Iván Zamorano: “El fútbol es de vida o muerte, por eso el que mejor me representa es Simeone”

ZAMORANO

Iván Zamorano: “El fútbol es de vida o muerte, por eso el que mejor me representa es Simeone”

Por Cristian Grosso

La extraña habitación 401 de Real Madrid. Jorge Valdano acababa de tomar la dirección técnica del club y dispuso que se concentraran juntos Fernando Redondo, la joya que el entrenador se había traído desde Tenerife, e Iván Zamorano, al que no pensaba tener en cuenta pese a que llevaba dos años en el club merengue con muy buenos números. Redondo brilló y Zamorano resurgió con la temporada más rentable y explosiva de su vida. “Fernando era especial. Extraordinario en la cancha y afuera hablaba muy poco, pero decía lo justo. Era un líder muy positivo, un compañero que me ayudó muchísimo por su experiencia y su calidad humana”, recuerda el chileno desde su casa en Miami, donde se radicó hace cuatro años como comentarista de la cadena Univisión. Aquel torneo 1994/95 terminó en la fuente de Cibeles, con baño de campeón.

Una situación similar sucedió tres años después, en 1997. Ahora en Internazionale. Zamorano ya estaba en el club de Milán cuando llegó como refuerzo Diego Simeone. Otro entrenador, Luigi Simoni, también juntó a los dos sudamericanos en el mismo cuarto. Pero al chileno se le acabó la paz. “La pasión del ‘Cholo’ por el fútbol es inabordable e inagotable. En las concentraciones, quizás para intentar tranquilizar un poco al corazón, a la cabeza o al alma, uno trata de pensar en otras cosas. Pero con el ‘Cholo’ era llegar a la habitación y él empezaba a tomar cositas y arrancaba: “Creo que mañana tenemos que jugar así y así, por esto y lo otro”. Al mes de estar juntos en la habitación, yo ya le proponía: “Cholo, hablemos de autos, de minas, de otras cosas”. Y me decía: “Sí, tenés razón…, hablemos de otra cosa”. Y a los 5 minutos ya estaba de nuevo dando indicaciones. Entonces no lo dudé: sería un gran técnico. Es un tipo que vive constantemente para el fútbol y sus equipos lo marcan”, cuenta ‘Bam-Bam’ y no puede evitar sellar sus palabras con una carcajada. Esa temporada terminó con la Copa UEFA en las vitrinas nerazzurri.

–Te dirigieron Del Bosque, Valdano, Lippi, Roy Hodgson, Basile y Benito Floro, entre muchos. ¿A qué técnico de la actualidad hubieses preferido?

–Hay muchas formas de ver el fútbol. A mí me gusta lo que hace Klopp, lo que hace Mourinho, lo que hace Guardiola, también Flick…, pero si me preguntas con qué fútbol me siento identificado por mi forma de ser, porque para mí el fútbol es de vida o muerte y a la pelota hay que ganarla sí o sí, yo quiero a los equipos del ‘Cholo’ Simeone. Él tomó un equipo discreto en Atlético de Madrid y lo transformó en un equipo ganador, creó una identidad y eso para mí es muy meritorio. Me hubiese encantado jugar en algún equipo del Cholo.

–Aquella temporada 94/95 en Real Madrid comenzaste postergado…, pero has dicho que fue la mejor de tu carrera.

–Jorge [Valdano] no me tenía en sus planes, es cierto. Era el quinto delantero del plantel, y el cuarto y último extranjero, cuando entonces sólo jugaban tres. Era imposible que yo jugara esa temporada. Pero poco a poco, con mi perseverancia, Jorge y Ángel Cappa se dieron cuenta de mi forma de ver el fútbol, de mi forma de trabajar y me fui ganando un espacio. Comencé jugando contra Sevilla y en los primeros cuatro minutos había marcado dos goles; al sexto partido llevaba 7 goles, hice el gol del título, terminé goleador y tuve esa noche mágica, la del Barcelona, cuando marqué tres. Ese fue un año extraordinario para mí porque me di cuenta de que en la vida no hay imposibles cuando tú tienes un objetivo claro. Lo más importante es luchar, siempre luchar.

