10 May Tarjetas de crédito: lo que siempre hay que evitar para no caer en una estafa
Por Penélope Canónico
El caso de la “Anna Delvey argentina” generó revuelo en la farándula local. Lola M. fotografió y robó los datos de 25 tarjetas de crédito para hacer compras, los cargó en Paypal y gastó 25 mil dólares en tiendas online y de Estados Unidos. La historia, que reveló Yanina Latorre ya que ocurrió en su grupo de amigas, recuerda a la serie de Netflix “Inventando a Anna”, y expuso otra vez lo fácil que es cometer fraudes con tarjeta de crédito.
Es que simplemente con “mirar por encima del hombro” alguien podría robar el acceso a tu cuenta. Incluso, cuando a la hora de pagar perdés de vista el plástico, como por ejemplo en un restaurante o estación de servicio. O mandás una foto de la tarjeta para abonar a la distancia u otra persona lo haga.
La modalidad no es nueva, pero su crecimiento alerta. Durante los últimos meses, varios usuarios de plataformas reportaron que en sus resúmenes de tarjeta de crédito aparecieron diferentes cargos que nunca realizaron. Así, denunciaron que se produjeron extracciones, pedidos y clonación de identidades.
Solo en la Ciudad de Buenos Aires hubo 1.046 denuncias por fraudes con tarjetas de crédito o débito en lo que va del año, según datos del Ministerio Público Fiscal porteño. La cifra incluye tanto delitos cometidos de manera virtual, como también física ya sea por robo, clonación o engañando a la víctima.
Históricamente, el fraude con tarjeta de crédito se daba en tres escenarios repetidos: el círculo íntimo (club, familia, amigos), locales de gastronomía y estaciones de servicio. Pero con la tecnología se volvieron más habituales técnicas como el skimming en cajeros automáticos -el uso de un aparato para robar los datos de una tarjeta de débito- y su variante web: obtener los datos de los campos de relleno de un sitio de compras por Internet.
“En la puerta de la post-pandmeia, entendimos que la digitalización total se aceleró 10 años. Parte de ese proceso incorpora una mecánica cotidiana de convivencia con medios de pago y dispositivos digitalizados”, reflexiona Gabriel Zurdo, BTR Consulting, en diálogo con Clarín.
El fraude menos pensado
Aunque las violaciones de datos representan el riesgo más común, el llamado “fraude del círculo íntimo o familiar”, como el que protagonizó Lola M., no es tan inusual y la tendencia es creciente.
“Se dedicó desde el año pasado a sacarle fotos a todas las tarjetas de crédito de todas sus amigas, madres, hermanas, iba a las casas y agarraba las billeteras y les sacaba las tarjetas de crédito”, relató Yanina Latorre en el audio viral sobre la adolescente estafadora.
Zurdo explica que “el que lo lleva adelante conoce la información personal de la víctima o tiene fácil acceso a ella”. Y agrega: “La gran mayoría son oportunistas y, a diferencia de otros fraudes, no siempre existe la intención de dañar. Suele justificar el uso fraudulento de la identidad de otro para satisfacer una necesidad temporal o una patología”.
El fraude de cercanía también tiene trampas emocionales y legales. “Denunciar ante las autoridades puede significar una investigación policial lo cual implica meter en problemas a un ser querido o cercano. El uso de medidas tan simples como un cajón cerrado con llave o una pequeña caja fuerte pueden evitarlo”, advierte Zurdo.
Según datos de BTR Consulting, el 40% de los titulares de tarjetas de crédito tienen la costumbre de permitir que otra persona (familia, amigos) use su plástico. Incluso, 6 de cada 10 autorizan que un familiar inmediato lo tome prestado. Otro dato, 7 de cada 10 accede a compartir por Whatsapp una imagen del frente y reverso de la tarjeta.
Sol Gonzalez, investigadora de seguridad informática de ESET Latinoamérica le dice a este medio que obtener datos sobre denuncias por estafas suele ser algo dificultoso y más aún cuando está implicado el círculo familiar o de allegados. “En muchos casos, los usuarios no quieren denunciar por vergüenza”, sostiene. El “fraude del círculo íntimo o familiar” no es tan inusual y la tendencia es creciente.
El empleado infiel
La escena del empleado infiel se da cuando un vendedor pasa la credencial por un dispositivo que almacena la información y luego la utiliza para cargar compras no realizadas por el usuario legítimo.
“Si es profesional no usará la tarjeta en forma inmediata sino que va a esperar un tiempo prudencial, una semana, a que la víctima siga haciendo compras para disuadir la probabilidad de sospechas con ese comercio”, señala Diego Migliorisi, abogado especialista en delitos informáticos.
Daniel Monastersky, especialista en delitos informáticos, aconseja que es preferible acercarse a la caja para efectuar el pago en caso de que el mozo no lleve el posnet inalámbrico a la mesa.
CLARÍN