relevamiento”, publicado por la UBA.
MODELO. “Existe una mayor solidaridad entre las cooperativas, se amplió a rubros diversos, está consolidado como movimiento”, explica Luis Caro, presidente del MNFR, que acompaña la gestación de este modelo de trabajo desde su inicio y que viajará a España en julio invitado por “los indignados” para exponer el movimiento. Sobre ese cambio en las relaciones, agrega Ruggeri, “no sólo se conserva el trabajo, sino que se generan otros vínculos, otro clima de trabajo; no es lo mismo tener un supervisor o capataz controlándote que manejar las cosas con tus compañeros”.
Otro de los puntos que el dirigente de MNFR destaca como favorable fue la reforma de la Ley de Quiebras lograda el año pasado, que permite que apenas decretada una quiebra, el obrero formado en cooperativa pueda permanecer en su espacio de trabajo.
Sobre los puntos más endebles de este tipo de organización, las actividades relacionadas a “las cuentas”, que antes recaían en la gerencia o personal administrativo son las que requieren mayor refuerzo: “Las necesidades que presentan las cooperativas en general pasan por la administración, comercialización de productos, costos, entonces la asistencia consiste en darle esas herramientas. En general, quienes antes estaban a cargo de esas áreas se fueron, y los que quedan tienen que aprender”, explica María Eugenia Lagier, interlocutora del área de Asistencia a Cooperativas y Empresas Recuperadas del INTI, que además señala, que cómo organizar el trabajo es otro de los puntos a fortalecer.
“Un productor de Torgelón tiene que producir el jamón pero también encargarse de llegar al consumidor para evitar intermediarios”, explica Caro, y agrega: “Cada vez son más conscientes de que son productores de bienes importantes y deben inmiscuirse en el negocio que generan. Cada uno aporta el máximo que tiene de su capital intelectual y físico, porque sabe que la fuerza común lo sacará adelante”.
EL ARGENTINO