“Wandagate”: el duro trabajo de ser celebrity (y poder facturar por ello)

“Wandagate”: el duro trabajo de ser celebrity (y poder facturar por ello)

Por Sandra Commisso

Gusto a poco, sabor a nada, un compendio de lugares comunes. Esos fueron los calificativos más leves para la nota que Susana Giménez le hizo a Wanda Nara, en París y que Telefe emitió, en parte, el martes 23 de noviembre, a propósito del affaire entre su marido Mauro Icardi y la China Suárez. ¿El objetivo?: enganchar al público que, suscripción mediante, continuara viendo la charla por Paramount+.

Susana, invitada de honor estará disponible este martes 30 de noviembre por la plataforma digital. A su vez, un día antes, el lunes 29, se podrá escuchar “la otra campana” del llamado WandaGate, en un reportaje que Alejandro Fantino le hizo a la China Suárez. La actriz inaugura el ciclo En primera persona, por otra plataforma, Star+.

Pero, ¿qué es lo queda por ver y escuchar? Entre tantas explicaciones contradictorias de los propios protagonistas y las versiones y rumores que circularon en las redes sociales sobre el tema, lo único que quedó claro es que Icardi “casi” le fue infiel a Wanda. Porque hubo encuentro entre ambos pero, al parecer, “no pasó nada”. En este presente de virtualidad, la realidad supera la ficción o, en un concepto que tomo prestado del director teatral Juan Parodi, directamente, la ficción ha muerto.

Paradójicamente, cuando más opciones tenemos para elegir de series y películas on demand fabricadas de a miles, lo que más acapara la atención, como en este caso, es una “historia” de Instagram como la que publicó Wanda: “Otra familia que te cargaste por zorra”, aludiendo a Suárez y que desató un alud mediático.

En los apretados 30 minutos de entrevista en los que la diva y la aspirante a diva se sentaron frente a frente, con la torre Eiffel como telón de fondo, todo fue raro, muy raaaaro (parafraseando al conductor Darío Barassi).

Las dos se notaban incómodas. Wanda contando intimidades, a medio camino entre la conveniencia y la supuesta familia feliz que armó con Mauro Icardi. “Antes de esto éramos los Ingalls”, aclaró. Relatar frente a cámara una infidelidad no debe ser sencillo y menos si es la del propio marido que, además, está detrás de cámara, como un fantasma que puede corporizarse en cualquier momento.

Es cierto que ella eligió hablar (porque cobró dinero, porque le gusta ventilar su privacidad), pero la tarea de encontrar las palabras justas para salir bien parada, “limpiar” la imagen del marido y además, no meter la pata con alguien más (llámese China Suárez) para evitar posibles acciones legales, es casi como caminar por la cuerda floja.

Un poco de hipocresía, bastante del supuesto deber ser y otro poco de patetismo se fueron mechando en un discurso plagado de palabras como “valores”, “pareja”, “amor”, “libertad”, “familia” como si fuera una charla TED en la que se expone “cómo reconstruirse como si nada después de sacar todos los trapitos sucios por Instagram”.

Wanda remarcó una y otra vez que “soy chapada a la antigua”, y la palabra sexo o alguna de sus variantes para referirse a eso que todos estaban esperando escuchar, casi ni apareció en la entrevista. Fue reemplazada por “podría haber pasado de todo, pero no pasó nada”.

Pero así como la entrevistada tuvo sus contradicciones (“un chat así para mí es divorcio” y enseguida “hablamos todo y lo perdoné, creo en él”), Susana tuvo las suyas. Por cumplir sus compromisos con el canal y la productora, pero sin ganas de ahondar en un tema, no pegó una.

Como si viviera en otro planeta, sin contar con los datos básicos del culebrón en cuestión, la diva osciló entre ser condescendiente con Wanda a sentirse culpable por preguntarle si su marido había tenido un desliz con otra mujer. “Ya es lo último que te pregunto”, le dijo como si hubiera ido a París a hacer turismo cultural.

“¿Pero cómo se enteró todo el mundo de esto?”, insistió Su, olvidándose que, media hora antes, Wanda había dicho que, en un momento de furia, fue ella misma quien lo había hecho público en sus redes sociales. Y obligó a “madame Icardi” (así la presentó en el adelanto) a repetir algo que, claramente, no le hace gracia.

Después de hablar de los hijos, de los millones, de que se aman, de que a todas las parejas les puede pasar (y “seguir amándose toda la vida”, según Susana), de hacer referencia a lo innombrable, quedó flotando una duda: “¿Pasó o no pasó algo en el encuentro entre la China e Icardi?”, insistió la diva, aprovechando su personaje de la distraída naif.

Al final de la entrevista editada apareció él, el marido. Entre el saludo efusivo de la diva y la mirada fulminante de su esposa, Icardi se sentó (al lado de su mujer, eso sí) y no dijo nada.

Al parecer, en Paramount + está el material completo que incluye una visita guiada por la Ciudad Luz y la palabra del jugador del PSG, ¿admitiendo su engaño? ¿pidiendo perdón? ¿jurando amor eterno… hasta la próxima pelea conyugal? El tiempo dirá cuánto resiste ese archivo.

Queda en el aire la sensación de que nadie le cree nada a ninguno. Lo de la China en su descargo seguramente irá por los mismos carriles ya que ella misma invita “a que me conozcas sin intermediarios”. Así y todo, nadie se quiere perder el próximo capítulo.

Ni la vida real, ni un reality declarado, ni una ficción tradicional. ¿Nace un nuevo género televisivo surgido tras la pandemia? Cualquier semejanza con las telenovelas turcas de la tarde, no es pura coincidencia.

 

CLARÍN