16 Aug Durán Barba había advertido que “se metieron en la heladera de la gente”
Por Silvina Premat
Aunque su trabajo específico sea mucho menos determinante de lo que se cree, su mera presencia es valiosa: amilana a los adversarios y agranda a los propios. Genera el mismo efecto que despertaba Diego Maradona los últimos años en la cancha. A los 37, Maradona apenas trotaba, tocaba pocas pelotas y a lo sumo hacia algún que otro gol de penal. Pero el mensaje de tenerlo en el equipo ya era temerario para los rivales. El macrismo ahora repite aquel truco de intimidación psicológica. El gobierno proclama: Durán Barba juega para nosotros. Y así libera a la imaginación de cada uno lo que esa sentencia significa”.
El periodista Andres Fidanza desgrana en Durán Barba. El mago de la felicidad (Planeta), que en estos días llegó a las librerías argentinas, los artilugios con los que el consultor ecuatoriano llevó su oficio a la mesa chica del poder político y a Mauricio Macri a la jefatura de gobierno porteño primero y a presidir la república Argentina después. La derrota del domingo último en las PASO y una posible no reelección del partido gobernante no sería para Fidanza responsabilidad del consultor presidencial preferido. “En algún punto (Durán Barba) fue exitoso al llevar a un outsider del sistema político argentino como Macri a la Presidencia, cargo que aspira cualquier político. El fracaso de Macri no sería tanto el de Durán Barba sino de la economía de un gobierno que no tuvo capacidad para conducir, para integrar, para cumplir las promesas de la campaña de 2015, las promesas más especificas y las más abstractas”, afirma Fidanza en diálogo con LA NACION.
En su libro, en el que hace “una pintura de época” a partir de la figura de quien es considerado un gurú o un mano santa intelectual, Fidanza registra las advertencias que hizo al Gobierno el equipo del consultor sobre “un malestar que venía cocinándose en el último año y medio respecto a la situación económica que podía ser determinante en la elección”. Se cita por ejemplo que en abril Durán Barba incriminó al ministro de Hacienda y al presidente del Banco Central porque “se metieron en la heladera de la gente”.
¿No fue escuchado? “Lo que pasa es que Durán Barba no define la economía sino que va detrás de decisiones que toman otros en materia económica. Él sí detectó que de seguir así estarían en problemas”, comparte el autor de una biografía que aporta datos hasta ahora muy poco conocidos sobre la historia del principal hacedor del marketing político del macrismo.
Además de los cientos de miles de dólares que gana por año con su trabajo de asesoría política, charlas y clases en cursos de la George Washington University, Jaime Durán Barba es propietario de tierras, empresas y hasta de una mina de oro que heredó de la familia aristócrata en la que creció, en Ecuador. Asesoró a una ex ministra de Lula en Brasil y, a instancias de Horacio Verbitskky, con quien cenó tres veces, pidió a Macri por la libertad de Milagro Sala.
Se autopercibe como exponente de las democracias liberales modernas, confiesa que no entiende de economía y no le incomoda mostrar que no sabe manejar el control remoto del split, el celular, las redes sociales y hasta la computadora.
La investigación de Fidanza (columnista de radio en CNN y colaborador de las revistas Anfibia, Rolling Stone y Le Monde Diplomatique) incluyó tres encuentros de dos horas cada uno con el propio Durán Barba, quien lo recibió en su departamento de Recoleta “y habló abiertamente” sobre su trayectoria, método, obra e ideas. Esos diálogos se produjeron a lo largo de ocho meses -el último fue en mayo pasado- y tuvieron algunas “intermitencias”. Cuenta el periodista que “surgieron algunas desconfianzas” de parte de Durán Barba “aunque nunca perdió la amabilidad”.
