Nouriel Roubini advierte que el mundo va a “un choque de trenes en cámara lenta”

Nouriel Roubini advierte que el mundo va a “un choque de trenes en cámara lenta”

Aunque el famoso economista ha subido el tono de sus pesimistas predicciones para 2023 y más allá, se muestra esperanzado con la tecnología y el sentido de la vida.

ouriel Roubini está triste y no es sólo porque haya llegado a Londres en un vuelo nocturno y no haya conseguido mesa en Nobu. Ni por las preocupaciones económicas habituales. Es por todo: una serie de problemas, de antes y de ahora.

“Creo que el mundo se dirige hacia un choque de trenes en cámara lenta. Nos enfrentamos a amenazas que no existían antes, se están acumulando y estamos haciendo muy poco al respecto”, afirma.

Roubini es el economista que en agosto de 2006 advirtió que había un 70% de probabilidades de recesión en Estados Unidos, debido sobre todo a la crisis inmobiliaria. Al principio lo tildaron de loco. De hecho, cuando uno se encuentra con él, su negatividad, sin sonrisas y sin concesiones, resulta totalmente chocante.

Nouriel Roubini alerta sobre la “madre de todas las crisis de deuda” y dice que hay que esperar “días oscuros”

Aunque hoy en día, el pesimismo está muy extendido, para mantener su ventaja, Roubini ha subido su propio índice catástrofe a once.

Su libro describe en cascada una serie de riesgos negativos, desde la inflación a la inteligencia artificial (IA), el cambio climático y la tercera Guerra Mundial, que, en su opinión, se solaparán causando el máximo impacto. “Debemos aprender a vivir en alerta máxima. Necesitaremos suerte, cooperación mundial y “un crecimiento económico casi sin precedentes” para que las cosas acaben bien.

Me pregunto si Roubini subestima a las autoridades. Cuando la pandemia nos golpeó en 2020, auguró que no habría una respuesta fiscal a gran escala. Y así fue. Escribió Megathreats antes de que los bancos centrales subieran las tasas para controlar la inflación. Roubini sigue sin impresionarse.

“Las creencias convencionales, de las autoridades o de Wall Street, han sido sistemáticamente equivocadas. Primero pronosticaron que la inflación iba a ser transitoria… Luego se debatió si el aumento de la inflación se debía a las malas políticas o a la mala suerte”, es decir, a los problemas derivados de la invasión rusa de Ucrania y la política de Covid cero de China. A diferencia de los que pronostican seis meses de recesión, Roubini augura que “no, esto no va a ser una recesión corta y superficial, va a ser profunda y prolongada”.

“La Reserva Federal, el Banco Central Europeo (BCE), Wall Street y la City aseguran que vamos a tener un aterrizaje suave [soft landing]. En la historia monetaria de los últimos 60 años en EE.UU., nunca hemos tenido un episodio en el que la inflación esté por encima del 5% -hoy está en el 7,1%- y el desempleo esté por debajo del 5% -y ahora mismo está en el 3,7%. Cuando se suben las tasas para luchar contra la inflación, el aterrizaje nunca es suave, es bastante duro”.

En cuanto a Europa, “la situación es mucho peor. Reino Unido ya está en estanflación. La inflación supera el 10% e incluso el Banco de Inglaterra prevé al menos cinco trimestres de crecimiento económico negativo… Y los británicos se pegaron un tiro en el pie con el Brexit, así que eso es otro shock estanflacionario. Dado que la deuda pública y privada es tan elevada -ha pasado del 220% del PBI mundial en 1999 al 350% en 2019-, los bancos centrales no subirán las tasas lo suficiente”.

Para detectar las burbujas financieras, los economistas suelen fijarse en patrones históricos. En otras palabras, esta vez no es diferente. Pero el argumento pesimista de hoy es que esta vez es diferente, por el alcance de las amenazas.

“Nací en 1958 en Turquía, luego me trasladé a Teherán, después a Israel y más tarde a Italia”, recuerda Roubini. (Su padre importaba alfombras persas a Milán; toda la familia se trasladó después a EE.UU., así que Roubini se considera un ciudadano del mundo).

“¿Alguna vez me ha preocupado una guerra entre grandes potencias? De ninguna manera. En los años ’70 se produjo la distensión y Nixon viajó a China. El riesgo de guerra nuclear desapareció. ¿Me preocupó el cambio climático? Nunca he oído hablar del cambio climático. ¿Me preocupaban las pandemias? La última había sido en 1918. ¿Me preocupaba que la IA acabara con la mayoría de los empleos? ¿Me preocupaba la desglobalización, las guerras comerciales? En absoluto. ¿Me preocupaba la llegada al poder de partidos populistas de extrema derecha o izquierda? No teníamos la misma polarización que tenemos hoy. ¿Me preocupaba una recesión grave o una gran depresión? Por supuesto que no. En los años ’70 tuvimos estanflación, pero luego llegamos a una época de gran moderación. ¿Me preocupaba la crisis financiera? Nunca había oído hablar de crisis financiera.

“Esta época es diferente en relación con los últimos 75 años de relativa paz, progreso y prosperidad, porque antes de eso la historia de la humanidad fue una historia de hambrunas, guerras, enfermedades y genocidios, etcétera. Los últimos 75 años son una excepción, no son la regla”.

