09 Dec “Ringo” La serie que cuenta la gloria y la tragedia de Bonavena
Por Graciela Guiñazú
Ringo, la serie de Star + sobre la vida de Oscar Natalio Bonavena, comenzó su cuenta regresiva con Jerónimo Bosia en el rol protagónico y un elenco que encabezan Delfina Chávez (Dora Raffa, su esposa), María Onetto (Doña Dominga, su mamá) y Pablo Rago (en el rol de Bautista Rago. Sí. Curiosamente el apellido del actor coincide con el de los entrenadores de Bonavena, los hermanos Bautista y Juan).
En estos días se está terminando la etapa de filmación que, por un tema de locaciones, se concentra en las horas previas a su asesinato, aunque durante sus ocho episodios la acción transcurrirá simultáneamente entre dos líneas de tiempo: su debut como boxeador y los acontecimientos que desembocaron en su muerte trágica a los 33 años.
Ringo será estrenada en el primer semestre de 2022, y ha generado gran expectativa desde que se anunció el proyecto. En un mundo del espectáculo ávido de biopics o contenidos bañalado, sados en hechos reales sobre distintos ídolos y sus leyendas, hace tiempo que la historia de Ringo Bonavena estaba esperando ser contada.
Un personaje inolvidable
Es que Bonavena es un personaje atractivo por donde se lo mire, un pibe de origen humilde que además de boxeador por azar (cuando su pie plano lo alejó de los sueños de futbolista) fue también cantante, actor, figura popular, campeón y todo lo que quiso ser hasta que llegó el ocaso. Y todo sucedió demasiado rápido.
En una primera mirada el enorme acierto de la serie radica en la elección del protagonista. Hay que decirlo: Jerónimo Bosia, el actor que se puso en su piel, tiene la típica “parada Ringo”. No es un detalle menor. El parecido físico es tan impactante que en las penumbras del set hasta resulta un deja vú.
Pero a diferencia de otras biopics (Maradona: Sueño Bendito, Monzón (de Pampa Films, una de las productoras de Ringo), Luis Miguel o Sandro de América no habrá varios actores interpretando a Ringo en esta serie.
Un solo Ringo
No lo veremos de niño ni de adolescente, sino ya como el boxeador amateur que sale a “matar” (término que intuitivamente adoptó apenas entendió que el marketing era su camino al éxito) y luego como el campeón que gana y pierde… en más de un sentido.
Que haya un solo Ringo, más joven o más adulto de acuerdo al trabajo de maquillaje y de estilismo, garantiza cierta continuidad y empatía con el personaje.
Antes de ingresar al set, desde la producción le aclaran a esta cronista que el segundo subsuelo del Hotel Elevage, en pleno microcentro porteño, fue ahora convertido en el Mustang Ranch, aquel prostíbulo legal de Nevada que se hizo célebre el 22 de mayo de 1976, cuando en la entrada Willard Ross Brymer mató a Ringo con su escopeta Remington 30-08 de un disparo certero al corazón.
¿Qué hacía allí el carismático ex campeón de peso pesado argentino, justo un día antes de regresar a Buenos Aires para celebrar el cumpleaños de Dora, su esposa y madre de sus hijos Adriana y Natalio?
Eso es parte del misterio, con varias teorías cruzadas y un asesino que pagó con una pena irrisoria ese crimen: apenas dos años de prisión, de los cuales solo catorce meses fueron de cumplimiento efectivo.
Desfachatado y simpático
A media luz, Ringo (perdón Jerónimo Bosia) se impone con su presencia no solamente por el parecido ya sesino también por la desfachatez y simpatía.
Su look con bigotes, camisa manga corta ajustada (en tonos de beige y marrones), pantalones de botamanga ancha (casi Oxford), cinturón llamativo y botas texanas se completa con el oro que ostenta sin pudor (reloj, anillo, pulsera y cadena al cuello).
Es la Jornada 55 de la semana 13 de rodaje y el director Nicolás Pérez Veiga pide silencio. La claqueta de acción anuncia: “Escena 5, Capítulo 2”.
Ringo ahora tiene 33 años y parece un león enjaulado.
Fuma su habano con displicencia, concentrado en el único de los dos tragamonedas que funciona. El guion indica que no debe ganar y por eso, de acuerdo a la marcación de texto, insulta en voz baja.
Mientras tanto, en el otro extremo, justo al lado de la máquina que no anda, un técnico está arreglando el flipper temático sobre Muhammad Alí, con su inconfundible rostro en primer plano.
Ringo lo ve encenderlo y se acerca. Pone una ficha, lo mira desafiante, juega, pierde, pega un furioso zurdazo al costado del flipper y suspira apesadumbrado.
El director pide hacer una nueva toma. Al primer clic la máquina tragamonedas empieza su clin clin triunfante, el eco de ese sonido se apodera del ambiente y Jerónimo estalla en carcajadas. Es una escena de tanta tensión que el azar distiende al equipo y todos ríen.
La metáfora
Ringo está solo, jugando sus últimas monedas y ve a Alí hasta en un flipper. Él no tiene uno así y se siente frustrado por no ganar en el casino. No tanto por la pelea perdida en el Madison Square Garden tras quince rounds duros, sino porque él volvió a Estados Unidos para conseguir la revancha.
Y justamente la promesa de esa revancha lo terminó atando al contrato infame con Joe Conforte, el mafioso siciliano dueño del Mustang Ranch e instigador de su muerte a manos de su custodio personal.
El dato curioso es que el flipper de Alí existe en la vida real, de hecho se puede conseguir de segunda mano en internet.
Pero, ¿quién es él?
Este actor de 25 años fue elegido tras un casting intenso. Estudió actuación desde los ocho años, a los 17 se inscribió en el Festival Mundial de Teatro Adolescente de Buenos Aires y ganó el premio como mejor actor por
Un tal Gómez.
Su nombre se hizo conocido en televisión gracias a su rol como Tomás Garzón en la telenovela Cien días para enamorarse, allí era un joven engreído, provocador y discriminador. En 2019, co-protagonizó la película
Yo, adolescente, presentada en el Festival de Huelva.
Ahora, como su desafío no es solo actoral, se sometió a un intensivo coaching de boxeo. El trabajo del entrenador, aparte de enseñarle a pegar y a agilizar las piernas, fue sacarle ciertas técnicas adquiridas durante sus años de taekwondo.
CLARIN