Jim Jarmusch: “El secreto del universo es ir con la corriente”

Jim Jarmusch: “El secreto del universo es ir con la corriente”

Tras haber descubierto que “el secreto del universo es ir con la corriente”, el director estadounidense de culto Jim Jarmusch regresa a los cines con Paterson, una película donde lo único que pasa es el tiempo.
El filme, que se estrena hoy en la Argentina, es tan particular como su propio autor, pues se enfrenta al desafío de contar la rutina de un conductor de autobús que escribe poesía cada vez que puede y cuyos días se parecen el uno al otro como dos gotas de agua.
“No podemos hacer nada sobre el tiempo. Sólo tenemos el presente, y toda mi vida es tratar de aprender a vivir en él”, dijo Jarmusch en una entrevista con cinco medios internacionales para presentar la película.
Influido por la filosofía oriental -sobre todo tras rodar Ghost Dog (1999) y aprender artes marciales como el taichí-, el autor se limita a “cambiar solamente lo que puedas cambiar, y lo que no, hay que dejarlo ir, por simplista que suene. El secreto del universo es ir con la corriente”.
Además de ser el título del filme, Paterson es el nombre del protagonista, interpretado por Adam Driver, y de la ciudad de Nueva Jersey en la que se desarrolla la acción, por llamarla de alguna manera.

Aunque Jarmusch se declara culpable de “abusar de la palabra poesía”, la película tiene una aspiración lírica nada disimulada.
Jim Jarmusch: “El secreto del universo es ir con la corriente”
De Kylo Ren a Paterson. Adam Driver interpreta al hijo de Han Solo en la nueva “Star Wars” y al personaje del título del filme de Jim Jarmusch… que vive en Paterson, Nueva Jersey.FOTO: MACO
“La belleza se encuentra en las pequeñas cosas, no todo en la vida es dramático, es celebrar los detalles. Me gustan las grandes pelis de acción, pero también ésas en las que no pasa nada, como la tristeza de unos padres porque su hija se ha ido de casa”, explicó.
En muchos momentos, Paterson aparece como el reflejo nostálgico de una América perdida: el trabajador que acude todos los días al trabajo con su lunchera de almuerzo bajo el brazo y que se resiste a hacer suyas innovaciones tan omnipresentes como el teléfono móvil.
Las nuevas tecnologías son “instrumentos, y está la opción de usarlas o no. No soy un nostálgico de la época sin móviles, aunque estoy harto de esos zombies que andan por la calle y ni siquiera están en el mundo porque van escribiendo mensajes… ¡En Nueva York me gustaría gritarles para que se apartaran de mi camino!”.
Harto de que se catalogue cada una de sus películas como “la más personal” -”lo vienen diciendo de todas desde que hice Flores rotas (Broken Flowers, 2005)-, reconoció que conseguir financiación ahora es más duro que cuando empezó.
“Si nunca hubiese hecho antes una película, me llamase Buddy Wolinsky y hubiese ido a Amazon con el guión de Paterson, me habrían sacado de la habitación a carcajadas, diciendo: “¿Cómo? ¿Una película sobre un conductor de colectivos en Nueva Jersey?”, ironizó.
Se considera afortunado por poder vivir de su pasión, el cine, aunque al mismo tiempo reconoció que “lo interesante de los poetas es que no lo hacen por dinero”, como su compatriota William Carlos Williams, natural precisamente de Paterson, que además de poeta era médico y ayudó a dar a luz a más de 2.000 bebés en su vida.
“Apollinaire, Kafka o Robert Walser tenían otros trabajos para poder escribir”, recordó un Jarmusch especialmente cómodo al hablar de literatura, en la que declara su pasión por el chileno Roberto Bolaño o el francés Honoré de Balzac.
Sin embargo, puesto a buscar referentes, apuntó a la Escuela de Nueva York -con representantes como Frank O’Hara o Kenneth Koch- porque “son poetas que no se toman muy en serio. Las poesías pueden ser divertidas y no están proclamando nada al mundo”.
En esa misma onda, dijo que al hacer sus películas no está pensando en un público determinado, sino solamente en que les guste a quienes la han hecho.
Pese a todo, opinó que “no todo el mundo tiene por qué ser creativo en una profesión”, ya que a su entender “la estética está en todo”.
Y, antes de despedirse, un deseo: “¡Solo espero que (Paterson) no votase nunca a Trump! ¡Definitivamente no! Tengo ese mínimo de control sobre el personaje…”.

“Paterson”: Una oda a la vida común

Por Pablo Scholz
Paterson vive en Paterson. Paterson es Adam Driver (driver, conductor), y Paterson es conductor de autobuses en Paterson, Nueva Jersey.
No es un mero juego de coincidencias: Jim Jarmusch arma un espléndido relato acerca de la convivencia, de las cosas pequeñas que nos hacen pensar en grande. De los actos sencillos que demuestran la generosidad del alma.
Paterson tiene una vida casi rutinaria. La película sigue al protagonista por una semana. Se despierta cerca de las 6.15, por lo general abrazado a su novia, Laura (la iraní Golshifteh Faraham). Desayuna, parte a la terminal de autobuses, y maneja. Escucha a sus pasajeros, pero también se toma su tiempo para pensar y crear poesía.

Porque Paterson, la película, es una película poética. Y Paterson, el personaje, es un poeta amateur. Algún personaje le preguntará si lo es, y él lo negará. Laura está convencida de que es tan bueno como William Carlos Williams, que entre otras cosas fue médico y poeta en Paterson, el pueblo. Pero Paterson, el protagonista, nunca le lee a ella lo que escribe en su libretita. Ella le recomienda que haga una copia.
Dentro de su rutina, a Paterson no le molesta su vida. Sí se lo nota apenas sorprendido por algunas decisiones de Laura, que empieza a decorar toda su casa en blanco y negro, lo lleva a ver un clásico de terror al cine en blanco y negro, y desea ganarse la vida como pastelera cocinando cupcakes… en blanco y negro-.Y dentro de sus hábitos, costumbres y repeticiones, está llevar a pasear a Marvin, el bulldog que lo mira con cara de perro y tendrá fundamental participación en la trama, ir a un bar, tomar una cerveza -sin maní- y charlar con los clientes y el dueño, acomodar la casita del correo frente a su casa, que está destartalada.
Paterson es un filme de sensaciones continuas. La reiteración y las coincidencias –el filme abre con Laura contándole un sueño: que iban a tener mellizos, y Paterson se la pasa cruzándose con gemelos todos los días-.
Es como una oda a la vida común. Lo que Paterson escribe son observaciones, no siempre tienen rima, ni él tiene intenciones de publicar.
Y que Laura esté obsesionada con formas y diseños en blanco y negro es tal vez una manera de reforzar cómo es la vida en ese modesto hogar: la vida es como es, tal vez sin colores, sin matices, pero ellos la toman así. Como es.
Y en Paterson transcurre esta comedia singular, seductora por su simpleza, increíblemente atrapante por su rutina y ciertamente poética.
CLARIN