La masacre de Múnich cumple 50 años y la incomprensión también

La masacre de Múnich cumple 50 años y la incomprensión también

Por Ezequiel Fernández Moores

El acto del próximo lunes, en Múnich, a cincuenta años de la Masacre de los Juegos Olímpicos de 72, anuncia la presencia del presidente alemán Frank-Walter Steinmeier. Habrá más de mil personas entre autoridades políticas y deportivas. Amenaza ser, sin embargo, un acto vacío. Los familiares de los once atletas israelíes asesinados por el comando palestino Setiembre Negro no confirman su presencia. Exigen disculpas de Alemania, apertura de archivos e indemnización mayor. “La ceremonia del lunes”, afirmó Ankie Spitzer, “es para calmar la conciencia nacional alemana, porque a nosotros solo nos han mentido y humillado”. Su amiga Ilana Romano la acompaña: “Dicen que el tiempo cura, pero déjame decirte que no es así”.

Romano y Spitzer enviudaron a los 26 años. A Yossi Romano (levantador de pesas) los terroristas lo ejecutaron apenas invadieron la Villa Olímpica, en plena madrugada del 6 de setiembre. Ilana cuenta en “Múnich 1972 y más allá” (uno de los tantos documentales de la tragedia), que su esposo fue castrado y murió desangrado. Andrei Spitzer (entrenador de esgrima) murió horas después junto con los otros ocho deportistas israelíes que fueron llevados como rehenes a la base aérea de Furstenfeldbruck. Murió también un jefe policial y cinco de los ocho terroristas. Enterradas las negociaciones, el operativo de rescate, admiten todos, fue pésimamente planificado. No se sabe quién mató a quién. La responsabilidad alemana incluye un capítulo más grave: 53 días después, liberó a los tres únicos sobrevivientes del comando palestino simulando el secuestro de un avión de Lufthansa y, según investigaciones no oficiales, pagando inclusive 9 millones de dólares a cambio de no más atentados. Ilana Romano recuerda el mensaje de calma que le dio su esposo antes de partir a Múnich: “Cuando los alemanes hacen algo, lo hacen perfecto”.

Ankie Spitzer volvió a Múnich al día siguiente de la tragedia. Quedó helada cuando vio a atletas entrenándose como si nada hubiese sucedido. El estadounidense Avery Brundage, defensor histórico de los Juegos de Berlín 36, plena Alemania nazi, el presidente más racista y antisemita que tuvo el Comité Olímpico Internacional (COI), ordenó un día de duelo y la reanudación inmediata de las competencias. El COI tardó 49 años en aceptar un minuto de silencio (recién lo hizo en los Juegos de Tokio 2022). Esta semana, por el aniversario de los Juegos, el COI publicó recuerdos extraordinarios de algunos grandes campeones de Múnich 72, entre otros, del nadador Mark Spitz (siete oros) y de la gimnasta rusa de 17 años Olga Korbut. El informe incluye otro video con el agradecimiento, ahora sí, de los familiares de los atletas asesinados. Punto a favor para Thomas Bach, presidente del COI. El también alemán.

El ultimo documental de la masacre (”Death and Games – Munich ‘72″) encuentra a Mohammed Safady, uno de los dos terroristas palestinos aún vivo (el resto de los implicados, inocentes incluidos, fue asesinado año tras año por el Mossad israelí, la cacería que narra Steven Spielberg en “Munich”). “Estoy orgulloso de lo que hice”, afirma Safady en ese último informe. Lo mismo dijo el otro sobreviviente, Jamal al-Gashey, en “One Day in September” (ganador del Oscar en 2000). A Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, le preguntaron hace dos semanas en visita a Berlín si no pedía disculpas por la Masacre. “Desde 1948 hasta hoy”, desafió Abbas, “Israel cometió 50 masacres en 50 ciudades palestinas… 50 masacres, 50 holocaustos. Si queremos seguir hurgando en el pasado, hagámoslo”. Dijo “Holocausto”. Fue un escándalo en Alemania e Israel. Abbas rectificó y calificó al Holocausto como el “crimen más atroz en la historia moderna de la humanidad”. También le cuestionaron a Abbas el uso de la palabra “apartheid”. Pero Amnistía Internacional y Human Rights Watch, y hasta la organización israelí B’Tselem, ya la emplean también ellos para denunciar el inhumano control que ejerce Israel sobre la vida de los palestinos.
El último lunes, Ludwig Spaenle, Comisionado de Antisemitismo de Baviera, recordó el “fracaso estatal de primer nivel” de Alemania en Múnich 72 y pidió al canciller Olaf Scholz que eleve la indemnización a los familiares. Temerosa del fiasco, Alemania, que ya pagó 85.000 dólares por víctima, subió ayer mismo una nueva propuesta. Los familiares piden cerca de 9 millones por víctima, un debate complejo en medio del dolor. Los familiares “se sienten como participantes en el teatro del absurdo”, escribió Yossi Melman en el diario israelí Haaretz. Al fiasco del operativo, Alemania sumó el retraso de 45 años para levantar un Memorial. Allí será la ceremonia del lunes. “Después de 50 años de abusos, mentiras e insultos, se nos acabó la paciencia. Suficiente. No más”, avisaron los familiares en una carta pública. “Este segundo fracaso alemán”, advirtió Suddeutsche Zeitung, principal diario del país, podría ser “moralmente aún peor que el primero de 1972″. El diario observa que históricamente, y aun hoy, Alemania habla del ataque como “Atentado Olímpico”. Demasiado débil. “Ni siquiera trasmite el horror” de lo que sucedió. El resto del mundo, dice el diario, lo llama en cambio de otra forma: “La Masacre de Múnich”.
LA NACION