02 Mar El auto que sedujo hasta los presidentes
Por Hernán Oliveri
El Rambler, el majestuoso auto nacional fabricado por Industrias Kaiser Argentina (IKA) que fuera elegido por los presidentes durante casi dos décadas cumple 60 años desde su lanzamiento, a principios de 1962.
Sinónimo de confort y habitabilidad, el Rambler supo ser el auto más lujoso de de Argentina. Su versión tope de gama, el Ambassador, incorporó a partir de 1963 aire acondicionado y levantavidrios eléctricos, dirección hidráulica y frenos de potencia, dispositivos que lo diferenciaban de sus rivales: el Ford Falcon, el Chevrolet 400 y el Valiant.
Por su clase, fue el sucesor directo otro modelo sofisticado para la época: el Kaiser Carabela, aunque la diferencia fue que el Rambler se mantuvo vigente durante 13 años, mientras que el Carabela se fabricó entre 1958 y 1960 (casi 10.300 unidades).
Un modelo de avanzada
El Rambler fue uno de los grandes referentes entre los compactos; nombre que recibió esta categoría de autos de origen norteamericano lanzados en el país en 1962, que se caracterizaban por su capacidad para seis personas y carrocería autoportante.
La producción del Rambler en la planta cordobesa de Santa Isabel comenzó a mediados de enero de 1962. Fue lanzado comercialmente con cuatro versiones: Classic Custom, Classic de Luxe, la rural Classic Cross Country, y el Ambassador 400, su variante más exclusiva.
A diferencia del resto de la gama, el Ambassador se destacaba por tener butacas individuales con apoyacabezas y respaldo reclinable, ópticas traseras de diseño vertical (en lugar de las redondas) y mayores detalles cromados en la carrocería.
Mecánicamente todas las versiones estaban equipadas con el ya conocido motor Continental 6L-226 (3.707 cm3), presente en la Estanciera, y una caja de velocidades Borg Warner de 3 velocidades.
Durante su primer año el Rambler fue el modelo más vendido del mercado nacional, superando las 11.000 unidades; marca que le valió el reconocimiento de la prensa especializada al elegirlo “Auto del Año 1962”.
El Boca de Pescado
A tan solo un año y medio de su lanzamiento, la línea Rambler fue renovada por completo, presentando líneas más rectas y una particular trompa que, por su parrilla en “V” hacia adentro, le valió el mote “Boca de Pescado”.
Con una gama compuesta por las versiones sedán Classic Custom 660, Classic De Luxe 550 y Ambassador 990, más la rural Classic Cross Country 660, la línea 63 llegó a vender más de 20.000 unidades, casi el doble que la generación anterior.
El Ambassador compartía la misma carrocería que las versiones Classic Custom y De Luxe, aunque con mayores detalles cromados y un equipamiento de vanguardia que lo convertían en uno, si no en el más, vehículo deseado del país.
La tercera generación
En marzo de 1965 fue presentado el último gran rediseño del Rambler. El cambio fue radical, sobre todo en el aspecto mecánico y estructural. El nuevo modelo era 5 centímetros más largo y bajo, y 10 más ancho que su antecesor, lo que potenciaba aún más el espacio interior.
A simple vista su diseño era más simple y conservador, menos en la versión Ambassador, que fue completamente rediseñada. Además, esta fue la única variante sedán en sobrepasar los 5 metros de longitud (5.077 mm).
El nuevo Ambassador 990 Rambler podía identificarse por los faros duales y ópticas traseras verticales. Por dentro, los cambios también fueron notorios: nuevo tablero, volante de dos rayos forrado en vinílico, levantavidrios eléctricos con botonera, butacas delanteras con apoyacabezas y reclinables en 5 posiciones, y aire acondicionado y cinturones de seguridad como opcionales.
El motor Continental 6L-226 fue reemplazado por el Tornado-Jet, que era más grande y potente (3.770 cm3 de 132 HP) y se caracterizaba por ser el primero en tener árbol de levas a la cabeza en lugar del sistema de varillas y ejes de válvulas.
En 1967, y ya con el Torino en las calles, el Rambler heredó la caja de cambio ZF de 4 velocidades sincronizadas. Mientras que más adelante incorporó el motor Tornado-Interceptor de 155 HP del Torino 380. Casualmente el Ambassador pasó a llamarse Ambassador 380.
Ya en el ocaso de su ciclo, en 1969 la línea tuvo una actualización. A pesar de potenciar el confort a bordo, el modelo comenzó a perder protagonismo con la llegada del Dodge Coronado y del Ford Fairlane.
A pesar de eso, el Ambassador siguió siendo un referente. Por eso se mantuvo en producción hasta 1975 (a pedido desde 1972), cuatro años que el resto de los sedanes y tres más que la variante familiar.
Entre 1962 y 1975 se produjeron en la planta de Santa Isabel un total de 70.144 unidades de Rambler, un modelo que cautivó a los argentinos.
El auto presidencial
En 1967, Presidencia de la Nación le pidió a IKA-Renault dos unidades Ambassador para uso oficial que fueron diseñadas y personalizadas por el Departamento Experimental. La entrega se oficializó a principios de 1968.
Con el fin de aumentar su nivel de confort y habitabilidad, ambos vehículos fueron extendidos 30 centímetros entre ejes y en longitud total. Para eso fue necesario efectuar un corte a la altura del parante central, y así poder extender piso, techo y puertas traseras.
La luneta trasera fue reemplazada por otra de menor superficie, mientras que el techo recibió un recubrimiento vinílico.
Adentro se colocó una mampara para dividir la plaza delantera de la trasera, se lo retapizó en cuero negro y se lo equipó con frigobar y sistema de climatización.
Los Ambassador de la flota oficial llevaron motores Tornado potenciados, que desarrollaban 160 caballos de fuerza. Además tenían doble circuito eléctrico y de freno.
Otras dos unidades fueron pedidas durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón (Isabelita), aunque por cuestiones de seguridad debieron ser blandidas.
Esta vez, el diseño y construcción estuvo a cargo de Heriberto Pronello, uno de los diseñadores y constructores más reconocidos del Turismo Carretera, que blindó las unidades con placas de policarbonato de 30 mm de espesor en las superficies vidriadas y refuerzos de aluminio para la carrocería.
Se estima que el blindaje agregó un lastre de entre 400 y 450 kilos, que elevaban el peso total a 2.100 kilos.
Los Ambassador presidenciales prestaron servicios desde el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía, a partir de 1968, hasta los primeros días de democracia, cuando asumió Raúl Alfonsín.
Sandro también tuvo uno
El popular cantante Sandro tuvo su propio Ambassador personalizado, Se trataba de un modelo de la última serie (1970), que el ex cantante compró en 1990.
Único por su estilo, el Ambassador de Sandro tenía tapizado capitoné de cuero, alfombra rojo, techo en pana, vidrios traseros polarizados y luneta trasera en gamuza.
Además contaba con equipo de audio en el techo, un teléfono móvil y hasta una barra rebatible, con con vasos y botellas de whisky.
CLARIN