–Y Valdano no fue caprichoso…

–Lo que más valoré de Jorge es que siempre me fue de frente, porque hoy día muchos técnicos mandan al segundo, a su tercero… o te mandan un mail para decirte que no cuentan contigo. Pero Jorge me lo dijo en la cara, y al tiempo se dio cuenta de que conmigo se había equivocado y también lo hizo público. Él tuvo muchos méritos, se dio cuenta que yo le podía ser muy útil y empezó a hacer el equipo a partir de las que eran mis fortalezas. Siempre valoré mucho su nobleza.

–¿Hoy el fútbol es más frívolo y desleal?

–Sí, pero el mundo ha cambiado. Ha cambiado la política, ha cambiado la conducta social. Somos un mundo diferente a los ’90, la juventud viene pisando fuerte de otra manera. Y el fútbol no está ajeno a esos cambios. Pero para mí, lo más importante es que las prioridades nunca cambien. ¿A qué me refiero? El futbolista no debe perder el amor por el juego; cuando tu pierdes eso, y juegas al fútbol para tener un auto último modelo o para salir con la modelo más linda del momento o para salir en la tapa del diario, ahí te equivocas. Si se desenfocan las prioridades vas por el mal camino.

–Fuiste futbolista y hoy sos analista. ¿Por qué no entrenador?

–Es que soy entrenador.

–Sí, recibido. Pero nunca ejerciste.

–He tenido oportunidades de poder ejercer, pero no he tomado todavía la decisión. En algún momento, seguramente, terminaré ahí, al ladito de la cancha.

–No lo descartás.

–Sé que en algún momento comenzaré a dirigir. Tengo muchas ganas. Por cierto, he tenido ofertas de China, de Rusia e inclusive de Argentina alguna vez, y no viene al caso ahora quién fue. No ha llegado todavía el momento de dirigir, pero llegará.

–¿Y de jugar en la Argentina estuviste realmente cerca?

–Sí. Hubo un momento de mi carrera en el que tuve que tomar un giro radical, y recibí ofertas de Japón, de Emiratos Árabes, de México y de Argentina. De Argentina me buscó Boca, con un contrato extraordinario. Pero yo ya tenía un pre-acuerdo de palabra, y yo soy un hombre de palabra, con el América y me fui para México. Si no, hubiese ido a Boca. Era el 2000, el Boca de Macri presidente.

–Pero sos hincha de Independiente…

–Sí, soy hincha de Independiente. Lo sigo siempre. La historia es así: mi papá jugaba muy bien al fútbol y trabajaba en la Coca-Cola, en Chile. La empresa hizo un campeonato de fútbol a nivel sudamericano entre todas las empresas que la firma tenía en la región. Vino gente de Perú, de Uruguay, de Argentina…, y nosotros nos hicimos muy muy amigos de una familia que llegó para jugar desde Argentina y eran fanáticos de Independiente. Yo era un niño. Imagínate, Independiente lo ganaba todo por entonces, jugaban Bochini, Burruchaga, Marangoni, Percudani…, y esta familia me regalaba posters, banderines, camisetas. Ellos nos hicieron de Independiente y nosotros los hicimos de Colo Colo. Así, mi simpatía por Independiente quedó por siempre. Después, con el tiempo, me casé con una argentina, una bostera, pero resulta que mi suegro es de Independiente. Entonces cuando viajábamos a Buenos Aires a visitar a la familia de mi mujer, veía donde jugaba Boca e Independiente para ir a ver a ambos.

–¿Quién es el Zamorano de hoy? ¿Qué N°9 te gusta?

