Sí, el cambio climático está exacerbando la potencia de los fenómenos extremos

Sí, el cambio climático está exacerbando la potencia de los fenómenos extremos

Por Ishaan Tharoor
WASHINGTON.- Houston, la cuarta entre las ciudades más grandes de Estados Unidos, y el sudeste de Texas están sufriendo imparables lluvias torrenciales por la poderosa tormenta Harvey. Varios funcionarios norteamericanos se refieren a los efectos en términos apocalípticos. “La inundación es catastrófica”, dijo Louis Uccellini, director del Servicio Nacional de Desastres, que advirtió que las aguas tardarán en bajar.
Las simulaciones de su agencia muestran que la crecida del río Brazos, al sudoeste de Houston, superaría los 17 metros.
“Inundaciones como ésta sólo ocurren cada 800 años. Excede todas las especificaciones técnicas de nuestros diques”, dijo el juez Robert Herbert, del condado de Fort Bend. William Long, administrador de la Agencia Federal de Respuesta de Emergencia, se pronunció en la misma línea: “Nunca vimos algo así, era imposible de prever. Inimaginable”.


Por el momento, el foco está en las tareas de rescate. Pero el espectro del cambio climático es insoslayable. Tal vez él no haya causado el huracán, pero resulta muy probable que el ascenso de las temperaturas, consecuencia del calentamiento de la atmósfera por los gases de efecto invernadero generados por la actividad humana, exacerbaron las características de la tormenta.
El periodista Chris Mooney hizo la correlación de factores para que esto pasara: la mayor temperatura del agua de los océanos provocó un aumento de la humedad atmosférica, lo que explica esta lluvia torrencial que azota el sudeste texano; el ascenso del nivel de los mares potenció la marejada que inundó Houston; cuanto más cálido es el clima en general, más potentes se hacen las tormentas antes de tocar tierra.
Michael Mann, climatólogo de la Universidad de Pensilvania, también le apunta al cambio climático por el inusual comportamiento de Harvey. A diferencia de otros huracanes, se instaló cerca de la costa, en vez de seguir camino tierra adentro. Por eso Houston está bajo un diluvio incesante. Mann culpa de este fenómeno a “la falta de vientos que empujen la tormenta lejos del mar”, una consecuencia que predicen los modelos de simulación de cambio climático.
Según los climatólogos, los fenómenos meteorológicos extremos serán cada vez más frecuentes a medida que el planeta se caliente. Y ese pronóstico queda en el centro de la escena si se considera que el presidente Donald Trump manifestó su escepticismo sobre el cambio climático y que este año tomó la decisión de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París.
Los alcances del desastre también sirven para echar luz sobre una amenaza más amplia y más global. Hace un tiempo ya que los expertos advierten sobre los riesgos que enfrenta Houston. Pero por cada Houston o Nueva Orleans, hay peligros mucho más inminentes que enfrentan ciudades superpobladas como Dacca (Bangladesh) o Bombay (India).
Como pasa siempre, son los pobres los que se llevan la peor parte en los desastres. En Houston, muchos de los que quedaron atrapados en el agua no tenían los medios para autoevacuarse. Y, una vez más, es mucho peor en otros lugares: este fin de semana, en el sudeste asiático, la crecida de las aguas que trajeron los monzones terminó con la vida de 1200 personas, muchas aisladas de los equipos de rescate. Un estudio reciente del Banco de Desarrollo Asiático reveló que para fines de este siglo unos 130 millones de personas en la India, Paquistán y Bangladesh podrían verse desplazadas de sus hogares a causa del cambio climático.
Si los gobiernos han sido lentos para reaccionar ante los complejos desafíos económicos y políticos que impone el cambio climático, las aseguradoras decidieron actuar. “En Estados Unidos y algunas partes de Europa hay más tormentas eléctricas que en décadas pasadas”, dice Ernst Rauch, director del Centro del Clima de Munich Re, empresa que se dedica a la evaluación de riesgo y que monitorea el cambio climático. “Las tormentas son mucho más severas. No vemos necesariamente un aumento de la frecuencia, pero sí de la intensidad. Y eso implica que tengamos que aumentar la prima de riesgo.”
Más allá de la política de Trump, la realidad es que el cambio climático llegó para quedarse. “Nuestro clima se ha mantenido mayormente en equilibrio durante 10.000 años -explica David Roberts, de Vox-. Ahora el planeta está escapando de ese equilibrio en un lapso que en términos geológicos es un parpadeo. No sabemos exactamente qué va a pasar, pero algo sabemos: todo se pondrá muy raro. A mayor energía calórica en el sistema, todo puede enloquecer. Marejadas, diluvios interminables, más sequías y más inundaciones.”
Y si Estados Unidos y otros países no se ponen de acuerdo en cómo manejar esa “locura”, las escenas de catástrofe como las de Houston serán cada vez más la nueva normalidad.

Traducción de Jaime Arrambide

THE WASHINGTON POST. LA NACION