Además, Fidanza habló en on y en off de record con más de medio centenar de consultores, políticos, funcionarios, publicistas, periodistas, amigos y adversarios de su biografiado. De allí surgen aportes novedosos como la crítica explícita del diputado Nicolás Massot al desempeño de Durán Barba. “Se extralimitó en su rol de consultor. Todo parece destinado a forzar una tesis que en la realidad no se verifica: que la intermediación política ya no sirve. Pero la verdad es que en 2015 ganamos a pesar suyo, que siempre se opuso a la formación de Cambiemos”, dijo el diputado a Fidanza. Críticas como esas responden, según el consultor presidencial, a los celos. “En el fondo hay un hecho real: yo soy una persona muy cercana a Mauricio y eso todo el mundo lo sabe. Y hay personas que querrían tener esa cercanía. Eso será”, hipotetiza cuando Fidanza le recuerda que además de Massot también dentro del gobierno de Macri son detractores suyos Emilio Monzó y Lilita Carrió .
El dinero y la vida amorosa
Otra novedad del libro es que Durán Barba haya aceptado hablar de temas sensibles a su vida privada y a su bolsillo. “Me enamoré perdidamente de una profesora de la Universidad del Comahue. Me quedé cinco años en la Argentina, en gran parte por ella”, cuenta al recordar que en 1972, con 23 años de edad, llegó por primera vez al país para instalarse en Mendoza para estudiar en la facultad de Filosofía después de haberse graduado como abogado en la Universidad Católica de Quito. Esa mujer, cuyo nombre Durán Barba y Fidanza prefieren mantener en reserva, integraba el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y fue secuestrada y desaparecida en 1977. Había rechazado la propuesta de Durán Barba de irse juntos del país. Para entonces el futuro consultor estrella había pasado por al menos tres cosmovisiones diferentes: el catolicismo en el que se educó en la niñez, la izquierda con la simpatizó en sus años como universitario y el peronismo que conoció en suelo argentino. Su relación de pareja con aquella docente “es uno de los pocos temas que lo ponen incómodo y nostálgico”, comparte el biógrafo. Y suma otras experiencias como el exilio del ecuatoriano en Londres durante el cual interrumpió una presentación de Evita para cantar junto a otros compañeros la marcha peronista. Acerca de su mutación ideológica el consultor dice que no cambió sino que maduró.
Sobre sus honorarios comparte que para una consultoría importante cobra diez mil dólares por día, pero que ese valor puede variar. “Si son tipos de derecha que no me caen bien, les doy con un hacha. Pero si son mujeres que están luchando por sus derechos, no les cobro nada”, admite. Por cada charla a empresas u organizaciones, de las que dice hacer al menos diez en un año, cobra también diez mil dólares. El libro de Fidanza revela además los detalles de los contratos y el funcionamiento de la empresa de Durán Barba en su vínculo con el gobierno de Macri.
El autor de El mago de la felicidad tiene el mismo apellido que el titular de la consultora Poliarquía, Eduardo Fidanza, de quien no es familiar y al que tuvo como profesor en la Facultad de Sociología de la UBA. Andrés Fidanza es también autor de Él o vos. Francisco de Narváez y la política como plan de negocios (Sudamericana, 2013), en el que Duran Barba también es un personaje relevante, porque asesoró al empresario en 2009 para las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires. “Casi prestado por Macri, que era alcalde porteño y a quien ya asesoraba desde hacía cinco años, Durán Barba le prestó sus servicios”, comenta Fidanza. Y agrega un dato muy elocuente: “Cuando empezaron Macri y De Narváez había como una puja entre ellos respecto de si había que aliarse con el peronismo o no y tomaron caminos bifurcados. De Narváez fue a buscar al peronismo y Macri fue hacia la pureza del outsider. Durán Barba tomó partido por Macri y lo alentó a ir por fuera de los partidos clásicos”.
En el diálogo con LA NACION, como en su libro, Fidanza mantiene un tono respetuoso, pero no por eso menos crítico de la figura del consultor que promueve el slogan “antipopulismo o muerte”. El autor percibe en Durán Barba “una contradicción al promover el fin de las ideologías y cierta actitud pacifista y al mismo tiempo tener un discurso por momentos violento que lo lleva a decir que por un lado estamos nosotros, los civilizados, y por otro a los populistas”.
LA NACION