Mar del Plata: inédito hallazgo de restos de aves carnívoras prehistóricas

Mar del Plata: inédito hallazgo de restos de aves carnívoras prehistóricas

Por Guillermo Villarreal
Por su talla y descripción, el nombre que le dieron los paleontólogos es más que acertado. Medía casi dos metros de altura, era terrestre y corredora, fiera y carnívora. “Ave del terror”, así la llamaron, y restos fósiles de un ejemplar fueron hallados en uno de los cementerios paleontológicos más ricos de Sudamérica, la barranca ubicada entre Mar del Plata y Miramar.
Pero no fue el único ejemplar encontrado. El área de Paleontología del Museo Municipal de Ciencias Naturales marplatense anunció que además recuperó restos de otras dos aves con hábitos carnívoros, los de un cóndor prehistórico y de un águila de gran porte, lo que constituye, según los científicos, un triple hallazgo “inédito e invaluable a nivel mundial”.
Cuando estos cóndores y águilas gigantes volaban el cielo de la Mar del Plata prehistórica, describe a Clarín el paleontólogo Matías Taglioretti, encargado del área de Paleontología del museo, “el paisaje era muy diferente aquí, la fisonomía era similar a la del palmar de Entre Ríos, con suaves lomadas acribilladas por madrigueras de roedores y armadillos, donde las sierras de Tandilia se verían más imponentes que en la actualidad. Es en este contexto que se vivió una de las faunas más atrapantes de la prehistoria sudamericana”.
Los restos fósiles hallados, explicó, provienen de la formación geológica Chapadmalal con una edad de entre 5,5 a 3 millones de años, lo que se llama la edad chapadmalalense.

“Encontrar restos de aves en el registro fósil resulta muy difícil ya que poseen huesos muy frágiles. Están constituidos por paredes finas y extensas cavidades aéreas internas y al ser expuestos a las inclemencias ambientales son rápidamente destruidos”. Contó que los herbívoros siempre son más abundantes, lo que hace mucho más difícil encontrar restos de aves carnívoras, por eso el material hallado es de un valor excepcional.
El lunes 21 de agosto, Taglioretti y los colaboradores Leandro Santacrocce y Vanesa Morán salieron a trabajar a las barrancas al sur del faro de Punta Mogotes y dieron con restos de un ave del terror y un cóndor prehistórico. Y ese mismo día el biólogo Nicolás Charadía encontró fósiles de un águila de gran porte.
“El ave del terror pertenecería a un juvenil de mesembriornis milneedwardsi, que sería el fororraco –también denominados así– de mayor porte que viviera en la prehistoria de Mar del Plata, de 1,8 metro de altura, lo que lo convierte en el predador tope de ese entonces. Por los cielos de la edad chapadmalalense volaba también un cóndor prehistórico, cuyo húmero posee una longitud de 33 centímetros”, explica Taglioretti. Estima que esta especie de cóndor “habría aprovechado los vientos constantes y paradores elevados de las sierras de Tandilia para hacerse de la amplia oferta de carroña que ofrecía la fauna chapadmalalense y que incluía una gran variedad de animales que pesaban más de una tonelada, como perezosos terrestres y armadillos gigantes”.

La nota de color, indica, la ofrece una tercera ave rapaz: un águila prehistórica que sería según las primeras observaciones algo más grande que un águila coronada, que de pie pueden medir hasta un metro. “Los restos muestran que poseía poderosas garras en sus patas prensoras que le permitirían dar caza a una amplia gama de presas como ungulados nativos y roedores de muy variado tamaño presentes en los últimos albores de las grandes llanuras sudamericanas”.
De los poco más de treinta kilómetros de costa con barranca entre los arroyos Corrientes y Las Brusquitas, los paleontólogos “nunca regresamos con las manos vacías”, confía el científico del museo municipal Lorenzo Scaglia, edificio de la comuna que está ubicado en la Plaza España de Mar del Plata, frente al mar del barrio La Perla. “Al ser acantilado costero, por la permanente erosión, continuamente nos muestra más fósiles”, dice Taglioretti. Mar del Plata, de hecho, está a poco de ser declarada por la legislatura bonaerense como “yacimiento paleontológico excepcional”. El mar lava la roca, la gasta y deja historia al descubierto.
CLARIN