El Papa enfrenta pruebas de fuego en su etapa madura del pontificado

El Papa enfrenta pruebas de fuego en su etapa madura del pontificado

Por Elisabetta Piqué
ROMA.– Evidentemente recuperado de la operación de colon del 4 de julio pasado, tal como demostró en su reciente viaje internacional a Budapest y Eslovaquia, Francisco cumplirá el próximo 17 de diciembre 85 años y el 13 de marzo del año próximo, su noveno aniversario de pontificado. Los desafíos que enfrenta en esta fase “madura” de su papado son varios. Entre los internos, se encuentra la esperada reforma de la curia romana, que se basará en la nueva constitución apostólica Predicad el Evangelio, ya terminada, pero que aún está limándose.

También se espera que Francisco haga nuevos nombramientos en cargos relevantes de la administración central de la Iglesia y que, en un nuevo consistorio que podría tener lugar en los próximos 12 meses, designe a nuevos cardenales. Debe seguir adelante con su lucha en contra de la plaga de los abusos cometidos en la Iglesia y debe completar, además, su reforma de las finanzas vaticanas.

En este marco, será crucial ver cómo prosigue el maxijuicio por corrupción que comenzó a fines de julio pasado en el Vaticano, que por primera vez en la historia puso en el banquillo a un cardenal: el italiano Angelo Becciu, exsustituto y antes muy cercano colaborador de Francisco, que se vio obligado a renunciar a sus derechos cardenalicios al verse involucrado en oscuros manejos de fondos reservados de la Secretaría de Estado con los que se gastaron millones en una fallida inversión inmobiliaria en Londres.

El martes próximo se llevará a cabo la segunda audiencia de este maxijuicio, en el cual hay otros diez imputados, entre ellos brokers que durante años manejaron el tesoro del Vaticano sin ningún control, un modus operandi que, por voluntad de Francisco, ya no va más.

“El juicio contra Becciu es un asunto positivo, no debe ser visto como un desafío al Papa, sino como una solución, como fue una solución la operación de colon a la que se sometió en julio… El tema es seguir haciendo limpieza y sacar afuera la basura”, comentó a LA NACION, sin pelos en la lengua, el veterano vaticanista español Juan Vicente Boo, corresponsal del diario ABC.

Para él, el gran desafío del Papa en esta “fase madura” de su pontificado es el lanzamiento del sínodo sobre sinodalidad (caminar juntos), al que convocó a toda la Iglesia Católica, que comenzará el 9 de octubre próximo y que se extenderá por dos años.

“Se trata de enseñarle a la Iglesia algo que se ha olvidado en el siglo IV, que es que no se pueden tomar decisiones sin escuchar a los laicos, hombres y mujeres, que son el pueblo de Dios. Esta es la gran apuesta de Francisco en este momento: poner en marcha este proceso, que tiene un alcance gigantesco, que retoma lo que indicó el Concilio Vaticano II y que pone en contexto el camino sinodal alemán, que ha sido tergiversado”, apuntó.

En efecto, si bien algunos creen que el camino sinodal alemán podría provocar un cisma y representa un desafío al Papa desde el ala progresista, porque por ejemplo se espera que esta semana haya una votación sobre el delicado tema de la bendición de parejas homosexuales –prohibido por la doctrina– y, en el mismo marco, se discuten temas como la ordenación de mujeres y el celibato, en verdad no es tan así.

“El camino sinodal alemán, pero también los procesos sinodales en curso en Australia e Irlanda, han sido malinterpretados: son procesos que sirven para tomarle el pulso al pueblo de Dios, que es lo que quiere el Papa. Pueden votar lo que se les da la gana, pero son sondeos de opinión, debates orientativos que no cambian la doctrina y que no le quitan el sueño al Papa”, indicó Boo, que destacó que la mayoría de los obispos alemanes no tiene ninguna intención de separarse de Roma.

“En este juego de manipulación de la información bajo la óptica del conflicto y la crispación, también se trata de presentar como un desafío al Papa, pero desde la derecha, la delicada cuestión en debate en el seno del episcopado norteamericano sobre si es lícito darles la comunión a los políticos católicos favorables al aborto”, agregó el vaticanista español.

Aunque se espera que en noviembre los obispos estadounidenses voten sobre un documento al respecto –desaconsejado meses atrás por la Congregación de la Doctrina de la Fe, que consideró que, en el marco de una Iglesia muy polarizada, sólo causaría más división–, fuentes del episcopado norteamericano consultadas por LA NACION dijeron que lo más probable es que no haya ninguna votación.

Lo cierto es que, al responder en el vuelo de regreso desde Bratislava una pregunta sobre este tema, Francisco lo desdramatizó. Al margen de recordar que la Iglesia Católica condena el aborto (que definió “un homicidio”), dejó en claro que los obispos estadounidenses deben ser pastores, no deben condenar, sino acompañar. Y no deben tomar partido político: el tema de darles o no la comunión a políticos proaborto, en efecto, representa un dardo republicano en contra del católico practicante demócrata, Joe Biden. Un presidente mucho más en sintonía con el Papa que su predecesor, que, por otro lado, en pocas semanas será recibido por Francisco en el Vaticano, cuando Biden viaje a Roma para participar de la cumbre de jefes de estado y de gobierno del G-20, cuya presidencia tiene Italia.

Respecto del G-20, entre los desafíos externos que enfrenta el Papa, pueden nombrarse el cambio climático –en efecto, viajará a la cumbre de Glasgow en noviembre–, y la puesta en marcha de una economía distinta, que ponga en el centro al hombre y tienda a eliminar injusticias y descartados.

Finalmente, un reparto justo y global de las vacunas anticoronavirus, para superar una pandemia que provocó una crisis que golpeó a todos por igual de la que, como dijo en su última encíclica, Fratelli tutti y reiteró varias veces, no saldremos iguales, sino mejores o peores.

LA NACIÓN