26 Jun Todos para uno
Por Carlos Liascovich
Las 3 F son viejas como la rueda, si de financiamiento inicial se trata. Llamados así por sus iniciales en inglés, la familia, los amigos y los tontos (family, friends and fools) eran hasta hace poco los únicos dispuestos a bancar un proyecto nacido desde cero (más los ahorros propios, claro).
Hace algunos años, sin embargo, internet metió la cola -para variar- y abrió la puerta para un nuevo sistema de acceso a plata fresca: las plataformas digitales de financiamiento colectivo o crowdfunding (literalmente, “fondos de multitudes”), que funcionan como intermediarios entre destinatario y aportantes, a cambio de una comisión. La mayoría de ellas siguen el modelo “de recompensa”, donde el aportante al final del camino recibe a cambio una devolución acorde con lo prometido. Tal el caso de Kickstarter e Indiegogo, las más conocidas globalmente. El otro modelo, menos difundido, es llamado “de equity”, donde quien aporta se queda con una fracción de la propiedad del proyecto solicitante.
CÓMO SUMARSE
Ideame y Panal de Ideas son las dos plataformas locales más difundidas. Sebastián Di Lullo, líder de Ideame, cuenta el germen de la empresa: “Nacimos en 2011 de la mano de cuatro emprendedores argentinos y chilenos que anhelaban traer el modelo Kickstarter, que había revolucionado el financiamiento de proyectos en Estados Unidos”. Arrancaron a ambos lados de la cordillera y en 2013 se expandieron a México, Uruguay, Colombia y Brasil. Si bien en el origen estuvieron inspirados por esa plataforma de EE.UU., un lustro después evalúa que “existen grandes diferencias, porque en Latinoamérica el término financiamiento colectivo no se conocía”,
Desde Panal de Ideas, su fundador y director Patricio Sabatini también refiere a Kisckstarter como la plataforma referente, mientras que Indiegogo, dice, “tiene un perfil más cultural”. Explica que año tras año aparecen nuevos modelos de crowdfunding aplicados a diferentes nichos, y evoca el surgimiento de Panal hace casi cinco años “por una necesidad interna, la de hacer realidad nuestros proyectos creativos cubriendo dos problemáticas básica: la difusión y la gestión de recursos”. Planea llevar la tecnología y el know-how hacia otros lugares de la región. Cuantifica los logros: han lanzado ya más de 650 proyectos, para los cuales consiguieron financiamiento por más de $3.000.000, con una tasa de éxito superior al 60%.
Los procedimientos para ofrecer un producto o servicio no difieren mucho entre ambos. Desde Ideame explican que el emprendedor debe generar un usuario en idea.me y luego subir su idea “completando un formulario simple e intuitivo con toda la información de su proyecto, con un equipo que lo asistirá en las diferentes instancias. Una vez que decide publicar su campaña en la plataforma”, explica Di Lullo, “la propuesta pasa por un proceso de evaluación, a partir del cual nuestro equipo puede aprobar la campaña, sugerir cambios o bien rechazarla, si no cumple con los términos y condiciones. Luego, si se aprueba y se activa, comienza el proceso más fuerte de la campaña”, advierte. Además “se necesita ser mayor de edad y contar con una cuenta bancaria propia en su país de residencia”. Y como se autodefinen como un sitio de difusión del proyecto, “no solicitamos información legal ni impositiva, pues es responsabilidad del emprendedor su cumplimiento”.
Desde Panal de Ideas, Sabatini explica que para sumarse entre los proyectos ofertados el candidato debe primero entrar en el sitio panaldeideas.com, en la sección “Crea un proyecto” y enviar la propuesta, que será analizada por el equipo de producción. “Si todo está en orden, configurarán su perfil personal, y
luego se les pedirá la información contable. Una vez hecho esto, sólo deberán completar el proyecto para lanzarse”. Otra vez, separa la hacienda respecto de la responsabilidad: “Los oferentes serán los responsables de vincularse con sus aportantes y hacerse cargo de la entrega de las recompensas prometidas, una vez terminada la etapa de financiamiento”.
YO CONFÍO, TÚ CONFÍAS
La pregunta obligada en este paso, claro, es cómo filtran desde las plataformas los proyectos fraudulentos. Otra vez, ambos coinciden: inscriben a las plataformas de financiamiento colectivo en el amplio campo de la economía colaborativa. En palabras de Di Lullo: “Su cimiento es la confianza, y esto es posible gracias a la transparencia de las redes sociales. Aquellos colaboradores que aportan dinero y hacen una idea posible son el resultado de una cruzada por encontrar el público correcto para una idea. Son personas que confían y apuestan en comprar un producto antes de que exista y es solamente una idea. Por lo tanto, una campaña de financiamiento colectivo es una excelente forma de encontrar el público específico de un proyecto y construir una comunidad de fans basada en la confianza y centrada en la experiencia del usuario. Si el emprendedor es lo suficientemente astuto, utilizará la campaña como un testeo de mercado donde recibirá un feedback muy valioso para mejorar el producto antes de lanzarlo. Pero si traiciona esa confianza”, advierte el CEO de Ideame; “todo lo que construyó se desarma en un segundo. Por eso insistimos en la importancia de mantener informados a los colaboradores sobre los avances de las campañas y el proyecto una vez finalizado, pero sobre todo cumplir con las recompensas prometidas”.
