La teoría de la estupidez de Bonhoeffer: el enemigo más peligroso de la sociedad

La teoría de la estupidez de Bonhoeffer: el enemigo más peligroso de la sociedad

En tiempos de crisis, nos preguntamos con frecuencia: ¿cómo es posible que tantas personas apoyen decisiones claramente perjudiciales para ellas mismas? ¿Por qué hay quienes, pese a la evidencia, se niegan a razonar y sostienen discursos carentes de lógica? Estas preguntas fueron abordadas hace más de 80 años por el teólogo y filósofo alemán Dietrich Bonhoeffer, quien, en medio de la Segunda Guerra Mundial, desarrolló su inquietante teoría de la estupidez.

Bonhoeffer, opositor del régimen nazi y ejecutado en 1945, sostuvo que la estupidez no es simplemente la ausencia de inteligencia, sino una fuerza social y moralmente peligrosa, capaz de causar más daño que la misma maldad.

La estupidez, más letal que la maldad

A diferencia de la maldad, que actúa con intención y puede ser enfrentada con estrategias concretas, la estupidez es más difícil de combatir porque el estúpido no es consciente de su condición. Para Bonhoeffer, la persona estúpida no solo se cierra a la razón, sino que se convierte en un canal para la difusión de ideas destructivas sin cuestionarlas.

No se trata de una simple falta de conocimientos. De hecho, personas altamente educadas pueden caer en la estupidez si adoptan una mentalidad pasiva y acrítica. Lo peligroso es que el estúpido, en su ceguera intelectual y emocional, cree saberlo todo y actúa con una seguridad que refuerza sus errores.

El poder y la masa: factores que alimentan la estupidez

Bonhoeffer observó que la estupidez no es un problema meramente individual, sino que se amplifica en determinados contextos sociales y políticos. Cuanto más sometida está una sociedad a la propaganda, el miedo o el fanatismo, más fácil es que sus ciudadanos pierdan la capacidad de pensar por sí mismos.

“La estupidez es un enemigo más peligroso del bien que la maldad”, escribió. Y lo justificaba: mientras que la maldad deja una posibilidad de ser confrontada con la razón o el castigo, la estupidez se protege a sí misma con la negación y la ignorancia voluntaria.

¿Cómo combatir la estupidez?

Si argumentar con una persona estúpida es inútil, ¿cómo se la combate? Bonhoeffer advertía que no se puede eliminar la estupidez con simple educación o debate, porque su origen es estructural y se nutre de sistemas de poder. En cambio, la única solución real es evitar que los estúpidos acumulen poder y reducir las condiciones que generan su proliferación.

Esto nos lleva a una reflexión urgente para nuestros tiempos: ¿cuánto poder le estamos entregando a la estupidez? ¿Cómo los medios de comunicación, las redes sociales y los discursos populistas están fortaleciendo una sociedad cada vez menos crítica y más manipulable?

Bonhoeffer nos dejó un mensaje claro: la lucha por una sociedad mejor no es solo contra la maldad, sino contra la estupidez organizada, que hoy, como ayer, sigue siendo un arma al servicio del poder.