El viejo Pancho, aquel poeta gallego que conmovió a Gardel

El viejo Pancho, aquel poeta gallego que conmovió a Gardel

Por Pablo Emilio Palermo
“Tengo al pie de una enramada,/ Que el sol cariñoso dora,/ Hecho de adobe y totora,/ Un ranchito sin igual, / Donde, rendido, un zorzal / Espera a un ave canora.” Los versos corresponden a la obra Idilio fulminante (1911), pieza teatral debida a uno de los más destacados poetas gauchescos del siglo XX, José María Alonso y Trelles (1857-1924), conocido por el seudónimo de El Viejo Pancho.
Gallego, de Ribadeo, provincia de Lugo, Alonso y Trelles llegó muy joven de España; residió en Chivilcoy entre 1875 y 1877. “Época crítica en la que, vacilante entre irse a la pampa en busca de Martín Fierro, o rendirse al yugo de la civilización, optó por lo último. Y se vino al Uruguay.” En Tala, departamento de Canelones, ejerció el periodismo.
La publicación de El Tala Cómico (1894-1897) sirvió para demostrar sus dotes de comentarista literario, cuentista y poeta. Como director de Momentáneas (1899-1900) supo ser, según palabras de su biógrafo José Pereira Rodríguez, “poeta y hombre, campesino y campechano, quejumbroso y nostálgico, como expresión auténtica de una existencia soñadora y romántica”. Para el teatro compuso, además, Nuevo Otelo (1890), Guacha (1913) y el monólogo Alucinación.

Abandonado Tala, El Viejo Pancho se radicó en Montevideo. Estudió Notariado, ejerció como procurador y fue diputado por el Partido Nacional como representante de Canelones. Su poema en dos cantos “Juan el Loco” data de 1887.
Pero es, sin duda, el poemario Paja brava (1916) el libro que lo lanzó al reconocimiento popular y se constituyó en su obra más perdurable. De él dice Pereira Rodríguez: “La lírica paja brava de este libro atesora dos aspectos del alma gaucha: la fuerza bravía, que no excluye la ternura sentimental; y la belleza nativa, que es el lujo de las aguas remansadas, bajo la tranquila presencia del campo y del cielo”.
El cantor y guitarrista oriental Américo Chiriff, musicalizó algunas de las producciones del bardo que aquí recordamos. Cuatro de ellas fueron llevadas al disco por Carlos Gardel. La gran voz argentina les dio el acento dramático que las hizo clásicas. “Era memoria linda / la memoria del viejo”, dice la canción Misterio, en cuyas estrofas el anciano recuerda sucedidos de las guerras civiles uruguayas: “Los gurises, al óirlo, / silenciosos y trémulos, / sentían por las venas / correrles como un juego / la alborotada sangre de la raza, / y el fin pedían de la historia al viejo”. El vals Como todas evoca al criollo que ha bajado a la “fosa”: “No tengo a tu pena ni un poquito e lástima, / siento la del gaucho que se jue pa siempre”. Insomnio es un largo poema atormentado por la soledad y la ausencia de la mujer querida: “En el fondo escuro/ de mi rancho viejo,/ tirao sobre el catre/ de lecho de tientos, / aguaito las horas/ que han de tráerme el sueño”. ¡Hopa, hopa, hopa! cuenta en versos de arte mayor aquellas “esperanzas gordas” que engañan a tantos “gauchos zonzos”. Quien habla es el Desengaño, presentado como un simple tropero.
Paja brava alcanzó tres ediciones en vida de su autor. La cuarta recibió el agregado de unas pocas composiciones inéditas.
LA NACION