Todo lo que dejan de lado nuevas generaciones

Todo lo que dejan de lado nuevas generaciones

Por Sofía Terrile
No solamente las automotrices tienen dificultades para seducir eal bolsillo millennial: la falta de ahorro, las nuevas tecnologías y la simplicidad marcan el ritmo de consumo de un grupo de personas nacidas entre 1980 y 1995 -también conocido como “Generación Y”- hoy formado por unos 1700 millones de hombres y mujeres en todo el mundo. Las marcas, en vilo: según los cálculos de la empresa de software SAP, este grupo etario representaría el 50% del consumo global este año.
La aparición del smartphone que hoy, según la consultora IMS, utilizan nueve de cada diez latinoamericanos conectados, dejó fuera de juego a varios productos que hoy están concentrados en aplicaciones dentro de un mismo dispositivo. Así lo explica el economista Martín Tetaz: “¿Para qué van a comprar un artefacto que solamente sirve para una función si tienen todo en el celular?”
Cuestión de practicidad: los teléfonos inteligentes dejaron afuera a radios, linternas, mapas, brújulas y, en gran parte, a los relojes. Tetaz cuenta que, cada vez que va a una conferencia, les pide a los asistentes que le muestren quién tiene reloj: “Siempre son todos mayores de 40”. Mientras tanto, desde la distribuidora WatchLand afirman que no se trata de un cambio cultural sino de un menor poder adquisitivo de los jóvenes.
Otro perdedor fue el teléfono fijo. Según datos de la consultora Carrier & Asociados, un 57% de los hogares conformados por millennials afirma no utilizar este servicio. “En contraste, en los demás hogares el no uso oscila entre el 19% y el 26%”, aclara el estudio.
El cable del teléfono fijo no es el único al que los jóvenes no le dan uso: tampoco al de la televisión. La Generación Y creció junto a Internet y fue pionera en los servicios on demand, como Netflix, que hoy suma 500.000 usuarios en la Argentina, y lidera el abandono del consumo audiovisual analógico.

La consultora Business Bureau analizó en 2015 el cord-cutting (aquellas personas que cortan el servicio) y el cord-never (los que nunca lo contratan). En ambos procesos, los millennials están a la cabeza. En la Argentina, el primer fenómeno sucede en promedio en el 11% de los hogares donde habitan personas de 15 a 34 años. El segundo, en un 6,5% de los hogares.
“Son la generación que menos mira el noticiero. Para mantenerse informados, utilizan las redes sociales, los textos y los videos cortos, fragmentados. Los medios en papel no son sus preferidos y algunos solo compran libros en formato electrónico”, opina Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market, sobre otros hábitos de consumo de medios que se generaron tras la proliferación de pantallas y el acceso a Internet.
La reactivación lenta del crédito hipotecario podría ser un salvavidas para otro perdedor en la composición del gasto millennial: las propiedades. La falta de ahorro es el principal obstáculo para acceder a la casa propia, coinciden los expertos. Según el sitio especializado Reporte Inmobiliario, hasta el año pasado un departamento costaba alrededor de 36 años en alquileres netos.
No obstante, asegura Di Pace, existe otro motivo que se ubica más en el plano cultural: “Es una generación que no tiene el sueño de la casa propia y cuyas aspiraciones pasan más por viajar y experimentar. Ahorrar para comprarse una casa es una restricción muy grande respecto de sus deseos, porque saben que será difícil conseguirlo aunque guarden dinero mensualmente”, explica.
Finalmente, una decisión a largo plazo más, el casamiento, también pierde fuerza entre los más jóvenes. Al menos así lo indican los datos de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la ciudad de Buenos Aires: los matrimonios en el Registro Civil pasaron de cerca de 18.000 en 1980 a casi 22.000 en 1990 y cayeron a 11.630 en 2016.
LA NACION