–El 9 de área está en extinción. Desde el punto de vista de las tácticas y los sistemas, hoy ya casi no se ve al típico delantero centro. ¿Quién queda? Tal vez Falcao; quizás Suárez, pero hasta él, si bien cierra sus jugadas en el área, es un tipo que retrocede, viene de atrás o se tira sobre las orillas. Ya lo vez a Haaland, que parte 50 metros atrás y termina en el área, pero es por su potencia física y por su habilidad. Como también sucede con Lukaku, que maneja muy bien el tema del desahogo del equipo. Lo de Ibrahimovic es extraordinario…, sí. Pero si tengo que elegir uno, uno, a mí me gusta mucho Lewandowski, un tipo que cabecea bien, que remata con ambas piernas, que sabe ubicarse en el área, sabe jugar con los compañeros. Es muy completo y tiene muy bien merecido el Balón de Oro que le otorgaron por su 2020.

–¿Como ves el futuro del puesto en la selección argentina? Se marchó Higuaín, Agüero tiene 32 años…

–La Argentina tiene que estar muy tranquila en la posición de centrodelantero: Lautaro Martínez e Icardi, que son muy jóvenes aún, tienen todo por delante. El presente y el futuro es de ellos. El 9 de la selección argentina estará cubierto muchos años con Lautaro e Icardi. Todos le dicen el ‘Torito’ a Lautaro, pero Lautaro adentro del área define como un grande. Tiene la potencia física, sí, pero también tiene la parte técnica para poder triunfar en un fútbol tan exigente como el italiano. E Icardi, poquito a poco, va centrando más su pensamiento en lo que es el fútbol y en París está demostrando que es formidable, ha crecido mucho. Los dos perfectamente pueden consolidarse en la selección argentina.

–¿Y en Chile? ¿Te preocupa la renovación generacional?

–Yo quiero pensar que esta generación puede llegar hasta Qatar. Creo que aún podemos seguir disfrutando a Claudio Bravo, a Medel, a Vidal, a Alexis, a Charles Aránguiz… Esta generación todavía nos puede dar muchos éxitos. ¿Por qué? Para mí, el tema de la edad no es importante, lo que vale es el rendimiento. Y su rendimiento todavía es óptimo. Y ahora con Lasarte [el uruguayo Martín Lasarte fue confirmado el 10 de febrero como el sucesor de Reinaldo Rueda en la Roja], tendremos que intentar sacares el mejor rendimiento posible. Y, sin exigencias, ir pensando en el recambio generacional. Y ahí no lo llamaría preocupación, pero sí vale un llamado de atención cada vez que nos preguntamos si hay recambio para Bravo, para Medel o para Alexis. Chile siempre tuvo grandes jugadores, desde Sergio Livingstone, Jorge Toro, Leonel Sánchez, Carlos Caszely, Elías Figueroa, y después la época mía con Salas, pero jamás Chile ha tenido una generación como esta. Y todavía tienen mucho para entregar porque tienen una mentalidad ganadora. Y a veces, la mente es hasta más importante que la técnica y el talento. Son tipos ganadores, ven un desafío y van por todas.

–Y para conformar esa mentalidad ganadora, ¿influyó Bielsa? ¿O Sampaoli?

–Para nosotros, los chilenos, hay un antes y un después de Marceo Bielsa, eso es indudable. Él tiene mucha responsabilidad, a los méritos me refiero, en lo que está pasando hasta hoy con esta generación maravillosa. Y antes de Bielsa, hubo un chileno, José Sulantay, que agarró a estos chicos en el Mundial juvenil de Canadá 2007. Pero Bielsa ha sido determinante para que estos chicos piensen como piensan. Y después vino ‘Bichi’ [Borghi], que no solo los tuvo en la selección sino en aquel Colo Colo enorme, y más tarde Sampaoli vino a recalcar un poco el trabajo que había hecho Bielsa, pero con un poquito más de libertad. Y Pizzi fue una continuidad del sistema y la filosofía futbolística de Sampaoli. Lo que siguió ya fue complicado y difícil, pero los técnicos argentinos han dejado una huella desde el punto de vista táctico y desde la mentalidad.

–¿Por qué creés que nunca dirigió Manuel Pellegrini a Chile?

