26 Dec Los argentinos viven más, pero con dolor de espalda, migrañas y estrés
Por María Gabriela Ensik
En la última década, los argentinos ganaron un año más de expectativa de vida, pero perdimos calidad. Esta es una de las conclusiones del Estudio Global de Carga de Enfermedades (GBD por sus siglas en inglés), que recopila datos epidemiológicos de 130 países y fue publicado en la última edición de la revista científica The Lancet.
Según este estudio, coordinado por el Instituto para la Métrica y Evaluación de Salud (IHME), de la Universidad de Washington, “un hombre argentino nacido en 2016 puede esperar vivir 73,3 años; 1,5 años más que en 2006”. Sin embargo, vivirá saludablemente sólo hasta los 64 años. Para las mujeres, esta diferencia es aún mayor: con una esperanza de vida que llega a los 80 años (1,2 años más que hace una década), ellas pueden esperar vivir saludablemente hasta los 69. En este punto, el país está a la zaga de otros de la región como Chile, Colombia y Uruguay, cuya expectativa de vida saludable es mayor.
“Argentina logró progresos sustanciales en salud en los últimos 25 años, aumentando la esperanza de vida, reduciendo la mortalidad infantil y mejorando la prevención de enfermedades cardíacas y cerebrovasculares”, comentó Rafael Lozano, director de Iniciativas de América latina y el Caribe en el IHME, y co-autor del estudio. “Sin embargo crecieron otras enfermedades como la diabetes y las infecciones respiratorias”, comentó.
De acuerdo a este informe, las cinco principales causas de muerte prematura en el país son: la cardiopatía isquémica, las infecciones respiratorias, accidentes cerebrovasculares, lesiones por accidentes de tránsito y cáncer de pulmón. Pero las enfermedades que más causan dolor y malestar son bien diferentes: el dolor de espalda, las migrañas, la depresión y la ansiedad están entre las primeras causas de discapacidad laboral.
Al igual que ocurre en la mayoría de los países, las dolencias “no transmisibles” y vinculadas a estilos de vida poco saludables como la obesidad, hipertensión, adicciones, estrés, ansiedad y depresión están aumentando en forma alarmante.
Argentina lidera hoy el ránking regional de riesgo de obesidad infantil, con un 48% de los niños de hasta 12 años con sobrepeso, según datos de la OPS/OMS. Las enfermedades relacionadas con el exceso de masa corporal, como la diabetes tipo II y la hipertensión también están aumentando. También crecen la ansiedad, el tabaquismo y las adicciones.
Las enfermedades mentales y los trastornos por consumo de sustancias figuran entre los mayores causantes de la disminución de vida saludable. “Esto es algo que ocurre en todos los países, independientemente de su situación socioeconómica”, reveló el informe. Es preciso redoblar los esfuerzos en la prevención y el tratamiento de estas dolencias, que hoy cuentan con una cobertura insuficiente, aún en países de altos ingresos, destacó el trabajo.
Otros hallazgos interesantes del informe destacaron que: una de cada cinco muertes a nivel mundial se asocian a la mala alimentación; Las enfermedades no transmisibles (diabetes, obesidad, hipertensión, entre otras), fueron responsables del 70% de las muertes en 2016, en contraste con el 58% de 1990. En la última década, la diabetes pasó del puesto 17 al 9 como causa de mortalidad en los países de ingresos medios y bajos. Y el tabaquismo fue uno de los principales riesgos de pérdida de salud en 100 de los 130 países evaluados.
Sólo cuatro de las 20 primeras causas de discapacidad en 2016: derrame cerebral, Epoc, Diabetes y caídas, estuvieron entre las principales causas de muerte. En tanto, el dolor lumbar, las migrañas, la pérdida de audición, la anemia por falta de hierro y los trastornos depresivos son las principales dolencias que atentan contra la calidad de vida. Se trata, en definitiva, de afecciones que pueden prevenirse cambiando algunos hábitos como mejorar la alimentación, incorporando mayor variedad y cantidad de frutas, verduras y lácteos y reduciendo la ingesta de productos industrializados y ricos en azúcar refinado y grasas. Respetar los tiempos de descanso (entre 7 y 8 horas diarias de sueño) e incorporar actividad física durante al menos 30 minutos diarios: caminar o usar la bicicleta para los traslados cotidianos, pueden hacer una gran diferencia.
EL CRONISTA