Sabatini admite que el tema de potenciales estafas es una pregunta cotidiana, pero “la tasa de fraude en el crowdfunding, por suerte, es notoriamente baja en el mundo. En nuestro caso, planteamos la situación inicial de propuesta de proyecto para tener cierto control de las iniciativas que se acercan. La realidad es que el proceso de financiamiento del crowdfunding consta de ciertos aspectos que hacen que funcione como una autorregulación ‘antifraude’. Es un sistema basado en la confianza, y por esa razón es importante la transparencia y proveer toda la información posible a los aportantes”, aconseja. Y resalta dos cuestiones importantes: 1) que se acerquen inicialmente personas que funcionan como validadores de la confianza para terceros (por lo general, amigos, conocidos y familia). Porque hasta que no aparece una cierta cantidad de aportantes, por lo general la comunidad no se suma a las campañas; 2) el proyecto es público y con una cuenta a nombre de una persona, institución o agrupación, por lo que intentar un fraude es ‘prenderse fuego’ públicamente”.
Retoma Di Lullo con su propia experiencia en Ideame: “Los casos de fraude en nuestra plataforma son nulos. Ha habido casos de proyectos, por razones externas a la plataforma, que tardaron más tiempo del estipulado en hacerse realidad. Esto se pudo sobrellevar gracias a la comunicación fluida entre los creadores y sus colaboradores”, explica. Y lista los seis procedimientos que adoptan como barreras para evitar estas dificultades: “Primero, desaprobamos iniciativas que no sean viables; segundo, la comunidad puede reportar proyectos; tercero, los creadores deben vincular sus re-des sociales a sus proyectos, y se les sugiere colocar toda la información adicional (biografía, LinkedIn, referencias) para que una persona que quiera aportar dinero a un proyecto sin conocer al creador pueda saber más sobre su biografía y su trayectoria personal; cuarto, sugerimos a los creadores que realicen un video para contar su idea en primera persona, lo que genera empatía y confianza; quinto, las ideas se muestran públicamente recién cuando el creador logra legitimar su proyecto al haber recaudado el primer 10% del objetivo económico; sexto, trabajamos con un método de pago prestigioso y transparente, con políticas estrictas antifraude”. Por último aclara que sólo transfieren el dinero recaudado una vez finalizada la campaña.
RECAUDACIÓN Y COMISIONES
En Ideame explican que hay dos modalidades para que un proyecto recaude aportes: a)”Todo o Nada”, donde el emprendedor debe alcanzar el 100% de su objetivo económico antes de que finalice el período de recaudación. Si no logra, los aportantes reciben el reintegro total de sus aportes; b) “Todo Suma”, donde el emprendedor debe plantear un objetivo económico y un plan de acción alternativo en el caso de recaudar menos dinero. Si esto sucede, cobrará lo recaudado para empezar con el proyecto y entregar las recompensas a sus colaboradores.
En Panal de Ideas, por su parte, los aportes llegan al poder del emprendedor una vez terminada la campaña, y una vez acreditados todos los pagos. Es requisito para recibir el dinero haber reunido el 100% del dinero planteado en la campaña, aunque cada proyecto puede sobrefinanciarse: “Hemos tenido casos de casi un 400% de sobrefinanciación”, describe Sabatini.
Para el final, como siempre, llega la cuenta. Ideame cobra una comisión del 10% + IVA de lo que cada proyecto recaude. En caso de que la iniciativa no haya llegado al 100% del objetivo y se encuentre dentro de la modalidad “Todo o Nada”, los aportes son devueltos a los aportantes. Di Lullo agrega que tanto Ideame como los métodos de pago no cobran ninguna comisión.
Panal de ideas, por su lado, pasa la gorra: se autodefine como la primer y única plataforma de crowdfunding en el mundo con un sistema de colaboración voluntaria. Dice Sabatini: “Cada proyecto decide qué porcentaje de lo recaudado donará a la plataforma. Trabajamos directamente con los proyectos que lo requieran, y ofrecemos servicios extra de todo tipo para llevarlos adelante”, concluye.
ÁMBITO FINANCIERO