06 Sep Mitos griegos: la fascinación por las historias épicas y por qué sirven para explicar la realidad
Por Natalia Blanc
Desde la “invención” de la Filosofía en la Antigua Grecia como la disciplina que ama el conocimiento hasta nuestros días, los mitos griegos nos persiguen o, en todo caso, se resisten a abandonarnos. Es más: cada tanto y gracias a la coyuntura sociopolítica (o por culpa de, según el caso), la mitología vuelve recargada para mostrarnos que la realidad siempre es más cruda que la ficción y que mucho de lo que vivimos como individuos o como parte de una comunidad puede explicarse a través de una antigua leyenda griega.
Así lo cree, por ejemplo, el ensayista Santiago Kovadloff, que plantea que los mitos griegos “son metáforas reveladoras de problemas de nuestro tiempo”. Como dijo el escritor a LA NACION, “si nos preguntamos qué nos atrae de esa mitología, cuál es la razón de su vigencia, la respuesta es que expresan dilemas, inquietudes, preocupaciones e intereses de la más estricta actualidad. Los conflictos que retratan estos mitos, más allá de la literalidad de la forma que toman, son en esencia reveladores de desvelos y pasiones de nuestro tiempo y lo han sido desde que Homero y Hesíodo pudieron formularlos más o menos ordenadamente”.
Pero, más allá del ejercicio de reflexionar sobre la actualidad a partir de conceptos planteados por los padres de la filosofía, los mitos atraen la atención de distintos públicos que consumen libros de divulgación y de ficción, obras de teatro y musicales, conferencias y cursos y hasta muestras de arte alegóricas como Mitológicas, que inauguró el jueves 1° Alfredo Sábat en la sala Zink de Recoleta.
El artista e ilustrador de LA NACION presenta allí veinte pinturas en óleo sobre tela, en las que “resignifica historias y figuras de la mitología clásica, abriendo nuevas lecturas a los más icónicos mitos y sus atrevidos personajes”, como define la curadora Cristina Santa Cruz. En sus cuadros aparecen personajes clásicos como Helena de Troya, Pandora, Perséfone, Edipo.
Para Kovadloff, la lucha eterna por el poder en la sociedad es una de las metáforas más potentes de la mitología griega que resiste el paso del tiempo. Así lo explica: “El politeísmo en los mitos está presentado como una pugna constante entre los dioses: cada uno de ellos aspira a acumular la totalidad del poder en desmedro de las otras divinidades. La necesidad de superar los límites que acotan esa voluntad de poder desenfrenado, de no resignarse sino a una porción de poder y avanzar por sobre los demás avasallándolos es, sin dudas, una metáfora que representa dilemas que siguen vivos: el monólogo imponiéndose al diálogo, la supremacía del yo sobre el nosotros, es un tema recurrente tanto en el orden político como en el sicológico”.
Las peleas por el poder, en la mitología, las ejecutan los dioses: “A través de las distintas divinidades los mitos griegos expresan la idea de que la eternidad es el escenario de una turbulencia permanente. Lo verdaderamente eterno, según lo retratan los mitos, es esta supremacía del conflicto sobre la idea de la paz –continúa Kovadloff-. Creo también que los mitos griegos son capaces de traducir un anhelo humano de aproximación a lo divino negando la dimensión de la turbulencia que es propia del Olimpo para asimilarlo a un escenario de logros sin fin de la propia voluntad del poder humano. En síntesis, la metáfora formidable que nos transmiten estos mitos es que el hombre se transforma para seguir siendo el mismo”.
Para Darío Sztajnszrajber, autor de exitosos libros de divulgación como ¿Para qué sirve la filosofía? (Pequeño tratado sobre la demolición) y Filosofía a martillazos, “los mitos hoy perviven como dispositivos narrativos que nos permiten relacionarnos con ellos de un modo literario, como nos relacionamos con cualquier obra de arte: nos conmueven y nos habilitan con sus disparadores a que nos pensemos a nosotros mismos”. Docente universitario y protagonista de espectáculos en los que cruza filosofía, literatura, música e historia, entre otras disciplinas, Sztajnszrajber sostiene que los mitos “nos generan un impacto, una transgresión de nuestros límites instituidos: estremecen y nos permiten pegar un salto hacia lugares que no vislumbramos con la conciencia”.
Como ejemplo, cita el mito del Andrógino que trabaja Platón en El banquete, en boca de Aristófenes: “Es un mito sobre el amor alucinante porque plantea en su inicio la idea de que cuando amamos estamos buscando la otra mitad, pero lo responsabiliza a que el ser humano tenía una naturaleza doble y que en función de nuestra soberbia los dioses deciden cortarnos por la mitad para debilitarnos y desde entonces buscamos la mitad que nos falta. Así, el amor sería el intento de volver a ser uno”.