–Desde afuera, no se entiende. Yo no lo entiendo. Cómo un chileno tan exitoso en el extranjero no ha tenido nunca la oportunidad de dirigir a su selección. No sé qué ha pasado. Pero sin hablamos de méritos, es indudable que Manuel siempre los ha tenido. Dirigió alguna vez, en la Copa América del ’91 siendo ayudante de Arturo Salah, cuando salimos terceros, y desde ahí, nunca más. O a lo mejor él no ha querido tomar ese relevo, no lo sé. ¿Pero méritos? Todos: es serio, profesional y trabaja muy bien. Pero todavía tiene mucho que entregarle al fútbol y me imagino que en algún momento le llegará la selección.

–¿Hay una tendencia ha desvalorizar a los técnicos más grandes? Tabárez o Hodgson, con 73 años, ¿son una rareza?

–Hay historias de técnicos que pasaron sin pena ni gloria siendo mayores, y otros que dejaron una marca para siempre. Mira a Ferguson que estuvo en el Manchester hasta los 71; la edad no importa para nada. Lo único trascendente es el legado que tú quieras dejar.

–Bueno, vos tenés 54 y tu carrera como entrenador ni empezó…

–Claro, son momentos, ya llegará. El ‘Cholo’ me decía que tenía tres sueños que intentaría cumplir como entrenador: dirigir a Racing, porque él es hincha de Racing; dirigir al Atlético de Madrid, por todo lo que significó en ese club, y dirigir a la selección argentina. Y yo creo que se le van a cumplir sus tres sueños. De algún modo, copiándole sus deseos, a mí me encantaría el día de mañana dirigir a Colo Colo.

La camiseta 1+8, historia secreta de una revolución

En la imagen de contacto en uno de sus celulares aparecen Weah, Batistuta, Ronaldo (el brasileño), Fowler, Shearer, Kluivert y Suker. Todos de espalda, todos con la 9. Y él, con la de Inter, con el 1+8 que se convirtió en una de las camisetas más vendidas en la historia del calcio. En el Avatar de su otro celular aparece una botella de vino tinto, su propia línea bautizada ‘El gran capitán…1+8’. Iván Zamorano y aquel giro sorpresivo para siempre.

Cuando llegó Ronaldo a Milán, en 1997, muchos se preguntaron qué número llevaría el brasileño. La 9 era de Zamorano, que le pidió a Sandro Mazzola, entonces el director deportivo de Inter, que se la dejara un año más. ‘El Fenómeno’ se tuvo que conformar con la 10. Juntos, también con Simeone y Zanetti, alzaron la Copa UEFA poco antes del Mundial de Francia. Se venció el plazo anual y la 9 se la llevó Ronaldo, como una caricia para que recuperara la autoestima tras la derrota en la final de Saint-Dennis o por una exigencia de marketing de Nike que preparaba el lanzamiento de R9. Mil rumores. ¿Entonces? Entre el presidente nerazzurro Massimo Moratti y ‘Bam-Bam’ nació el golpe de efecto: la 18. O mejor dicho, 1+8. No hubo reparos reglamentarios. Pero por algunas fechas, esa ocurrencia fue tan casera que el + estaba dibujado con cinta adhesiva. Enseguida llegó el estampado. Y en la temporada 1998/99, Zamorano completo su ciclo más rentable en sus cuatro años en el club de la Lombardía: 14 goles. “Se dio de forma natural. La idea fue buscar una manera de formar el 9. Y estaba libre el 18. Fue algo espontáneo”, confiesa hoy Iván. ¿Podría haber sido el 54 o el 63? Quién sabe, pero el 18 (perdón, el 1+8) quedó en la memoria de todos.

Zamorano estuvo bien rodeado, en España y en Italia. Disfrutó de grandes compañeros, pero algo envidia en la actualidad… “¡Cómo me hubiese gustado jugar con Cristiano y con Messi! Compartir la cancha con los mejores del mundo siempre es una satisfacción enorme, y lo digo a pesar de que yo jugué con Luís Nazário de Lima, con Ronaldo, que para mí ha sido el mejor delantero de la historia del fútbol. Jugué con Baggio, con Laudrup, con Butragueño…, pero unos minutitos con Messi, unos minutitos con Cristiano hubiesen estado muy bien. Los últimos 10 o 15 años han sido de ellos”, cuenta.

