19 Aug A propósito del Día del Niño
Por Marcelo Comas
El escritor, músico y cantante, Luis Pescetti, describe con maestría y genialidad el mundo de los más bajitos. En la canción Mamá no quiero que hoy vayas al trabajo le brinda lecciones a un niño para que despliegue todo su repertorio de berrinches, y así evitar que sus padres cumplan con su obligación mundana. “El problema no es que manipulan, chicos, el problema es que lo hacen mal, lo hacen poco profesionalmente”, aconseja irónicamente el santafesino a su público infantil. Y desde ese lugar les brinda herramientas para que el operativo “manipulación” tenga mayor eficacia: sugiere que quede una “babita” entre el labio superior y el labio inferior acompañado de un llanto simulado; también propone “quedarse sin aire en el medio de lo que estén pidiendo” para generar un efecto de preocupación en los adultos. Se trata de estrategias que los chicos van perfeccionando con el tiempo, para expresar lo que les está pasando y, claro, de esa manera llamar la atención, en tiempos donde impera la vorágine por tener que hacer más cosas en el menor tiempo posible. Por atender estas obligaciones –transmitir la cultura de trabajo es tan importante como marcar límites e imponer valores– y otras de la vida cotidiana nos hacen perder momentos únicos como aquellos relacionados con el juego.
En clave lúdica el docente –que también es autor de varias obras para adultos– busca recuperar un canal de diálogo que parece estar en crisis por el avance del progreso tecnológico y el mandato de las pantallas. En definitiva, por la falta de comunicación. Y recurre a la música y a la potencia de la palabra del cual se vale para construir un mundo imaginario, como elemento de esparcimiento, de diversión, pero al mismo tiempo alude al valor que tiene la pausa, y de la importancia que ese momento tiene para nuestros hijos.
Pescetti nos está hablando de ejercitar la escucha, de estar atentos a lo que pasa a nuestro alrededor y la forma de valernos de nuestros propios recursos para enriquecer el crecimiento de los más chicos. “Hay una bolsa de riqueza en lo que ya sabés. No sos una bolsa de me falta, me falta, me falta. Sos una bolsa de abundancia si sabés jugar con eso; si pensás que la cultura es algo que se da en ciertos lugares, estamos sonados y eso es culpa de los que hacemos cultura. Vos decís –vamos a decirlo así a lo bruto–, ‘en mi casa somos pobres, no hay cultura’. Yo podría haber dicho eso en mi infancia ¿no? Mi papá era mecánico, esto y lo otro. Ahora, yo te digo una cosa, si yo hubiera tenido oportunidad de hacer un video de mi papá trabajando como mecánico o un video de mi mamá cocinando una de las cosas que cocinaba y en esa época hubiera existido YouTube, lo subía a YouTube y alguien en la India o en China hubiera dicho ‘ah, mirá cómo trabajan en esa cultura'”, dijo hace poco en una entrevista con Infobae.
Una reflexión que quería compartir con los lectores a propósito del próximo Día del Niño, que si bien no es más que una fecha con sentido comercial, sirve para mirar y mirarnos sobre cómo enfrentamos los desafíos de la paternidad y la maternidad. La misma lectura vale para aquellos que no son padres biológicos, pero que igualmente ejercen ese rol.
DIARIO UNO