13 Oct Jockey Club: siete grandes premios que dejaron una huella y sus ganadores emblemáticos de la carrera de San Isidro
Por Carlos Delfino
El segundo paso de la Triple Corona argentina tendrá su edición 140 el sábado próximo en San Isidro, hipódromo que abre sus puertas para celebrar, sobre todo, sus 140 años de vida con un evento especial, con actividades recreativas y musicales para toda la familia desde las 11. A los fines deportivos, el Gran Premio Jockey Club (G1) es el clásico más añejo del calendario, en honor a la institución madre de la hípica nacional, y su historia -que pasó, además, por los hipódromos Nacional y de Palermo- encierra un sinfín de jornadas inolvidables, con grandes campeones que dejaron su huella desde aquella edición inicial en 1883, un año después de la fundación del club y pasando por tres pistas.
A continuación, siete ganadores emblemáticos de la carrera en el césped de San Isidro:
Fue el ganador del Jockey Club del centenario, en 1982, donde tuvo una socia particular, Marina Lezcano, la única jocketa que logró una victoria en una carrera de la Triple Corona nacional. Y en esa ocasión, en su segundo éxito en esa carrera que había obtenido cuatro años antes con Telescópico, tuvo un ingrediente extra para la amazona: el caballo marcó el récord mundial de los 2000 metros sobre césped, que se mantuvo por más de dos décadas. De temperamento difícil, el potrillo siguió de largo en el primer codo de Palermo en el Nacional, perdiendo toda su chance, y poco después pasó a la reproducción, etapa que concretó tanto en Argentina como en Brasil. “Aunque lo traicionaba el carácter, Fort de France fue el caballo que más velocidad tenía de todos los que corrí”, confesó Marina, tras su retiro de la profesión.
Tatán
Fue el primer ganador del Jockey Club en San Isidro, en 1955, y esa misma temporada se quedó con la Triple Corona, inaugurando una reducida lista de los que alcanzaron las tres gemas combinando éxitos en arena y césped. “Cuando lo corría, me daba la sensación de que calculaba las posibilidades de avanzar de sus rivales, como que los medía; fue uno de los mejores caballos que monté”, reconoció por aquellos tiempos Juan Pedro Artigas, su jinete. La proyección de Tatán fue internacional: en las pistas se impuso también en dos ocasiones en Uruguay y una, en Brasil, y como reproductor comenzó brillando en estas tierras y completó sus días en Estados Unidos, donde hoy sigue vigente en los genes de algunos campeones.
Mountdrago
Dominó con cierta comodidad el Jockey Club de 1980, el que marcó el regreso del gran premio a San Isidro tras la reapertura y de manera definitiva. “El Indestructible” o “El Caballo de Acero”, como se lo reconocía por su capacidad para competir con mayor frecuencia de lo que lo hacían otros potrillos, demostró ser precoz y una singular fortaleza para ir compitiendo desde las distancias cortas a las más largas, con un plus de guapeza cuando era necesario. “Junto a Team, fueron los dos mejores caballos que entrené en mi vida”, confesó Néstor Yalet, su cuidador, años antes de su fallecimiento. Mountdrago trascendió las pistas: tuvo centenares de hijos ganadores y también se destacaron sus nietos, entre ellos Refinado Tom, el último ganador de la Triple Corona.
Refinado Tom
Es el último ganador de la Triple Corona argentina, en 1996, conducido por Jorge Valdivieso. Dos años y medio después de su triunfo por un cuerpo y medio en el Gran Premio Jockey Club volvió al país de su travesía por Estados Unidos y mostró un gran nivel, llegando a las 10 conquistas. “La Biznaga se lo reservó porque no había un gran interés en comprarlo, aunque estuvo a la venta. No se destacaba por nada. Tenía el físico de un velocista, era de anca grande, cogotudo, con una frente ancha… Parecía un patovica, aunque luego demostró que tenía condiciones de atleta”, lo describió Roberto Bullrich, su entrenador, que le daba chocolates en el stud pero no podía acercarse a ensillarlo los días de carreras porque el caballo se enojaba. En el haras, con problemas de fertilidad, tuvo apenas tres crías, todas hembras, y las dos que llegaron a las pistas fueron ganadoras. Lo terminaron clonando para producir caballos de polo.
Village King
El Jockey Club de 2017 fue el primero de los cuatro grandes premios que ganó, por media cabeza. A finales de ese año fue llevado a Estados Unidos, donde venció en Nueva York con los colores de su propietario argentino, Carlos Felice. Antes de regresar a las pistas en la Argentina en 2020 pasó por dos cirugías especiales -una en Kentucky y otra, en Buenos Aires- y su reaparición resultó exitosa. Fue retirado de las pistas en diciembre pasado tras obtener el Carlos Pellegrini por nueve cuerpos, el margen más amplio conseguido en esa carrera desde la reapertura del hipódromo de San Isidro. “Me parece que la gente va a tomar dimensión de su campaña con el tiempo. Su despedida fue un regalo para el público, que por la pandemia no había podido verlo desde las tribunas en ninguno de sus éxitos anteriores desde el regreso al país”, contextualizó su propietario. Sus primeras crías nacerán en 2023.
Hi Happy
Invicto en el país en seis carreras, uno de sus cuatro festejos de Grupo 1 lo alcanzó en el Jockey Club de 2015, con una atropellada demoledora. Caballo del año en la Argentina de esa temporada, una lesión en un tendón cambió su destino en 2016 y fue enviado a Estados Unidos por su criador y dueño, el haras La Providencia, tras descartarse el plan inicial de ser embarcado rumbo a Dubai. En suelo norteamericano superó sus problemas de salud y se transformó en pentacampeón de G1 en Belmont Park, uno de los hipódromos de Nueva York. Tras completar su campaña con ocho victorias volvió al país para ser padrillo y sus primeros hijos podrán comenzar a competir a finales de este año. “Ganó en el césped y en la arena, incluso en Estados Unidos corriendo más cerca de la punta que acá. Lo más importante que tenía era que con la chaquetilla ponía el corazón”, señaló Altair Domingos, su jinete habitual por estas tierras y ya retirado de la profesión.
Latency
Se adjudicó el Jockey Club de 2004, en la primera de las siete temporadas en las que estuvo en las pistas e incluyó un paso por los Emiratos Árabes. Cerró su campaña con 11 triunfos y ocho de esos fueron en grandes premios, entre ellos el Carlos Pellegrini de 2006, la prueba que marcó el retiro de Jorge Valdivieso escoltándolo sobre la silla de Puchet, y el Latinoamericano de 2007 en Maroñas (Uruguay), que fue el primero conseguido por la delegación argentina como visitante en esa carrera itinerante. En 2010 fue protagonista de un hecho poco común: volvió a competir luego de haber ido al haras y servido a nueve yeguas. Pablo Falero lo guio en sus inicios y luego lo sufrió como rival: “Lo extraordinario fue su vigencia. Nunca vi un caballo que mantuviera su capacidad corredora con la edad”.
LA NACION