23 Aug Un líder temperamental que posee bombas nucleares
Por Choe Sang-Hun
En China, el hombre que amenaza con disparar misiles contra Estados Unidos a menudo es tachado como un gordinflón malcriado. En EE.UU., un senador se refirió a él recientemente como “este muchacho demente y gordo”. El presidente Donald J. Trump alguna vez lo calificó como “un loco de remate”.
Pero el blanco de todo ese desprecio, Kim Jong-un, el líder de 33 años de Corea del Norte, ha sido subestimado durante mucho tiempo.
Kim fue el menor de tres hijos, y sin embargo superó a sus hermanos para suceder a su padre, Kim Jong-il. Muchos analistas lo desestimaron como un inexperto líder sólo de nombre cuando asumió el poder a los 27 años; algunos predijeron que nunca duraría. Pero casi seis años después, está firmemente en control.
“Inteligente, pragmático, decisivo”, dijo de Kim Andrei Lankov, experto en Corea del Norte de la Universidad Kookmin en Seúl. “Pero también caprichoso, temperamental y dispuesto a matar”.
Ahora, contra todas las probabilidades, Kim está a punto de convertir a su nación aislada y empobrecida en una de las pocas del mundo capaces de alcanzar EE.UU. con un misil nuclear, desafiando no sólo a la administración Trump, sino también las sanciones internacionales y a los aliados tradicionales de Corea del Norte en Beijing.
Lo poco que se sabe de los antecedentes de Kim sugiere un elemento implacable —y algo de flexibilidad ideológica.
Algunos funcionarios de inteligencia surcoreanos afirman que Kim ha ejecutado a veintenas de altos funcionarios y probablemente ordenara el asesinato de su medio hermano, que fue envenenado en un aeropuerto en Malasia en febrero.
Pero también se le adjudica el crédito de aflojar los controles estatales sobre la economía y orquestar un crecimiento modesto, además de recuperar parte de la confianza pública que el régimen disfrutó bajo su abuelo y perdió bajo su padre, cuyo régimen es recordado por una hambruna devastadora.
La nación cruzó un importante umbral con las dos pruebas de misiles más recientes, el 4 de julio y el 28 de julio, que, señalaron los analistas, demostraron misiles balísticos intercontinentales capaces de alcanzar Alaska y, en la prueba más reciente, Estados Unidos continental.
Kim padre, que gobernó Corea del Norte de 1994 hasta su muerte a fines de 2011, tuvo tres esposas y al menos seis hijos.
Pero adoraba a su tercer hijo, Kim Jong-un, y vio su propia actitud dominadora y otras cualidades de liderazgo en el niño a temprana edad, de acuerdo con Kenji Fujimoto, el ex chef de sushi de la familia Kim, quien escribió unas memorias publicadas en 2003 tras escapar de Corea del Norte en 2001.
Se cree que Kim estudió en escuelas públicas de Suiza disfrazado como el hijo de un diplomático norcoreano, desde 1996 hasta el año 2000 al menos.
Fujimoto recordaba conversaciones con Kim de adolescente en las que expresaba frustración con los cortes de energía eléctrica en su país y se maravillaba de las tiendas de negocios en el extranjero.
“Japón fue derrotado por Estados Unidos, pero reconstruyeron en gran parte el país. Las tiendas están llenas de productos. ¿Qué pasa con nuestro país?”, dijo el joven Kim, de acuerdo con Fujimoto.
Tales relatos han dejado a algunos analistas con esperanza.
“Cuando llegue el momento, se prevé que Kim Jong-un adopte políticas que aliviarán el aislamiento de su país y que acoja cosas buenas de Occidente”, expresó Paik Hak-soon, experto en Corea del Norte de un think tank de las afueras de Seúl.
Los ingresos per cápita en Corea del Norte son menos del 5 por ciento de lo que son en el Sur, y ese abismo representa quizá la mayor amenaza a la legitimidad política de Kim Jong-un.
La respuesta de Kim ha sido seguir una política de “byungjin”, o avance paralelo, que exige la búsqueda simultánea de armas nucleares y desarrollo económico.
Corea del Norte ha señalado que espera usar las armas nucleares para obligar al mundo a aceptarlo como un miembro pleno de la comunidad internacional bajo sus propios términos.
“Kim Jong-un está aquí para gobernar por décadas, apostando al largo plazo”, aseveró Koh Yuhwan, profesor de estudios norcoreanos en Seúl. “Cree que con el paso del tiempo, el mundo no tendrá más opción que aceptar a su país como una potencia nuclear”.
CLARIN|THE NEW YORK TIMES