Cuando la luz molesta a quienes no saben encender la suya

Cuando la luz molesta a quienes no saben encender la suya

Con el tiempo he comprendido que no todos los ataques surgen por errores. Algunos nacen, en realidad, del impacto que genera la consistencia. Molesta la integridad cuando no puede comprarse. Irrita la autonomía cuando no puede controlarse. Incomoda la claridad cuando otros se han acostumbrado a moverse en la ambigüedad.

Cuando no pueden negar lo construido, intentan ensuciarlo. Cuando no logran opacar una trayectoria, fabrican relatos. No se trata de críticas sinceras, sino de operaciones diseñadas desde el resentimiento, desde la incomodidad que provoca ver a alguien mantenerse firme donde muchos se diluyen.

A eso no se responde con estridencia. Tampoco con explicaciones forzadas. Mi respuesta es seguir presente con la misma convicción, con la misma voz, con la misma ética que me ha guiado durante años. Porque dar lugar a cada falsedad sería validarla. Y bajo ningún concepto eso forma parte de mi camino.

La verdad no necesita ruido. Solo constancia. La luz no pide permiso. Solo decisión. Y a veces, lo más disruptivo que se puede hacer es no dejar que la sombra ajena redacte el relato.

No estoy aquí para convencer a quienes ya decidieron no escuchar. Estoy para honrar lo que he hecho, lo que represento y lo que aún tengo para ofrecer. Lo auténtico no se desvanece con rumores. Lo que se construyó con verdad, tampoco.

Carlos Felice