10 Feb Super Bowl: Tom Brady, en el Olimpo de grandes del deporte norteamericano
Por Alejo Miranda
Michael Jordan, Muhammad Ali, Tiger Woods y Serena Williams tienen compañía. Tom Brady no necesitaba demostrar nada más para ser reconocido como el mejor jugador de fútbol americano de la historia. La conquista del Super Bowl LV a los 43 años, el séptimo en su carrera, el primero al frente de Tampa Bay Buccaneers, lo pone en la discusión entre los más grandes del deporte norteamericano.
Con el triunfo 31-9 ante Kansas City Chiefs, que llegaba como candidato a revalidar el título, Brady también puso en compás de espera el pase del legado a Patrick Mahomes, llamado a ser su sucesor. El joven maravilla fue eclipsado por la clínica actuación del veterano y poco pudo hacer ante la gran actuación de la defensa de los Bucs.
Cuando en 2020 New England Patriots, un año después de ganar el sexto Super Bowl, cayó en la primera rueda de los playoffs, surgieron interrogantes respecto de la vigencia de Tom Brady, que había convertido a aquel equipo en una dinastía. Que estaba viejo, que ya no tenía capacidad para lanzar profundo, que había perdido alguna décima de segundo en la toma de decisiones. Diferencias con la organización y con el entrenador Bill Bellichick, con quien había ganado seis campeonatos y llegado a otras tres finales, lo llevaron a elegir otro camino. La separación fue un shock después de 19 años juntos.
Muchos se extrañaron cuando eligió Tampa Bay Buccaneers, un equipo que no llegaba a los playoffs desde 2007 y que había ganado un solo título en su historia, en 2003 (con el pateador argentino Martín Gramatica en sus filas).. “Va a la Florida a retirarse, como todos”, dijeron. Nada de eso. Brady no eligió cambiar el frío de Boston por el calor del Caribe por una cuestión de comodidad, sino que se arriesgó a salir de la zona de confort y abrazó un nuevo desafío.
En Tampa Bay encontró un grupo de receptores que no tenía en los Patriots, como Mike Evans y Chris Godwin, a los que Brady alimentó ayudando a traer a sus ex compañeros de New England Rob Gronkowski (que volvió del retiro y se lució con dos touchdowns en la final) y Antonio Brown (que superó problemas disciplinarios y marcó el tercero). Además, sumó de la agencia libre al corredor Leonard Fournette. Los tres fueron clave el domingo. Sobre todo, Brady llegó a un equipo voraz en materia defensiva, conducido por el veterano Bruce Arians. A los 68 años, el ex coordinador defensivo de Pittsburgh Steelers se convirtió en el entrenador más viejo en ganar el Super Bowl, superando la marca del propio Bellichick.
Bien rodeado, Brady se reinventó e hizo callar a los detractores que lo encasillaban como un “quarterback de sistema”, que sólo podía lucir en el esquema de pases cortos de Bellichick. En la recta final de la campaña regular y especialmente en los tres partidos de playoff que ganó como visitante, Brady demostró tener el toque y la profundidad de los mejores. En mentalidad, no hay quien lo supere.
“Uno llega hasta acá y solo quiere hacer su trabajo, y es lo que hicimos. Estoy orgulloso de mis compañeros”, dijo Brady en el podio.
Cosas del destino, Tampa Bay se convirtió en el primer equipo en ser local en el Super Bowl. El Raymond James Stadium había sido elegido como sede de este partido cuatro años antes.
Con siete títulos del Super Bowl, Brady no hizo más que extender el récord que ya poseía y que parece inalcanzable. Joe Montana (San Francisco 49ers) y Terry Bradshaw (Pittsburgh Steelers) lo siguen con cuatro. De los jugadores en actividad, el único que tiene dos es Ben Rothelisberg (Pittsburgh), que tiene 38 años. Además ganó su quinto premio al jugador más valioso de la final (Super Bowl MVP) y se convirtió en el segundo quarterback en llegar a lo más alto con dos equipos distintos, emulando a Peyton Manning (Indiana Colts y Denver Broncos).
“Todos los títulos son especiales”, continuó Brady, rodeado por sus tres hijos y su mujer, la modelo Gisele Bündchen. “No hago ninguna comparación. Haberlo experimentado con este equipo es algo espectacular”.
Cuando firmó con los Bucs, la camiseta número 12 tenía dueño. Brady iba a utilizar la 7. ¿Por qué? Porque iba por el séptimo anillo. Con esa mentalidad llegó a Tampa Bay, el equipo más perdedor en la historia de la liga (39,3% de efectividad). Ahora le pueden decir “Tampa Brady”. Finalmente Godwin le cedió su histórico número 12.
Brady completó 21 de 29 pases (72,4% de efectividad) para 201 yardas, tres touchdowns sin intercepciones. Números que no asombran tanto como la frialdad con que condujo a su equipo a una victoria inesperadamente aplastante.
Mucho se habló de que si Mahomes conseguía el título estaría en la senda de igualar a Brady, ya que lo habría superado como el más joven en ganar dos Super Bowls. El joven maravilla de 25 años jugó su peor partido como profesional (270 yardas, 0 touchdowns, 2 intercepciones), fue agobiado por la defensa de los Bucs y eclipsado por la grandeza de Brady. Sigue siendo el jugador más electrizante de la liga, pero el pase del testimonio tendrá que esperar.
Antes de despedirlo, el presentador Jim Nantz le preguntó si habría Brady un año más. “Ya saben la respuesta. Voy a volver acá”. Nadie duda que será en procura de más gloria.
LA NACION