La paternidad también se reinventa

La paternidad también se reinventa

Por María Paula Bandera
Con los neopadres. Mauricio Strugo, psicólogo especialista en pareja y familia, está acostumbrado a tratar con ellos, ya que desde hace algunos años coordina talleres de crianza para hombres. Empezó con encuentros semanales y ahora organiza uno mensual, donde las charlas se maridan con comida y vino. “Asisten papás que tienen ganas de cambiar, que eligen hacer una crianza respetuosa y están tan informados en el tema como las madres”, explica. Hay factores que obligaron al reparto de tareas, como el afianzamiento de la mujer en el mercado laboral; pero lo que marca la diferencia es que estos papás se involucran en la crianza por voluntad propia. Y si en el imaginario popular rige la idea de que sólo las mujeres pueden charlar durante horas sobre sus emociones, los encuentros que coordina Strugo la desmiente. “Arrancamos a las 20.30 y terminamos cerca de la medianoche. La otra vez salí a sacar la basura cuando ya se habían ido y seguían conversando en la puerta. Es que se mueven temas muy fuertes”.

Bitácoras digitales
Durante décadas fueron las mujeres las únicas encargadas de debatir la crianza en el ámbito público, pero hoy los hombres también se animan a escribir libros y blogs de la temática. Incluso hay “instapadres” que cuentan cómo ejercen la función paterna en el día a día y hasta recomiendan productos y servicios que van probando. Los argentinos tienen su representación en Iair Feierstein, quien lleva la cuenta de Twitter @unpapaprimerizo, y en Alejandro Castagnolo, autor de @unpapaconbarba en Instagram. “Cuando mi mujer estaba embarazada no encontré nada escrito por hombres y nuestra mirada es distinta”, dice Castagnolo. “Uno no sólo se pregunta por el bebé; también piensa qué pasará por la cabeza de la mujer y cómo actuar”. Cuando LP -como llama a su hijo en las redes- tenía cinco meses abrió esta bitácora en Instagram, y a partir de eso comenzó a conectarse con otros padres bloggers e influencers de diferentes países. Hoy son miles los seguidores que intercambian tips, consejos y reflexiones.

El duro puerperio viril
Por más modernos que seamos, en el primer momento, sin embargo, la función paterna no deja de ser secundaria con respecto a la de la madre, y no por cuestiones sociológicas o culturales: la culpa la tiene la biología. “Los hombres debemos entender, a pesar de los celos, que al comienzo la madre está terminando de hornear al bebé, por decirlo de alguna manera.
Esa etapa se llama exterogestación y se refiere a los primeros nueve meses de vida extrauterina”, explica Strugo. Ya en 1941 el biólogo Adolf Portmann estableció que el ser humano nace de manera prematura comparado con otros mamíferos; el cerebro está desarrollado sólo en un 25% y durante los doce meses posteriores al parto crece al mismo ritmo acelerado que en el útero.
Además, expertos de diferentes campos, como la antropología y la psicología, determinaron que el contacto físico entre la madre y el bebé favorece el desarrollo cognitivo, físico y emocional.
Para Alejandro Schujman, psicólogo especializado en familias, el desafío del neopadre en esta instancia inicial es comprender que el centro de la escena no está en su figura, sino que tiene que acompañar a la madre. Lo cual no significa que su presencia o ausencia den lo mismo. “En esa etapa el bebé también se acostumbra al olor del papá, a verlo y a compartir determinadas actividades con él, como el baño; su lejanía lo impacta” explica. “El padre protege esa diada madre-hijo, y está para hacer el corte cuando llega el momento”.
El nacimiento de un hijo es una revolución que pone todo patas para arriba, hasta lo que parece más pequeño e insignificante y resulta no serlo, como las rutinas. Y aunque cada varón hoy vive ese caos a su manera, hay algo así como un ranking de preocupaciones frecuentes. “La más habitual es el temor a que la función de ser madres y padres termine por comerse a la pareja”, dice Schujman. Strugo coincide y señala que la cuestión va más allá de lo sexual. “Es un mito esto de que al hombre le preocupa la sexualidad desde la necesidad. Lo que reclama es tener alguien que lo vuelva a mirar, reclama por el vínculo, pero como desde lo social no es ‘masculino’ pedir que a uno lo abracen, entonces se pide por lo sexual”.
Y aunque la cuarentena, el cansancio acumulado, la demanda constante del bebé y las cicatrices de la episiotomía o la cesárea conforman el mejor combo antisexo, algún día el erotismo volverá al hogar.
Mientras tanto, la clave está en buscar intimidad en otros espacios, en lo cotidiano, indica Schujman. Y poner las emociones sobre la mesa ayuda. “El varón siempre demanda esa ternura que ahora la madre parece tener únicamente con el hijo, pero si hace un reclamo de chiquilín la mujer va a tener pocas ganas de mirarlo”. El neopadre, en cambio, tiene la inteligencia de buscar ser deseado desde el estar presente en forma activa.

Acuerdos familiares
Muchos sostienen que décadas atrás la crianza era más simple, sin tantos cuestionamientos. El bebé dormía en su cuna, la teta se daba cuando el pediatra indicaba y nadie sabía lo que eran el apego ni el colechar.
El panorama cambió de manera drástica y hoy hay debates en torno a situaciones básicas como el sueño o la alimentación de los hijos. Esa libertad para pensar conlleva mayores responsabilidades, como la de elegir en pareja.
“Desde el minuto cero la madre y el padre deben acordar de qué modo quieren criar al hijo. Sobre la fisura de ellos se construye la patología de los chicos”, dice Schujman. Si uno quiere dormir con el bebé y el otro no, por ejemplo, de nada sirve que busque convencerlo con libros, papers científicos o charlas con el psicólogo. “Si la pareja no acuerda y uno de los dos sigue al otro, en algún momento eso se factura”, dice Strugo. Para que esta ansiedad por tomar las riendas de la paternidad no termine por jugar en contra hay otros dos consejos básicos: tolerancia, para aceptar que los planes pueden fallar, y flexibilidad para cambiarlos sobre la marcha. Porque, en definitiva, no importa a cuántos talleres se haya asistido o cuántas claves hayan dado los amigos o el pediatra; el ser padres de los varones de hoy se construye a partir de escuchar a sus hijos, a su pareja y a sí mismos. Es en esa confluencia donde la nueva paternidad asoma y se instaura.
LA NACION