Roubini no para de dar malas noticias. En su opinión, la acción para combatir el calentamiento global se quedará corta. “Incluso si hacemos [lo que se acordó en las cumbres de] Glasgow y Sharm el-Sheikh, vamos camino de los 2,4 ºC de calentamiento y no se cumplirá todo lo que se ha dicho, así que la temperatura aumentará 3 ºC. Una barbaridad. En EE.UU., la mitad del país no cree en el cambio climático ni en que sea inducido por el hombre, así que cuando el Partido Republicano está en el poder, no se hace nada. Los mayores y los jóvenes son demasiado egoístas: una gran parte de las emisiones proceden de la ganadería. Todos deberíamos ser veganos, y no lo somos. Lo intenté durante tres meses y no aguanté más”, reconoce.

Insiste en que la IA acabará con los empleos de oficina. “Es cuestión de tiempo que mi trabajo como analista de la Fed quede obsoleto. Te garantizo que, dentro de 10 años, esta IA analizará todos los datos económicos, cada discurso de cada gobernador de la Fed, y pronosticará lo que hace la Fed mejor que el mejor analista de la Fed”.

¿Cuál es la mejor refutación de su pesimismo? La tecnología, asegura. Roubini se muestra optimista sobre la fusión nuclear, pero argumenta que “tardará de 15 a 20 años. Pero en 15 y 20 años, estaremos condenados”. (Días después, Financial TImes informó de un gran avance en la fusión). Otra crítica es que Roubini ignora las posibles interacciones positivas entre sus “megaamenazas”: la migración climática podría mejorar el envejecimiento demográfico de Occidente, aunque cree que habrá demasiada competencia por los escasos puestos de trabajo.

Roubini es consciente de que hay quiénes lo consideran un reloj roto que da bien la hora dos veces al día. Advirtió que en 2020 podría haber guerra entre EE.UU. e Irán. “Nadie puede acertar todo el tiempo sobre lo que ocurrirá en el futuro”, explica. Predecir la crisis financiera mundial disparó su popularidad. Su grupo de análisis llegó a tener 60 empleados, hasta que los bajos márgenes y las largas horas de trabajo le llevaron a cerrar en 2016. “No tenía vida. El mediodía de Singapur es medianoche en Nueva York. Mi médico me dijo: no fumas, no bebes, no tomas drogas, pero con este ritmo de viajes, te va a dar o un infarto o un ictus. Y tenía incluso más sobrepeso que ahora”.

Ha ahorrado el 20% de sus ingresos durante la última década y ahora trabaja por primera vez en una gestora de activos, Atlas Capital, con sede en Abu Dhabi. Debido a la elevada inflación, las estrategias de cobertura habituales han fallado. “Este año se ha perdido más dinero en bonos que en renta variable”.

Así que los inversores necesitan encontrar seguridad en otra parte: “La solución pasará por recurrir a los bonos del Tesoro a corto plazo, o a los bonos indexados a la inflación, o al oro”. Los precios inmobiliarios han caído, debido a la suba de las tasas de interés. Pero Roubini sostiene que los bancos centrales parpadearán, por lo que “las parcelas serán es una buena solución, siempre que sean medioambientalmente resistentes”. El cambio climático arrasará con la mitad de la tierra en EE.UU. Tenemos datos que analizan cada país, o incluso cada edificio, para ver cuáles de los públicos [fondos de inversión inmobiliaria] son respetuosos con el medio ambiente”.

Acudo a ver Roubini en una conferencia en el barrio londinense Mayfair. “¡Aquí está, el Sr. Pesimista!”, saluda el anfitrión. A Roubini no le gusta ese apodo, prefiere que se le considere realista. Recuerda que en 2015 auguró que Grecia no saldría de la Unión Europea y que en 2016 adelantó que China tendría un aterrizaje suave. “Yo era mucho más optimista que la opinión general”, se defiende.

La conferencia que Roubini da esta vez tiene un tono catastrófico sin endulzar. Sostiene que la tercera Guerra Mundial comenzó en octubre, cuando EE.UU. bloqueó las ventas de muchos microchips a China. Las hostilidades comerciales llegarán lejos, porque pronto todo tendrá un chip. “Hasta esa botella de agua llevará un chip 5G”, sostiene.

El público no recibe a Roubini como si se tratara de un loco, pero me pregunto cuáles serán las consecuencias personales de su pesimismo. A sus 64 años, no ha tenido hijos. “Y no quiero tener hijos”, asegura, citando varias amenazas. Y añade: “Si pasan cosas, prefiero morir a vivir en un mundo distópico”. Tenía fama de juerguista, pero viajar le ha pasado factura: “No comes bien, no haces ejercicio, no duermes lo suficiente y no tienes tiempo para meditar. Cuando estoy en Nueva York, estoy mucho más tranquilo y relajado”. Cita el estoicismo y el budismo. Aprendió a cocinar en pandemia y prepara cenas de Shabat los viernes, en las que 20 personas se reúnen para hablar del sentido de la vida y otras cuestiones. Es uno de “los mejores placeres de una vida realista”.

“Espero no haberte deprimido demasiado”, asegura cuando me voy. “Nosotros sobreviviremos. Me preocupan los demás”.

CRONISTA