Paul Auster, autor confundido en tiempos de Trump

Paul Auster, autor confundido en tiempos de Trump

Por Susana Reinoso
Guadalajara. Enviada especial. Es uno de los platos fuertes de esta 31° Feria Internacional del Libro este año. Paul Auster se convirtió en una figura rutilante que arrancó la ovación del público asistente a la apertura el Salón Literario, donde brindó un discurso extraordinario titulado Los huesos de Poe, una charla sobre los viajes eruditos a la poesía norteamericana y francesa. También presentóeste fin de semana su nueva y ambiciosa novela, 4321, En una intervención que mantuvo en vilo el clima en la Sala Juan Rulfo, Auster dijo: “Cuando un poeta busca inspiración en un creador de otro país, es porque busca algo que de inmediato no encuentra disponible en su propia lengua o literatura, porque pretende liberarse de los confines de su propia cultura; pero siempre, en definitiva, para hacerlo suyo, para llevarlo de vuelta a su propio lugar. La imitación servil no puede producir nada de interés, pero todo artista original siempre ha de estar alerta a lo que hacen otros artistas (nadie puede trabajar en el vacío), puesto que lo importante es utilizar la propia inspiración en otra obra para los propios fines; lo que significa que, en primer lugar, ha de tenerse una finalidad.” Autor de La invención de la soledady y con la traducción al español de 4321 muy fresca, el escritor neoyorquino recibió la Medalla Carlos Fuentes directamente de manos de la viuda del gran mexicano, la periodista Silvia Lemus. Precisamente el Salón Literario lleva el nombre del autor de La muerte de Artemio Cruz.

A pesar de que esta fue su visita inaugurarl a la feria, la excelente sintonía entre Auster y el público hispanohablante tiene ya una larga historia. No sólo por su Premio Príncipe de Asturias a las Letras, obtenido de España en 2006, sino porque como se dijo ayer, “es tan heredero de Balzac como de Cervantes”. Es, quizá, de los grandes escritores anglófonos,el más cercano a los lectores iberoamericanos.

Antes de su aparición en el Salón Literario, el autor de Trilogía de Nueva York había tenido un afable encuentro con la prensa. Desde un rato antes, la sala se había colmado.

Auster llegó acompañado por la gerenta editorial de Planeta en México, Myriam Vidriales.

Con la atención puesta en su reciente novela, 4321, que vino a presentar a la FIL, luego de siete años sin noticias sobre su literatura, Auster acusó sus 70 años (no los representa). Esta nueva novela, luego de Sunset Park, le llevó casi cuatro de escritura, entre los 66 y los 69 años.

El libro es un trasiego por la historia del siglo XX pero no como un ensayo oculto tras la ficción. Auster, además de un exquisito poeta (faceta menos conocida), es un novelista de enorme riqueza, incluso con la construcción del lenguaje.

En 4321 hay una anécdota trágica sobre la cual gira la historia: la muerte de un amigo, en su adolescencia, por un rayo. Su protagonista Archibald Ferguson; desde que nace el 3 de marzo de 1947, tiene un abanico de oportunidades que le conducen a vivir cuatro vidas o cuatro veces, como se prefiera. En cada una explora formas de vincularse y amar, de pararse frente a los acontecimientos que moldearon la segunda mitad del siglo pasado y frente a los temas relevantes de la vida, entre ellos, la muerte.

Lo autobiográfico, explicó Auster a los periodistas, se solapa brevemente en la pura invención de su novela. Aunque no por ello deja de ser el retrato de una generación: la suya.

Se lo ve feliz con su nuevo trabajo literario. Así se lo reconoció hace poco a Wim Wenders durante una entrevista: “Siento que he estado preparándome toda la vida para escribir este libro”. Y la crítica estadounidense la ha ponderado como su mejor novela, “la más ambiciosa y exigente. Una oda a la juventud, los libros, la creatividad y lo impredecible”.

Dijo Paul Auster durante su presentación ante la prensa que su reciente novela “ es una continuación hacia el interior de su obra. Quería explorar la juventud y la infancia -reveló-. Y es cierto que tuve que investigar mucho para conocer más profundamente la situación política del país. No quería ser vago. Quise escribir un libro que hablara de la relación de las personas con su tiempo y su lugar. De lo que significa estar vivo. Sobre esto me ha interesado siempre escribir”. ¿Por qué un libro que lleva de regreso a la infancia?, fue una de las preguntas. “Conforme avanzamos en edad, las experiencias de nuestros primeros años comienzan a fluir. Y vemos cómo lo ha guardado nuestra mente. Es una novela sobre el desarrollo humano”.

De manera inevitable llegó una pregunta política, a la que el autor de El país de las últimas cosas respondió: “Es cierto que el siglo XXI ha traído nuevos problemas. Sin embargo, hay situaciones que no son tan diferentes a la época en que transcurre la novela en los años 50. Entonces existían los mismos problemas raciales, económicos y laborales que ahora. Sí veo una diferencia en todo el mundo: el nacimiento de los populismos. Como si asistiéramos por primera vez al surgimiento del fascismo. Eso le está pasando a los Estados Unidos. Cuando cayó el Muro de Berlín todos esperamos una nueva era. Pero hoy estoy muy confundido y no sé hacia dónde vamos”. Su reflexión sumió a los presentes en la perplejidad.

Llegó el momento de hablar de Donald Trump, y Auster dijo que prefiere no pronunciar su nombre. “Lo llamo 45 porque es el presidente 45 de los Estados Unidos -aclaró con ironía-. Existe el malentendido de que los artistas pueden resolver los problemas del mundo, pero lo que tienen que hacer es lo suyo. Como escritor tengo que escribir. Y hacer un libro sobre este hombre sería inútil”. En ese marco, apeló a los periodistas, que en un gran número vienen a cubrir la FIL. “Son muy importantes hoy. Sin ustedes estaríamos a merced de la manipulación, la demagogia de personas como éstas (refiriéndose a Trump) y el terrorismo. Sólo quiero pedirles que no sean perezosos y se tomen en serio su trabajo. Nosotros, los escritores, contamos historias que quizá a la larga puedan cambiar las cosas”
CLARÍN