–Y no hubieses tenido problemas con la camiseta número 9…

–Claro, le dejábamos la 10 a Leo, la 7 a Cristiano y yo me quedaba con la 9 y no tenía que inventar el 1+8.

El destino, el capricho o simplemente la casualidad, Zamorano nació un… 18. Sí, el 18 de enero de 1967. Otra vez el 18. Y también un 18 de enero nacieron Pep Guardiola y Marcelo Gallardo, a quienes considera dos “monstruos” y hasta bromea con que podrían ‘apadrinarlo’ cuando se dedique a la dirección técnica.

Lo que nunca dejará de hacer, jura, es de jugar al fútbol. Con la 9, claro. “Nací con el gol y eso no lo abandonas nunca. Mis intenciones no son acompañadas siempre por el cuerpo, digamos, pero nunca he dejado de jugar. Siempre cerca del gol, eso pertenece a mi ADN, lo traigo desde niño, y es una virtud que se irá conmigo: saber adónde caerá la pelota, saber ubicarte y esperarla, la anticipación, eso no se pierde, aunque a veces ahora duela un poco el cuerpo…”

El ‘Helicóptero’ que asombró a Zidane y el compadre de Zanetti

Pudo jugar en Boca, es hincha de Independiente y está casado con una argentina. Estuvo concentrado un mes en Villa Carlos Paz para su primera Copa América en 1987. Lo dirigió Basile, admira a Bielsa, aprecia a Cappa, respeta a Valdano. Defiende a Simeone. Y con Javier Zanetti son compadres porque ‘Bam-Bam’ es el padrino de Sol, la hija mayor de ‘Pupi’. “Es extraordinario haber sido elegido como padrino de su hija, es el máximo regalo que me pudo hacer Javier. Dios lo sigue premiando con la admiración que despierta, es un hombre que adora todo el mundo. Él consiguió un consenso pocas veces visto en un mundo tan competitivo como el del fútbol, y eso no te lo regala nadie, eso te lo ganas”, cuenta Zamorano sobre Zanetti.

Paradojas de un goleador, Zamorano jugó seis veces contra la selección argentina y nunca le pudo convertir. “Recuerdo duelos espectaculares con muchos centrales argentinos, pero enfrentarme con Ayala y Samuel era terrible. Ayala por arriba era extraordinario y Samuel era un tipo durísimo. Nos matábamos en la cancha, pero después de un Inter-Milan, por ejemplo, nos comíamos un asado juntos. El Ratón era bravísimo en la cancha, tenía buen salto, se mantenía un poquito en el aire. Las luchas aéreas con el eran extraordinarias”, rememora el ‘Helicóptero’ Zamorano. ¿Quién? Jugando en Suiza, un día ‘Bam-Bam’ hizo cuatro goles, uno de cabeza, y los medios, al día siguiente lo bautizaron así para graficar cómo se había sostenido en el aire. Quedó ahí. Años más tarde, le preguntaron a ‘Zizou’ Zidane por el mejor cabecear que había visto en su vida. Y mencionó al ‘Helicóptero’ Zamorano. Se ve que había leído aquel diario suizo…

Viaja en el tiempo Zamorano y distingue a sus compañeros argentinos: “Con Juan Esnaider éramos íntimos amigos, en México me dirigió Basile y jugué con José Luis Calderón. En Sevilla no coincidí con ninguno, pero los argentinos son acogedores, son inclusivos. Nunca descartan, siempre suman, integran y se obsesionan por ganar. Siempre primeros para armar familia. A mí me ayudaron muchísimo. Yo me acuerdo desde Daniel Rasche y del ‘Flaco’ Theiller en Saint Gallen, tipos estupendos”.

Y también viene al presente, para bromear sobre Pablo Solari, autor del gol que salvó a su querido Colo Colo del descenso, y reconocer méritos en la Católica campeona de la mano de Ariel Holan: “Fue totalmente merecido el título. Holan estuvo un año en Chile y ya saltó a Santos, a Brasil, enseguida se notó que es un técnico diferente”.

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