08 Jun La seductora sencillez del Bitcoin, explicada por sus protagonistas argentinos
Con una cotización que acumula un alza de cerca de un 500 % en los últimos doce meses, el bitcoin llama la atención de cada vez más personas que ven en la criptomoneda una oportunidad inmejorable de inversión. Aunque las posibilidades no se agotan allí.
“Depende con qué fines uses el bitcoin. Hay quienes lo usan como inversión, porque está subiendo y se considera que va a seguir subiendo. También te puede servir para hacer transacciones internacionales como opción a PayPal o Payoneer, que cobran comisiones más altas. El pago es inmediato, llega sin problemas y no tenés que pasar por el sistema bancario del país, que cobran comisiones mucho más altas”, señala Federico Ast, CEO de Crowdjury y usuario asiduo de la criptomoneda.
La manera de uso, explica, es muy sencilla: se baja una app al celular que funciona como billetera virtual y que asigna un código de 20 caracteres alfanumérico, que hace las veces de CBU. Entre las aplicaciones más usadas figuran Coinbase (www.coinbase.com), Blockchain.info y Mycelium (wallet.mycelium.com).
“Cambio, cambio”
Para llenar con bitcoins esa billetera, hay dos posibles instancias. La primera es acudir un sitio de Exchange como Ripio (exchange.ripio.com), Satoshitango (www.satoshitango.com) o Bitex (https://bitex.la/), que permiten la compra mediante transferencia bancaria o PagoFácil, entre otros métodos. La otra posibilidad son las transferencias de billetera a billetera.
“En el caso de los exchange no les estás comprando a una empresa, sino que estás operando en un mercado que recibe órdenes de compra y de venta, pero donde, a diferencia de la Bolsa, no necesitás agente. Dependiendo de cuánta gente haya es la cantidad que podés comprar o vender”, explica el economista y trainer financiero Ezequiel Baum.
Estas casas de cambio virtuales permiten, asimismo, la operación inversa: convertir bitcoins en pesos o dólares y transferirlos a una cuenta bancaria. “El pago puede pasar por fuera de la billetera tradicional y lo convertís en dinero. Si vos hoy querés vender un Bitcoin, Satoshitango te da 38.000 pesos. Si querés comprar te sale 43.000. Buen tipo de cambio y cobran 2 % de comisión”, agrega.
El camino ascendente de esta moneda, asegura Baum, tiene algo de profecía autocumplida: se habla de ella, sube su precio, mucha gente ve esta alza y va a comprar porque no quiere quedarse fuera de este mercado. Consecuencia: la demanda hace que incremente aún más su valor.
Burbuja
Pero lejos de la creación de una burbuja próxima a explotar, el economista cree que hay datos alentadores para el futuro del bitcoin: “Es una moneda que se bancó muchos golpes. Entre ellos tenés el hackeo de MTGox o la partida de uno sus fundadores y que pese a ello la moneda no cayera. Además, se sabe que solo va haber 21 millones de bitcoins. Salvo que la tecnología se rompa, va a seguir aumentando su valor”.
Sin embargo, Baum sostiene que es muy improbable una falla tecnológica que quiebre el sistema. Cada transacción depende de 5 validaciones realizadas por nodos independientes en una red completamente descentralizada. Si uno de esos nodos está corrupto, la transacción no se realiza.
En opinión de Ast, aún no están del todo claras las ventajas de usar bitcoins. Aunque cree que en situaciones como en la Argentina del cepo cambiario o en Venezuela, con la restricción al movimiento de capitales, muchos usuarios encontraron en la criptomoneda una forma de realizar pagos al exterior: “Hay gente que empezó así. En África también se usa para el envío de remesas desde Canadá o Estados Unidos, porque en muchos países el sistema financiero no tiene estabilidad ni da garantías de seguridad”.
Ast dice que, en su caso, comenzó atesorar sus ahorros en moneda virtual más por curiosidad que otra cosa, movido por conocer cómo funcionaba una moneda peer to peer, que no tiene regulación de ningún banco central.
“Hay que experimentar. Es muy fácil hacerlo. En Internet hay un millón de lugares donde uno puede informarse. Solo basta hacer una cuenta en una billetera virtual y ponerle unos dólares. Transferirle a un amigo, pedirle a otro que te transfiera. No hay más ciencia que eso”, concluye.
LA NACION