Mitos como el de la media naranja y otros para “salir de la caverna” son material de reflexión de Sztajnszrajber en sus charlas multitudinarias en teatros, universidades y centros culturales. Y, también, en sus programas de radio y televisión.
De las conferencias filosóficas de Kovadloff en espacios formales como el Salón Dorado del Teatro Colón a los stand ups deconstructivos de Sztajnszrajber en el Centro Cultural Konex y en teatros como el Coliseo, siempre colmados, la mitología griega convoca público de distintos estilos y edades. Incluso, niños: a partir del boom de las primeras ediciones de la Noche de la Filosofía, antes de la pandemia, con cupos agotados para las actividades para chicos, y del éxito la Noche de las Ideas en la costa bonaerense, se editaron varios libros infantiles y juveniles sobre las principales corrientes filosóficas y ficciones alrededor de personajes e historias mitológicas.
La autora cordobesa Cristina Bajo publicó a principios de año Mitos griegos. En el principio de los tiempos, una recreación del reinado de Zeus, Hades, Poseidón y Démeter (La brujita de papel), dirigido a lectores de 10 a 14 años. Por editorial Norma salió Mitos griegos, de la estadounidense de origen inglés Mary Pope Osborne, que presenta una recopilación de los mitos griegos más conocidos entre lo fantástico y lo real. Entre ellos, la historia del rey Midas, que sucumbe ante la terrible fuerza de la ambición, y la de Narciso, que se enamora de su propia imagen cuando descubre su reflejo en el agua.
Otro libro infantil reciente sobre el tema es Detectives de mitos, de Elena Luchetti (El Ateneo), que ofrece un manual súper ágil y entretenido, ilustrado por Pablo Zamboni, sobre los principales mitos de la historia. Allí aparece Hércules, en la sección de los grecorromanos. A principios de año, el grupo Penguin Random House lanzó en el país la colección Grandes ideas para pequeños filósofos, que expone, de manera sencilla, los conceptos básicos de importantes pensadores a través de preguntas filosóficas. En Felicidad con Aristóteles, de Duanne Armitage y Maureen McQuerry, plantean a los pequeños lectores cuestiones como “¿Qué te hace feliz?”. También abordan el concepto de “verdad”, según Sócrates.
“El mundo mitológico a menudo representa el proceso creativo de un artista. Es un lugar donde todo puede pasar y donde uno puede explorar las profundidades de su creatividad. El estudio de la mitología clásica siempre ha brindado a los pintores, poetas y pensadores el conocimiento y las técnicas para crear una historia más poderosa, emocional y creíble. Esto se debe a que la mitología tiene que ver con la condición humana: se trata de nuestros miedos, deseos, inseguridades y ambiciones. En Mitológicas, Sábat nos guía a través de un aventurado recorrido entre los personajes y mitos clásicos universales como el del camino del héroe, el nacimiento de los dioses, la siempre cotidiana caer en desgracia/hacer las paces con los dioses (y también con nuestros demonios internos) y las aventuras que atravesamos cada vez que nos atrevemos, nos apasionamos y perdemos la razón al cruzar un umbral”, agrega la curadora de la muestra, que se puede visitar hasta el 9 de octubre de viernes a lunes, con cita previa. Los interesados pueden registrarse en www.zinkindustriascreativas.com/sabat-mitologicas. Se abren cupos gratuitos todas las semanas.
Entre los personajes mitológicos que Sábat retrató en sus pinturas está Circe, “que con su magia convierte a los hombres en cerdos”, como escribe el artista. Esa mujer poderosa de la Odisea de Homero le da título al cuento “Circe”, de Julio Cortázar, que la presenta como “la muchacha que había matado a sus dos novios”. En la obra, Circe está vestida de negro y tiene una galera y una varita de hechicera. A su lado aparecen dos chanchos.
En el poema dramático “Los reyes”, Cortázar recrea el mito del Minotauro: lo identifica como un hombre libre, diferente de la sociedad que el sistema encierra y aísla. Una vuelta de tuerca al mito del monstruo encerrado a la fuerza en un laberinto.
Jorge Luis Borges, el gran autor nacional más identificado con la mitología, narra en el cuento “La casa de Asterión” el monólogo de Asterión, un ser que vive en una casa (un laberinto) infinita y espera en soledad que lo liberen de su monstruosidad. Y en El libro de los seres imaginarios escribe sobre el Minotauro, Cronos o Hércules y el centauro, “la criatura más armoniosa de la zoología fantástica”.
LA NACION